China ha sido en los últimos veinte años foco expansivo de varias enfermedades infecto-contagiosas de orden vírico con graves consecuencias para el pueblo chino y para otras naciones. El capitalismo internacionalista, impulsado por Estados y Empresas, ha obviado semejante hecho, y, alimentando el vértigo de los mercados capitaneado por la OMC e impulsado por el productivismo, considerando la salud humana como una anécdota prescindible y secundaria, nos ha arrojado al vano riesgo mortal. El afán de dinero, y, de la utilidad inmediata frente a la sana utilidad estable, y de falaces impresiones pasajeras, ha promovido los viajes intercontinentales turísticos como un espejismo de paz y de cultura. Ahora cosechamos las amargas uvas agraces de la imprudencia china e internacionalista. China no puso remedio, en su momento, al desarrollo de la epidemia, ya que conocía la realidad del foco antes que la propia OMS y de las consecuencias implícitas para el mundo entero.
Las Administraciones Públicas chinas tienen algo más que una responsabilidad remota y diluida en la actual calamidad sanitaria que nos asola ya que el daño de la imprudencia ajena , no hace falta acudir aquí al Derecho Romano clásico, simplemente al sentido común, lo sufrimos nosotros en las entrañas de nuestra sangre. Como afirmó Heidegger en Tubinga en 1953: “La furia desesperada de la técnica desencadenada y de la organización abstracta del hombre normal. Cuando el más apartado rincón del globo haya sido técnicamente conquistado y convertido en económicamente explotable; cuando un suceso cualquier sea rápidamente accesible en un lugar cualquiera y en un tiempo cualquiera,….., entonces volverán a atravesar como fantasmas, las preguntas ¿para qué, ¿hacia dónde?, y después qué?”
La conciencia y la acción convergen en el acto estético europeo con su rescoldo moral, tal como afirmó, en su día, la profesora Antonia Álvarez Calleja refiriéndose a la obra literaria de Henry James . Este acto refleja y busca el orden clásico al menos en las cuestiones más importantes de la vida. Ahora China ha roto ese equilibrio entre política pública y salud privada y colectiva. China fue invitada por Kisingger ,que le ofreció al mismo Mao su mano manchada de sangre , en los años setenta, a integrarse en el club de las naciones . Y cincuenta años después sufrimos las consecuencias de esa iniciativa.
La imprudencia culposa sanitaria china ha demostrado la traición de Europa a su propio ideal de civilización donde libertad y autoridad tienden a hermanarse. Economía y Sanidad Pública, libre iniciativa y exigencias sociales, deberían ir acompasadas ya que está en juego la vida misma del hombre. Si China es invitada al comercio internacional, que se lave antes las manos. No hacemos una traslación abusiva entre conceptos; entre desorden veterinario, bromatológico y médico chinos y la perezosa economía política mundialista, ambas han demostrado, por otra parte, las carencias de la Sanidad Pública europea este último pecado político es propiamente nuestro.
Luis Fernando Torres Vicente. Profesor funcionario.