Tal día como ayer 11 de octubre pero de 2008, moría en extrañas circunstancias el político disidente austriaco, Jörg Haider. Según las informaciones que lanzó la prensa, el vehículo en el que viajaba Haider se salió de la carretera por razones que nunca se llegaron a concretar. Haider resultaba gravemente herido en la cabeza y el tórax, lo que provocó su muerte poco después del accidente sin que la asistencia médica pudiera hacer nada. La prensa no tardo en buscar historias rocambolescas que dañasen su figura, pero familia y camaradas dudaron desde un primer momento de la versión oficial. Lo cierto es que Haider, se estaba convirtiendo en un serio problema para los partidos del sistema que veían cómo rápidamente adquiría peso y popularidad entre los austriacos, y ponía en peligro el establishment demo capitalista.
Se crió en una familia militante NS (afiliados al Partido en 1929), estaba casado y tenía dos hijas. Entre los años 1986 y 2000 Jörg Haider fue la cabeza del partido austriaco Freiheitliche Partei Österreichs (Partido de la Libertad de Austria – FPÖ), con el que accedió por primera vez a la presidencia de la región de Carintia. En 1999 consolida fuertemente el partido, en el 2000 pasa a ser candidato a primer ministro. La democrática Unión Europea exigió a Austria cancelar su nominación debido a sus tendencias NS. Jörg Haider presidió Carintia durante dos etapas: la primera entre 1989 y 1991 y la segunda desde 1999. En el año 2005 funda el partido BZÖ y, tras las elecciones federales de 2006, el FPÖ y el BZÖ entran en el Parlamento de Viena. Para aquellas elecciones consiguió triplicar los votos de su formación hasta conseguir 21 escaños. El inesperado apoyo que recibió al alcanzar el 11% de los votos, le convertía en una pieza clave en la formación del gobierno de Austria, y en un verdadero dolor de cabeza para los partidos del sistema.

Parece repetitivo el triste final que deben recorrer muchos de los camaradas que comprometen su vida y seguridad, en esta empresa europea de lucha contra el yugo que atenaza los pueblos europeos. El riesgo que debemos sufrir, aquellos que verdaderamente confrontamos al sistema, se gradúa por el número de camaradas muertos en acto de servicio. La legión de combatientes que siempre en extrañas circunstancias perecen, ya sea por un fallo en los frenos de su vehículo, el inesperado suicidio en una celda pocos días antes de su liberación, tiroteados en plena calle por un motorista, o un sinfín más de trágicos sucesos, los hace valedores de la medalla en sangre de la disidencia.

Su ejemplo y compromiso quede presente en el recuerdo.
Manu Baskonia