El Romanticismo Europeo: Música, literatura y filosofía, tres artes conectadas (2/2)

En esta segunda parte, comenzaremos dando paso a la música instrumental y sus nuevos horizontes en el S.XIX a la luz de las nuevas corrientes estético-filosóficas.

-Principalmente la música instrumental pasó a ser vista como un arte autónomo capaz de expresar lo inefable y el compositor comenzó a ser tratado como el genio intermediario entre la audiencia y el mundo espiritual al que daba acceso cada obra musical.

Se valora estéticamente de por sí la música, saltando el paradigma de la elocuencia verbal exigida desde las perspectivas clásicas. Lo principal es la valoración de los principios de unidad y coherencia en la obra musical.

Así pues, con Beethoven se abre el camino a la música como expresión del sentimiento puro, superando así la búsqueda de la belleza clásica, viendo como en el desarrollo del romanticismo de la ópera alemana ésta dará un paso decisivo a la descripción del entorno, de los sentidos que reflejan la acción dramática. Todo cristalizará en el ser del personaje y su drama, y poco a poco llegará a profundizar en los sentimientos íntimos personales tanto como en el reflejo de las situaciones y el entorno. La llamada «música de programa» que Liszt o Berlioz desarrollaron fue el paso final para dar a la música el papel «parcial» de un arte más completo, expresando así la música el sentimiento puro, pero haciéndolo más comprensible al unirlo a un «programa lógico», o sea, a un texto o idea que promovía ese sentir (conexión fundamental entre texto e inspiración poética, así como filosófica).

Carl Maria Von Weber.

El conjunto ya no es solo sentimiento puro musicalmente expresado, sino un sentimiento que emana de un motivo pensado previamente no es propiamente una «descripción» (lo que no es objeto de la música en realidad), pero sí una sensación que surge de una situación o idea concreta, algo evocativo.

Weber fue esencial en ese camino hacia la expresividad dramática en la ópera, al mejorar enormemente la expresión mediante la música del entorno y del ambiente, siendo en este tema muy tenido en cuenta por Wagner. Sin duda Marschner con «El Vampiro» (seña de la influencia literaria gótica y oscura en el arte romanticista) bebe de esa misma fuente, y así casi toda la ópera alemana romántica.

Weber, tenía la gran idea de crear una ópera nacionalista alemana, la cual fue la que le llevó a la gran fama popular que tuvo.

Es en 1810, cuando en Heidelberg conoce a fondo el romanticismo literario que allí florecía, se deja embaucar por el ya relativamente pasado aliento de Hölderlin y Novalis con sus “Himnos a la Noche”, llega a un romanticismo más natural y menos inflamado, dejándose influenciar en sobremanera por la gran sensibilidad poética de estos autores.

El poeta Herder (1744-1803) había propugnado volver a fijarse en la Historia popular, empezando por la Edad Media. Fue un filósofo, teólogo y crítico literario alemán cuyos escritos contribuyeron a la aparición del romanticismo alemán. Como instigador del movimiento conocido como Sturm und Drang («Tormenta e ímpetu»), la vertiente alemana del Prerromanticismo europeo, (de gran importancia para el posterior desarrollo del romanticismo total) inspiró a muchos escritores, entre ellos, y muy especialmente, al joven Goethe a quien conoció en  Estrasburgo en 1770 y que posteriormente se convertiría en la principal figura del clasicismo literario alemán, aunque se distanciaría notablemente de Herder, miembros del Círculo de Jena, movimiento que retoma los fundamentos teóricos de una renovación estética y metafísica alemana , fuente del primer romanticismo germano.

Retrato de Johann Gottfried Herder por Gerhard von Kügelgen.

En 1816 se estrenan «Undine» (Ondina) de ETA Hoffman y «Fausto» de Spohr que son obras ya románticas.

ETA Hoffman declaró en 1819 «Una verdadera ópera me parece que sólo puede ser aquella en la que la música emane espontáneamente del poema como algo necesario».

Alemania, por ejemplo, tenía aún grandes bosques, una naturaleza salvaje, cuentos populares (que los Hermanos Grimm en 1812 empezaron a publicar) y es de ahí de donde sale la afición a temas populares y tradicionales.

Wagner unificará todo ello al entender la música como un lenguaje más, unido al texto poético y al «lenguaje» de la representación teatral. Es la obra de Arte Total. Lo trataremos más adelante.

ETA Hoffman.

El culto a los héroes mitológicos, ficticios y legendarios es uno de los legados más persistentes del Romanticismo. El tipo del héroe romántico fue un tópico originalmente codificado en la obra y en la biografía de Lord Byron (poeta inglés, muy conocido por el orientalismo en sus vestimentas, 1788-1824). Él proporcionó el modelo del héroe rebelde, sujeto a violentas pasiones, consciente de sí mismo y de su identidad única, habitualmente condenado a expiar alguna falta de carácter moral cometida en la juventud para acentuar su aislamiento social. El tipo literario tuvo también influencia en la composición, tal como se ilustra a través de las adaptaciones musicales de las obras de Byron. Son ejemplos de esto Harold en Italia, de Berlioz, y la Sinfonía Manfred, de Tchaikovsky.

Tratando los principios filosóficos, la historia de las ideas y de la cultura considera el romanticismo un movimiento estético y literario, sin embargo, su origen responde a una cuestión esencial de la Filosofía, con una actitud altamente contestataria contra las formas políticas establecidas y la educación recibida de la generación anterior. La búsqueda de una edad heroica determinó una concepción del tiempo y su proceso civilizador opuesta a la pretensión ilustrada de progreso. El primer precedente es Hamann, una teología crítica alimentada por el pietismo que interiorizó a la vez el empirismo de Hume. Con Herder la Naturaleza se convierte en medio y fin de la nueva educación, recuperando de alguna manera lo que fue el radicalismo de Rousseau. Para Kant, aquella moda era estridente, sin embargo, comprendió de ellos las aporías de un finalismo organicista de la Naturaleza y la incapacidad de explicar este proceso desde el determinismo físico laplaciano, vigente en las ciencias experimentales. Frente a la casuística externalista, la libertad se convierte en la esencia de lo humano. Esto apasionó a los románticos. Para Schiller, es el motor de la historia humana, que está por encima de la historia natural —el Espíritu, según Hegel—. Este fue el contexto de la Filosofía que Fichte enseñaba, el idealismo: el deber de acción es anterior al propio deber moral. Y esta es la Filosofía de los «años de formación» de Schelling, los Naturphilosophen y el mismo Hegel. La voluntad de acción de la Filosofía fichteana es en Novalis y Hölderlin una «fuerza inconsciente». Contemplan el sublime proceso de la Naturaleza, como una transposición de su propia juventud vivida, de la contradicción y devenir de su propia psique: la crianza que supera años e incorpora etapas. Por eso Hegel apunta en su semestre de 1805/06, la Realphilosophie: «¿La Tierra tiene una historia? ¿Qué es historia?».

La cacería salvaje de Odín, Peter Nicolai Arbo.

El romanticismo significa uno de los mayores cambios ocurridos en la conciencia europea. Antes que nada, fue un movimiento filosófico. Como transformación del pensamiento de la civilización occidental sigue en cierta manera vigente aún hoy. Surgió en aquel puzle de ducados alemanes, naufragio político del Sacro Imperio, cuando el «simbólico» emperador ya sólo se ocupaba de sus asuntos italianos y de sí mismo. Sucedió también en disonancia con la filosofía hegemónica y sólo tras el auge de Napoleón y su gran efecto «mediático». Napoleón creó la Confederación de los Estados del Rhin y aplicó en ellos el nuevo Derecho civil. Aquellos Estados tomaran conciencia de su raíz común, al menos de manera popular, nunca institucionalmente. Es esta otra escisión, emocional, que se sumó intrínsecamente a la anterior.

Frente al realismo pasivo y conformista que disecciona los objetos empíricos del mundo, el romántico buscó sumergirse en los parajes más profundos de la psique. Por eso mantenemos que el romanticismo tiene su origen en esta posición filosófica radical, y fue deudor durante más de una década de las obras de algunos otros filósofos de no menor importancia.

Saber qué representó la Ilustración para el romanticismo interesa más que lo que signifique para nosotros. Las Luces inician aquello que la Filosofía analítica, en su inversión de la Metafísica, haría suya de otra manera; toda pregunta puede ser respondida racionalmente, y sobre la que no se pueda lo mejor es callar. Pero el romanticismo va a las preguntas que rompen ese límite. Tal vez nosotros no sepamos la respuesta, pero quizá «Alguien» la sepa. A lo mejor se supo en una edad de oro perdida, ¿o tal vez la edad de oro esté por llegar? Hegel prefirió exactamente esta última formulación, un saber absoluto como destino de la razón es algo que todos pueden compartir.

La dama de Shallot, John William Waterhouse.

Kant, maestro de Hamann y Herder, detestaba el romanticismo por extravagante. Para Hegel, que creció militando en sus filas, se convirtió también en una pesadilla de la que apenas pudo despegarse. Pero, por ironías de la vida, Kant fue considerado uno de los inspiradores del romanticismo. Las diatribas contra la razón molestaban a Kant; él no sólo admiraba el rigor lógico y las ciencias naturales, sino que le gustaba considerarse también cosmólogo, ahí está como aportación su libro Teoría del cielo (1755). Aunque su verdadera preocupación fueron los impedimentos que encuentra la acción humana; una cosa es la cadena causa-efecto de la Naturaleza que nos rodea, y otra el obstáculo que los hombres ponen a su propio proyecto emancipador.

En la tradición de la filosofía idealista alemana, el tiempo adquirió un aura de pureza mística debido a su independencia de la sustancia material, y consiguientemente pasó a ocupar un puesto más elevado en su escala de valores. El espacio era estático, palpable, medible, claramente divisible e inanimado, pero el tiempo parecía vivo, dinámico, inapresable excepto en la imaginación y la experimentación, y latiendo con un espíritu puro. No es de extrañar que Hegel describiera el tiempo como un proceso de negación consecutiva, una «serie de ahoras» en la que cada momento niega a su predecesor, idea que se aprecia muy notablemente en la música por ser un arte en directo.

Son también importantes las ideas de Hamann en “Contra la Ilustración» y «La naturaleza como educadora”, de Herder.

Franz Liszt.

Procediendo a poner ejemplos más concretos en referencia a compositores, trataré a los que he considerado más interesantes para lo que nos incumbe:

-Respecto a Liszt, es significativa su aportación al género del poema sinfónico, que el mismo acuñó (en referencia al término) que como su propio nombre indica, refleja una gran aportación por parte del género literario, describiendo alguna imagen concreta o alguna alusión literaria en el que también se adentrarían compositores postrománticos como Rachmaninoff o nacionalistas como Smetana. Liszt fue muy influenciado literariamente por la Condesa de Agoult, gran amante suya.

-Hablando de otro pianista, Chopin, no se sintió muy atraído nunca por inmiscuir la literatura en su música, también por el carácter exclusivamente pianístico de sus composiciones. Lo que sí introdujo del arte literario fueron algunos poemas que emplearía como letras de sus «lieder«. Los poetas más importantes en los que se basó para componer estas canciones fueron Stefan Witwicki y Adam Mickiewicz, ambos compatriotas suyos.

-Sobre Schubert, una de sus primeras canciones fue el lied «El rey de los elfos», sobre un poema de Goethe. En su poema original, Goethe cuenta la historia de un padre que lucha por la vida de su hijo, amenazada por un ser sobrenatural que representaría a la muerte, tema trascendental en el romanticismo.

También es destacable «La muerte y la Doncella», Lied sobre el que se basaría como tema principal del segundo movimiento de su famosísimo cuarteto de cuerda, con texto de Matthias Claudius, compuesto en el año 1817.

-En cuanto a Rossini, uno de los autores de los que más se influenció fue Cesare Sterbini. En su más famosa obra: Guillermo Tell, obra de 1829, hay varios autores a mencionar, primeramente , los del propio libreto: Victor-Joseph Étienne de Jouy e Hippolyte Louis Florent Bis,  y por otro lado,  el autor de la obra teatral del mismo nombre: Johann Christroph Friedrich von Schiller, nacido en Marbach am Neckar, Alemania, el 10 de noviembre de 1759 , poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán, está considerado junto a J. W. Goethe, el dramaturgo más importante de Alemania, así como una de las figuras centrales del clasicismo de Weimar, y Beethoven adaptó su famosa Oda a la Alegría en su novena Sinfonía, cantada por el coro del movimiento final, poema jovial y que aclama la felicidad y la libertad como fuentes de vida para el hombre, ideales con los que el genio de Bonn se sentía muy cómodo.

-Acerca de Beethoven y el heroísmo es destacable su sinfonía Heroica, la tercera, dedicada en principio a Napoleón, pero sustraída debido a la decepción de Beethoven para con el autoproclamado emperador y sus tendencias políticas.

-De Meyerbeer, citaré sus obras en las que siempre destaca una visión típicamente romántica, como en «La Pompe funèbre», obra de 1815 en la que habla sobre temas trágicos, y, también en 1815, una comedia titulada «Une nuit de la garde nationale» en la que, a pesar de su tono humorístico, introduce uno de los escenarios más propios del Romanticismo: la noche. Émile Deschamps fue el que se encargó de ponerle al libreto de “Les Huguenots” un toque más poético ya que este fue uno de los poetas más reconocidos de la época en Francia. Fundó en 1824, con el reconocido escritor Víctor Hugo, la Muse française, en la que diferentes escritores y poetas plasmaban algunas de sus obras.

-Wagner ofrece un abanico muy amplio, que resumiré en sus valores y fuentes fundamentales:

Su relación con grandes y renombrados (hasta nuestros días) filósofos, como Schopenhauer, con quien mantuvo una estrecha relación que enriqueció su visión y sus composiciones de Arte Total.

Schopenhauer.

Wagner y Schopenhauer tenían en común una visión seria de la vida y nunca se fijaban en lo superficial de esta. En Wagner el pesimismo siempre fue activo, fuerte pero consciente, compasivo y redentor. El pensamiento de Schopenhauer tuvo como punto de partida a la filosofía de Kant, por la que esta influyó inevitablemente en la filosofía de Schopenhauer y por lo tanto en el pensamiento eminentemente Wagneriano.

Por ejemplo, Rienzi fue una obra cuyo libreto (del propio compositor) está basado en la novela homónima del escritor y político Edward Bulwer-Lytton. Wagner se basó muy fidedignamente a esta novela y le añadió música de manera magistral marcando punto un de inflexión en su carrera.

Su Tristán e Isolda, inspirado en el folklore europeo medieval.

El Holandés errante, basado igualmente en temas romanticistas y mitológicos.

Su Tetralogía, de directa influencia mitológica de las Eddas Nórdicas y de ancestrales historias germánicas le confieren un aura nacionalista y de ensoñación, extrayendo de esos mitos un profundo sentido de la existencia que va más allá de la supervivencia.

Su influencia religiosa en Parsifal, que le distanció de Nietzsche, por su visión proto-cristiana de la redención.

-De otros compositores como Schumann destaco sus «Lieder» y “Escenas musicales”, muy dadas al poetismo lírico.

-En el marco teórico, citaré a Hanslick, con su aportación a éstas cuestiones en » De lo bello en la música», un ensayo estético de 1854 en el que hace eco de la “audibilidad pura” de la música, es decir, su no relación directa con otras Bellas Artes.

El principio de la unidad del arte (no de unión entre todas las artes, si no el de el propio valor de cada una “per sé”) instaurado por Hegel pa­recía que estuviese a punto de transformarse en el de la relación íntima de las artes, con un Wagner que impulsaba la capacidad expresiva de la mú­sica hasta el simbolismo descriptivo de sus temas. Contra este estado de cosas Schumann había ya saludado en el jovencísimo Brahms al formalismo clásico, también interesante y glorioso, aunque no renovador.

Hanslick permaneció siem­pre unido en devota amistad para con Brahms y sus principios artísticos y musicales, que refleja en el anteriormente citado ensayo de 1854.

Para finalizar y como conclusión, diré que apreciar la síntesis entre las diversas disciplinas de esta enorme corriente cultural, pasando por sus particularidades locales o sus inminentes nexos con la filosofía o la política nos aporta una gran perspectiva que sin duda enriquece nuestra visión de estas tendencias artísticas.

Abraham.

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