Nuestros respetos a uno de los últimos maestros platónicos de Europa, Proclo, que nació un 8 de febrero del año 412.
Proclo (412 – 485) fue un filósofo neoplatónico griego, representante de la escuela neoplatónica de Atenas, junto a Plutarco, fue uno de los más grandes platónicos y uno de los últimos filósofos clásicos.
Hegel reconoce que fue su gran influencia con Heráclito, y pseudo-Dioniso u otros cristianos no hubieran sido nada sin su manual «Elementos de Teología».
Nace en una generación donde los cristianos estaban a punto de cerrar la academia, un punto donde sabios como Olimpiodoro, Damascio, Siriano de Alejandría… a mi humilde parecer, llevan la teología platónica a su extenuación y más alta belleza.
Una pena que Teurgos como Jámblico, Proclo, Juliano… se escuchen tan poco cuando aún tienen tanto que decir. Al menos para unos pocos.
«Por lo tanto, abandonemos ahora de una vez el conocimiento de la multiplicidad, exterminemos de nosotros mismos toda la variedad de la vida, y en perfecta tranquilidad acerquémonos a la Causa de todas las cosas.
Para esta empresa, que no sólo la opinión y la fantasía cesen en nosotros, ni tampoco solo se pacifiquen las pasiones que impiden nuestro impulso anagógico – espiritual – al Primero; sino que también el aire esté quieto, que el universo mismo esté quieto, que todas las cosas culminen con un Poder sereno e imperturbable hasta la comunión con lo Inefable.
También, estando allí, habiendo trascendido lo Inteligible, y con los ojos casi cerrados adorando como si fuera el Sol naciente, ya que no es lícito para ningún ser contemplarlo intensamente -contemplemos el Sol de donde procede la luz de los Dioses inteligibles, emergiendo, como dicen los poetas, del seno del océano; y de nuevo, desde esta tranquilidad divina que desciende al nous -intelecto-, y desde el nous, empleando los razonamientos de la psike -alma-, relacionemos con nosotros mismos cuáles son las naturalezas luminosas para esta progresión, de las cuales primer Dios está exento y trasciende.
Celebrémosle, por así decirlo, no como el que estableció la tierra y los cielos, ni como el que dio la subsistencia a las psike, y las generaciones de todos los animales; pues a éstos los produjo ciertamente, pero entre las últimas cosas; sino que, antes de esto, lo celebremos como revelando a la luz todo el género inteligible e intelectual de los Dioses, junto con todas las divinidades supramundanas y mundanas -como el Dios de todos los dioses, la unidad de todas las unidades, y más allá del primer templo, -como más Inefable que todo silencio, y más desconocido que toda esencia, -como sagrado entre lo sagrado, y oculto en los dioses Inteligibles.»
Proclo, «Teología de Platón», 2.13.
E.N.
La tensión entre formulaciones bastante parecidas como lo fueron el neoplatonismo helenístico y el cristianismo provocó dislocaciones y enfrentamientos muy lógicos por otra parte; los filósofos paganos defendían su propio terreno frente a una religión novedosa que para ellos implicaba dificultades insalvables. Por ello el jurista y senador Calímaco , posteriormente, tuvo que defender desde un punto de vista jurídico frente a Ambrosio el Altar de las Vírgenes Vestales de su amenaza de destrucción. El gran erudito Werner Jaeger en su «Cristianismo Primitivo y Paideia Griega» señaló a Orígenes como la cima de intensidad telúrico-teórica donde se induce, con mayor o menor coherencia , una «fusión» entre cristianismo y filosofía helenística. E. Elorduy incidió en la importancia del Logos estoico como prefacio de no pocas afirmaciones del cristianismo sobre la Naturaleza humana y cósmica. Y san Agustín abraza a Platón por medio de Plotino. Bertrand Russell en su «Misticismo y Lógica» apuntó como Euclides utilizaba «axiomas ocultos» de forma inconsciente a la hora de demostrar sus proposiciones. Pues bien, tanto el neoplatonismo como los escritores cristianos coetáneos utilizan su argumentario propio, con ocultaciones, que favorecían su propia causa más que la superación hegeliana del pensamiento del adversario . El neoplatonismo, con su matematicismo cientifista , y, su viento seco y fértil, para la sensibilidad y el intelecto, siempre me ha gustado especialmente. El inmenso helenista irlandés E. R. Dodds en Oxford fue , durante algún tiempo, considerado un filósofo neoplatónico y seguidor de la religión neoplatónica incluso; exageración momentánea, pero libertad bendita , que un san Ambrosio no acabaría de comprender, de aceptar ni podría asumir como digna y valiosa para fortalecer al hombre y honrar al Dios inmanente y trascendente.
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