Menos perros, más niños

Quiero dejar claro desde el principio que soy un firme amante de los animales, en general, y los perros en particular. Desde pequeño he crecido en casa conviviendo con animales, de los cuales, los perros han sido parte fundamental de mi vida y mi niñez. Un fiel compañero al que dar y del que recibir cariño y con el que poder jugar y compartir momentos importantes de mi vida. Por eso, todavía me indigno más ante la situación actual que viven nuestros compañeros caninos, que han pasado a ser una moda más y un objeto de consumo más, como la ropa, los chismes tecnológicos, los coches o cualquier otro artículo que nuestra sociedad “necesita” consumir de forma compulsiva, sin importante lo más mínimo aquello que compra y condenándolo al “usar y tirar”.

Paseando con mi mujer y mi hija por las calles y parques de nuestra localidad, me desagrada comprobar que el consumo masivo de la moda canina ha convertido ciudades y pueblos en verdaderos estercoleros de excrementos. Todas las esquinas, farolas y buzones de correos corroídos por los ácidos orines de los canes, todas las aceras y parques (incluidas zonas infantiles) llenas de heces de perro de diferentes consistencias, tamaños y colores. No hay ni una sola zona que se salve de estar plagada de estos excrementos. Por supuesto, la cantidad crece exponencialmente conforme crece en tamaño la población a la que nos refiramos. Es una verdadera odisea pasear por nuestras inmundas calles, esquivando todo tipo de “minas”. Ya no digo nada de acudir con los niños a los parques para que jueguen libremente por las zonas ajardinadas, que son verdaderos campos de estiércol canino.

Ríase mientras pueda.

Es cierto que algunos dueños de los perros, tienen algo de conciencia cívica y rocían con soluciones los orines de sus cánidos o recogen en bolsitas las heces que depositan en la basura; pero, también es cierto que, la mayoría de dueños de los perros, les importa un bledo dejar las calles y parques completamente intransitables. Para ellos sacar a pasear a su perro 1 hora al día es una incómoda tasa que hay que pagar por tener una mascota encerrada en un minúsculo piso durante las otras 23 horas del día. Por lo tanto, cuanto antes lo haga y lo vuelva a encerrar en casa, mejor.

Antes los perros eran fieles compañeros que cumplían con necesidades concretas de sus dueños: pastorear al ganado, cuidar de una finca o una casa, hacer compañía a personas solitarias o mayores, seguir el rastro de las presas durante una cacería… pero ahora, la mayoría sólo sirven para calmar las ansias de consumo de sus dueños y seguir las estúpidas modas que impone la sociedad.

Es triste ver que la práctica totalidad de gente joven, en edad de procrear, prefiere tener uno o dos perros antes siquiera de pensar la posibilidad de ponerse a tener hijos. ESTAMOS FIRMANDO NUESTRA SENTENCIA DE MUERTE. Puedo entender que la gente tenga mascotas para diversas funciones prácticas, o simplemente para tener compañía, pero lo que no puedo llegar a entender es el suicidio demográfico que nosotros mismos estamos llevando a cabo. Lo primero y más importante que una pareja sana puede hacer para la sociedad es tener hijos. Cuantos más, mejor. El mayor acto de disidencia y heroísmo que puede hacer una pareja joven hoy en día es casarse y tener 3, 4 o más hijos. Esos son los verdaderos héroes y heroínas de nuestra sociedad. Personas que anteponen el deber, el sacrificio, el esfuerzo de criar a sus hijos, antes que caer en el hedonismo, el egoísmo, la vagancia y la dejadez.

Ríase mientras pueda.

Está muy bien tener un perro, pero siendo consciente de que no es más que un animal, por mucho cariño que se le tenga. Los actuales tratos a los canes por parte de sus dueños, humanizándolos, son un claro caso de maltrato animal. Darles comida que no les conviene, engordándolos hasta la obesidad y evitando que hagan el ejercicio necesario para estar en forma, vistiéndolos de formas ridículas, llevarlos en carritos, tenerlos encerrados más de 20 horas al día en minúsculos pisos o incluso en habitaciones… Todos esos comportamientos vienen a decir varias cosas: la primera es que se está sometiendo a esos animales a maltrato físico y psíquico; la segunda es que muchas de estas personas necesitaban tener hijos y lo suplen con un perro; pero como eso es mucho más costoso en esfuerzo y sacrificio tener un hijo, tienen al perro. Del que, por desgracia, podrán deshacerse con bastante facilidad e impunidad cuando ya no sirva a sus intereses, siguiendo la regla del usar y tirar. Basta con ver las perreras de nuestro entorno para darnos cuenta de la cantidad de pobres animales abandonados que existen.           

Por ello, hago un firme llamamiento a toda la sociedad: hay que dejar de lado el hedonismo y empezar a sacrificarnos y esforzarnos para cumplir con nuestro deber de luchar por el futuro. Hay que cambiar placer por deber. Los niños son el futuro y, sin ellos, el futuro no existe. Claro que se puede tener perros, pero en unas condiciones dignas y adecuadas. Eso para empezar. Usar a un ser vivo como “mercancía” y como moda de consumo es un CRIMEN que debería ser severamente castigado, igual que el maltrato. Por eso, es necesario acabar con la moda de los perros y empezar a tener muchos más hijos.

Olíndico

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