Buscando la tumba de Yukio Mishima

Yukio Mishima nacido en Tokio el 14 de enero de 1925, murió en Tokio el 25 de noviembre de 1970, pero su nombre de nacimiento era Kimitake Hiraoka.

Es uno de los grandes escritores japoneses de la postguerra, pero sobre todo es importante por ser casi el único de los famosos que defendió siempre, hasta la muerte, el honor y el sentido tradicional japonés, que está siendo destruido por la influencia americana.

Tras la guerra se alistó un tiempo en el Ejército japonés en 1967, y poco después fundó la Tate no kai (‘Sociedad del Escudo’), milicia privada compuesta sobre todo por jóvenes estudiantes patriotas, que estudiaban principios de artes marciales y disciplinas físicas.

El 25 de noviembre de 1970, Mishima envió la última parte de su tetralogía El mar de la fertilidad (compuesta por las novelas Nieve de primavera, Caballos desbocados, El templo del alba y La corrupción de un ángel que constituye una especie de testamento ideológico del autor, quien se rebelaba contra una sociedad sumida en la decadencia espiritual y moral.

Exposición Mishima.

Después, junto con cuatro miembros de la milicia Tate No Kai fueron al cuartel general de Tokio del Comando Oriental de las Fuerzas de Autodefensa de Japón, leyeron a las tropas un manifiesto que instaba a devolver al Emperador a su legítimo lugar. Como no fue capaz de lograrlo, llevó a cabo su seppuku.

¿Es posible encontrar su tumba y rendirle homenaje?. Para este cometido fue por cuarta vez a Japón el camarada Juni, que ya en Cedade nos había enseñado las bases del judo, tema que encantaba a Jordi Mota, y es un enamorado del Japón tradicional, conociendo su lengua y costumbres.

Veamos su relato porque localizar la tumba de Mishima no fue fácil:

Sí, después de cuatro veces en Japón por fin se realizó el objetivo.

Aunque la 1ª vez fui al Museo de Mishima al pie del Monte Fuji.

El poder honrarla ha sido algo anecdótico y picaresco.

Tras un largo viaje en mil y un metro, tren, etc., con montón de transbordos, al fin llego al Cementerio.

Como hice cuando visité la tumba de Bruce Lee (la de Jigoro Kano maestro fundador del arte marcial y deporte de combate Judo, no fue así), me dirijo a la oficina o directorio del cementerio y pregunto dónde está ubicada la tumba; al entrar ya note algo que no ocurrió en Seattle ni Honolulu. Una quincena de oficinistas me miran, pregunto por la tumba en japonés, me responden que no se puede visitar por expresa decisión de la familia para no perturbar el descanso del difunto, a lo que me hago como el que no entiendo el idioma (mentira lo entendí perfectamente, eso que llevo poco estudiándolo). Inmediatamente el Sensei del lugar me lo dice en inglés, a lo que me hago el sueco,  que entiendo poco inglés, pero un listillo de los 15 oficinistas, ¡zas!, me lo saca impreso en inglés del ordenador. Que era decisión de la familia. Les pido el escrito, pero dicen que no puede darse.

Culto al cuerpo.

Bueno, el que ha estado en Japón, ya sabe como son y yo como algo de español tengo, y no por leer el Lazarillo de Tormes y demás picarescas de nuestro país, si no porque no iba a recorrer más de 13.0000 km por cuarta vez, y habiendo visitado en Hawaii y Seattle otras dos tumbas importantes de mi vida, sin marcharme con la satisfacción del deber u obligación cumplida.

Salgo del directorio del cementerio y me decido a adentrarme por él a buscar la localización. ¡Uf! es inmenso, recordé la odisea de encontrar la tumba de Jigoro Kano con J. Boix sin haber preguntado y fue terrible.

Pero justo voy entrando veo un pequeño kiosco o casita de venta de flores, ¡ya está!, pregunto por la tumba de Mishima y perfecto, saca el plano me lo marca con una línea el recorrido y una crucecita del lugar exacto, y lo mejor me enseña el Kanji de su nombre.

Claro yo sabía su verdadero nombre Kimitake Hiraoka, pero lo que no reconozco es su Kanji. No lo hubiera encontrado nunca.

Los kanjis (literalmente «carácter han») son los sinogramas utilizados en la escritura del idioma japonés, es otro de los sistemas de escritura japonesa.

‘Arigato’ muchas veces y lumbalgia por uno cuantos días (pues hay que inclinarse cada vez que se da las gracias).

Me dirijo al lugar y ¡buf! cuando llego, que ya me lo temía, todas las tumbas iguales o parecidas y ves descifrando jeroglíficos (los Kanjis) también. Pensé quizás haya un pequeño busto o estatua-, nada de nada. Pero como las bendiciones nunca llegan solas, unos abuelos con hija y nieta pasan cerca del lugar, a lo que hay que decir que como buen cementerio, ni un alma, bueno alguna en las calles principales de él, pero a lo que te adentras sólo piedra, fallecidos y watashi (que significa Yo).

Empiezan a ayudarme pero les muestro el Kanji de Hiraoka que me facilitó la florista, y ya soy sincero y con la camiseta que llevo, siendo gaijin (extranjero), y por ahí en el cementerio les digo que es Mishima. Se ríen, pero no encuentran nada, en ese momento pasa una veterana de las que acuden asiduamente al cementerio (se le notaba) y ellos le preguntan, ella sonríe y dice que está allí detrás.

¿Difícil?, hubiera sido casi imposible sin ayuda ya que no está en un pasillo principal.

¡Por fin!. Comparo el Kanji, sí es la tumba de Yukio Mishima.

Tumba de Mishima.

Riguroso rigor de ‘Arigatos’ y más lumbalgia, ¡Ah! pero no sin antes pedirles me hagan una foto, ya que los muertos del lugar no iban a surgir de ellas para fotografiarme.

Me quedo sólo un buen rato honrando a Mishima.

Al fin una de mis asignaturas cumplidas. Arigato por compartir conmigo una experiencia que me emociona y hace sentirme feliz.

Mattane (o sea hasta la próxima que nos veamos).

Juni

2 comentarios sobre “Buscando la tumba de Yukio Mishima

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