En Abril de 1840, en Paris, Wagner se encontró por primera vez con Liszt. Entonces el celebrado virtuoso le pareció: “la absoluta antítesis de su propia persona y condición”, ya que vivía “en un mundo vacío y frívolo”. Entre la numerosa concurrencia que le rodeaba, Liszt no prestaba casi atención a los pobres músicos alemanes, pero a pesar de esto les invitaba a sus conciertos de la Sala Erard.
Wilhelmine Schröder-Devrient, en Berlín, en Diciembre de 1842, fue la que facilitó su segundo encuentro, allí ella le reprochó a Liszt que en Paris hubiese prestado tan poca atención al pobre músico, que en poco tiempo alcanzaría un tan gran éxito y que él le ignoró arrogante. “Liszt admitió… que a pesar de no recordar mi presencia en Paris le molestaba, le dolía y le causaba sorpresa que alguien tuviese que quejarse de su mal comportamiento … después, con la más cordial amabilidad se dejó convencer para escuchar el “Rienzi” y así poder ofrecerme una mejor opinión sobre él …., por esta vez nos despedimos.”1
El 29 de Febrero de 1844 Liszt escuchó en Dresde el “Rienzi” y coincidió con Wagner en el Hotel de Saxe. Lo que allí sucedió apareció tras unos años en una carta del 3 de Noviembre de 1857: “En este aposento, donde por primera vez estuvimos más cercanos, fue donde su genio me iluminó”. El 5 de Agosto de 1845 Liszt se dirigió a Wagner para solicitar su colaboración en el monumento a Weber en Dresde. Ya la carta del 22 de Marzo de 1846 muestra el encabezamiento: “¡Mi más apreciado amigo!”. Wagner continúa: “De vez en cuando tengo noticias de que me recordáis muy amistosamente y que os ocupáis de procurarme amigos. He osado mandaros las partituras de mi “Rienzi” y mi “Tannhäuser”; deseo y espero que esta última os guste más que la primera.”

También le fue mandada a Liszt, el 30 de Enero de 1848, la Obertura Faust, con esto obtuvo una visión completa de las creaciones de Wagner hasta la fecha.
Entretanto Liszt había terminado con su carrera de virtuoso y se había dirigido a Weimar para promocionar el auténtico arte actual de fecundos compositores. Con esto llegó también el tiempo en que podría trabajar para Wagner. Su primer paso fue la representación de “Tannhäuser” el 16 de Febrero de 1849, ante lo cual, el 20 de Febrero, Wagner se lo agradece en una carta: “Ningún teatro del mundo ha tenido a bien ocuparse en poner en escena la ópera aparecida ya hace cuatro años. Usted es quien ha debido ser, desde todos los rincones del mundo, el primero que desde el puesto que hace algún tiempo ocupa en un pequeño teatro, haya cogido la obra de su tan duramente castigado amigo para que al fin salga adelante. Usted no sólo ha representado la ópera sino que la ha comprendido y ha sabido conducirla hacia el aplauso. Esto representa lanzarse al trabajo en cuerpo y alma, entregarse en cuerpo y alma no sólo para descubrirla sino para hacer que aparezca en toda su belleza.” Como se logró tal cosa pudo conocerlo Wagner cuando pocos meses más tarde, al huir de Dresde, en mayo de 1849, asistió a un ensayo en Weimar. “Quedé sorprendido ante su dirección, reconocí en Liszt mi segundo yo. Lo que sentí al crear esta música él lo ha sentido al representarla. ¡Prodigioso! Por el amor del más excepcional de los amigos, en el momento en que me quedé sin patria, encontré la largamente anhelada, la siempre buscada en lugar equivocado y nunca encontrada, esta fue la verdadera patria para mi arte. Cuando expulsado, vagando en la lejanía, el vagabundo se dirigió hacia un pequeño lugar donde crearse una patria. En cualquier momento, siempre ocupándose de mí, constante, rápido, decidido, apoyándome cuando era necesaria su ayuda con el corazón siempre ampliamente abierto a todos mis deseos, con un entregado amor hacia mi persona … Liszt fue para mí lo que antes nunca había encontrado, hasta una medida cuya plenitud pude comprender cuando me sentí sumergido en su pleno desarrollo.”2 Wagner agradece el prudente y decidido apoyo de Liszt en estos días funestos para su libertad y su porvenir: los de la huida a Suiza.

Quedaba ya cerca que Liszt acogiera en Weimar el “Lohengrin” que no había logrado ser representado en Dresde. Asombrado y embelesado leyó la partitura, pero pensó que era imposible poder representar dignamente la obra en la escena de Weimar. El 7 de Agosto escribió Wagner: “Tus temores sobre el feliz resultado de la representación de esta ópera me han inquietado también a mí a menudo, pero pienso que si en la representación se trata de captar exactamente mis matices, en tal caso debe hacerse la cosa. ¡O sea, vale la pena atreverse!” Por el momento Liszt no se decidió a emprender tal aventura; propuso que “Lohengrin” debía ser traducido al inglés y ser representado en Londres. Wagner, desde Paris, repitió su petición el 21 de Abril de 1850: “Ahora mismo acabo de releer algo de la partitura de mi “Lohengrin”. Se ha inflamado en mi el anhelo de ver representada esta obra, por esto introduzco mi ruego en tu corazón. ¡Representa mi Lohengrin! … aun que sólo sea en Weimar. Estoy seguro que tu utilizarás todos los medios posibles y necesarios que estén a tu alcance. ¡Representa el “Lohengrin” haz que su llegada a la vida sea obra tuya!” Liszt contestó: “La extremada y entusiasta admiración que he dedicado a tu genio no podrá acomodarse a ninguna de las adormiladas rutinas e infecundos sentimientos. Ahora bien, todo lo que me será posible hacer será en interés de tu buen nombre y fama, será en interés de tu persona, no dejaré perder ninguna ocasión… sólo que a un amigo como tú no siempre es fácil y cómodo servirle, para los que se nos permite entenderte se trata ante todo de servirte con comprensión y lealtad… tu “Lohengrin” se dará bajo las más excepcionales y mejores condiciones posibles para obtener su éxito… todo el personal será fuego y llamas. Se aumentará algo el número de violines… se ha comprado un clarinete bajo, no faltará nada esencial en el tejido musical ni en su diseño; yo me haré cargo de todos los ensayos con piano, coro y orquesta, serán seguidas exactamente, con calidez y energía tus indicaciones sobre la puesta en escena. No hace falta decir que no suprimiremos ni una nota ni una letra de tu obra y que en todo lo que nos sea posible la ofreceremos en su pura belleza. La fecha del 28 de Agosto (día del nacimiento de Goethe) en la que se representará “Lohengrin” no podrá sernos desfavorable. Yo ya había rechazado que una obra tan singular se representase en el habitual transcurso de la temporada. Después de dos consecutivas representaciones el Teatro cerrará sus puertas para abrirlas de nuevo después de un mes, y sólo bajo las máximas condiciones se representará “Lohengrin” durante el transcurso del invierno.” Así el “Lohengrin” de Weimar había sido ya considerado como una pieza de circunstancias con unos muy restringidos medios para su realización. En una carta del 14 de Enero de 1852 dirigida a la Gran Duquesa María Paulowna, Liszt enumera claramente las carencias: “Para que la representación tenga una aceptable dignidad faltan: una docena de coristas, tanto hombres como mujeres, que es lo que los magníficos coros de esta ópera necesita, decorados que no estén tan estropeados por el tiempo como el del tercer acto, vestuario que no cause grandes gastos pero que como mínimo no esté confeccionado con tejidos propios de los sofás de un hotel; una barca, un cisne que por lo menos estén adecuados a las luminosas imágenes que la música despierta en los sentimientos … y finalmente el necesario refuerzo de la orquesta.”

La representación, a la que acudieron de cerca y de lejos artistas, amantes del arte y representantes de grandes periódicos, causó una sensación que hacía tiempo no se había dado en Weimar. Al principio los nativos mostraron poca participación, de no haber sido por las entradas gratuitas repartidas por la Gran Duquesa, el Teatro habría estado vacío. Pero al pasar el tiempo acudió tanta gente que “Lohengrin” pudo hacerse seis veces, hasta el 11 de Marzo de 1851. Liszt dio “El Holandés Errante” el 16 de Febrero de 1853, con tres repeticiones. Del 19 de Febrero hasta el 5 de Marzo continuaron las tres obras una tras otra.3 Es necesario observar que en el cartel del 13 de Febrero se evita la palabra “ópera”, la cual en el estreno de “Lohengrin” todavía se mantuvo. Aquí se dice simplemente: “Lohengrin” de Richard Wagner. También es importante que el casco de Lohengrin no lleva el cisne como adorno sino la paloma o sea que el héroe no aparece como Caballero del Cisne, aparece como Caballero del Gral, lo mismo sucedió más tarde en el Festival de Bayreuth de 1894. A continuación de la representación de “Lohengrin” Wagner decidió componer “La muerte de Siegfried”: “Con la válida representación, tenía ante mis ojos, principalmente a Liszt y algunos de mis amigos, y según el local concepto de Weimar debía resarcirme de mis largas experiencias.” Liszt tomó las medidas oportunas para que el Gran Duque se interesase en la composición de la nueva obra de Wagner: ¡Debería estar terminada el 1 de Julio de 1852! Al ampliarse “La muerte de Siegfried” hasta “El Anillo del Nibelungo” este pacto fue nulo. Dos visitas de Liszt a Zurich, en Julio de 1853 y Octubre / Noviembre de 1856, le pusieron en contacto con los planes de Wagner. “Entre nosotros estalló una verdadera tormenta de correspondencia. Teníamos una increíble cantidad de cosas que comunicarnos, aquí fue donde por primera vez nos conocimos realmente a fondo, ya que antes sólo había pasado con él fugaces días.”4

El 10 de Noviembre de 1856 escribió Liszt al Gran Duque: “Es mi deber hacer que vuestra atención se dirija nuevamente hacia un gran acontecimiento. Me parece, no sólo aconsejable, sino necesario e indispensable que los Nibelungos de Wagner sean representados por primera vez en Weimar. Sin duda esta representación no será una cosa sencilla y fácil, deberán tomarse excepcionales decisiones, por ejemplo la construcción de un Teatro y la contratación de un personal ad hoc, en el sentido de los deseos de Wagner; se podrán encontrar dificultades y obstáculos en el camino, pero según mi opinión y tras exactas comprobaciones sería suficiente que Vuestra Alteza Real quisiera dedicarse seriamente a ello para que el asunto se desarrollase por sí mismo. La obra de Wagner superará esta época como monumental pieza maestra del arte contemporáneo, inaudita, prodigiosa y sublime. ¿No sería penoso tener que lamentar que infelices decisiones de la mediocridad que reina y que dirige ciertas circunstancias nos llevasen a evitar su creación y su difusión por todo el mundo?” El Gran Duque se mostró inseguro, así el plan de Liszt de convertir Weimar en la ciudad del Festival no se llevó a cabo. Todavía el 2 de Agosto de 1876 Liszt lo recordó de nuevo: “Lo que se está realizando en Bayreuth es casi un milagro. Vuestra Alteza Real puede verlo, y yo siempre lamentaré que Weimar no haya poseído la parte, que debido a su notable pasado, habría merecido.”
Así Liszt acogió en su totalidad la obra de Wagner y aspiró a su realización. Pero la oposición, que finalmente también fue causa de su retirada y marcha de Weimar, fue más fuerte que su voluntad artística. El testamento que escribió de manera conmovedora el 14 de Septiembre de 1860 es testimonio de sus esperanzas y desengaños: “En nuestro arte contemporáneo se encuentra un nombre que ya ahora es famoso y que cada vez lo será más: Richard Wagner. Su genio ha sido una luz para mí, la he logrado … mi amistad con Wagner ha mantenido siempre el carácter de una noble pasión. En cierto momento soñé para Weimar un nuevo periodo artístico, igual que el de Karl August, donde Wagner y yo habríamos sido corifeos, como antes lo fueron Goethe y Schiller… pero circunstancias desfavorables lograron que este sueño se convirtiera en nada.”

Más adelante llegaron también tiempos de distanciamiento entre Liszt y Wagner provocados por la princesa Karoline von Wittgenstein y por la separación de Cosima y Hans von Bülow. Pero todas las perturbaciones se pusieron en claro en Mayo de 1872. “Tu llegaste a mi vida”, así escribió entonces Wagner a Liszt, (18 de Mayo) «como la más noble persona, a la que podía dirigir mi más confiado lenguaje amistoso. Tú te separaste de mí… porque quizás yo no confié tanto en ti como tú en mi. En lugar de ser yo has sido tú con tu renacido ser interior el que se ha acercado a mi colmando mi anhelo de merecer tu confianza. ¡Así tu apareces en plena belleza ante mí y en mí y estaremos unidos hasta más allá de la tumba! Tú fuiste el primero que a través de tu amor me elevaste. Por segunda vez, con mi enlace, he ascendido a una vida más elevada y he logrado lo que solo no hubiese logrado nunca.” Liszt contestó: (20 mayo) “Profundamente afectado por tu carta no encuentro palabras para agradecerla. Pero espero anhelante que todas las sombras y consideraciones que me encadenan desaparezcan y podamos vernos pronto de nuevo. También quiero sea evidente cuan inseparable está con vosotros mi alma, permaneciendo entrañable junto a la segunda y más elevada vida en la que te encuentras y que dices tú solo nunca habrías logrado. ¡Para vosotros la bendición de Dios, con todo mi amor!”
Liszt estuvo presente en los Festivales de Bayreuth de 1876 y 1882. En su último viaje hacia Bayreuth – en el verano de 1886 – tuvo lugar el “Tristan” que él, gravemente enfermo todavía escuchó, para después entrar en “el milagroso reino de la noche.” El incansable caminante entre dos mundos, el fastuoso de la gloria y el elevado y puro del arte, encontró finalmente patria y paz. Duerme en Bayreuth en una morada sagrada. Cerca de él: Siegfried Wagner, Chamberlain, Hans Richter … ¡El augusto cementerio del Arte Alemán!

Por GEH. RAT PROF. WOLFGANG GOLTHER, ROSTOCK
(Artículo publicado en el Bayreuther Festspielführer de 1936)
1.-Richard Wagner: “Mi Vida” (Munich 1911) Pag. 288.
2.-“Recopilación de Escritos y Poesía” (Edición Popular) IV , Pag. 340.
3.- Escritos de Liszt sobre “El Holandés”, “Tannhäuser” y “Lohengrin”, sumamente eficaces para la comprensión del texto poético de Wagner, a los cuales aquí nos hemos especialmente remitido.
4.- Carta de Wagner a Otto Wesendonk (13 Julio 1853).
Una cosa que mucha gente no tiene en cuenta es que l@s músic@s son, ante todo, personas; y que por tanto tienen su carácter, su manera de oensar, normalmente acorde con la época en que viven, las costumbres, etc.
Y claro, algun@s se sorprenden cuando conocen que Beethoven era una persona de mal genio, huraña…Pero es que se había quedado sordo y cuando estrenó la novena, alguien tuvo que decirle que se volviera de cara al público y entonces se dió cuenta del entusiasmo que había despertado en el público asistente su revolucionaria sinfonía.
No son ni más ni menos que personas que tienen un don especial, están muy dota@s para crear y/o interpretar música. Y son personas normales en todos los aspectos posibles.
Ramon Montanyà
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