Represión contra el disidente rumano Florin Dobrescu

Florin Dobrescu ha sido procesado por las autoridades rumanas por organizar en Tâncăbești el homenaje anual al Capitán Codreanu en el lugar donde fue asesinado.

Dobrescu tiene 48 años es Licenciado en Geografía por la Universidad de Bucarest (1998) y Educación (2000). En la actualidad trabaja como docente y está involucrado en actividades de investigación sociológica e histórica rumana.

Miembro de la Asociación para la Memoria de la Identidad de los Cárpatos. También fundador y gerente de la Editorial Sânziana, que se dedica a editar numerosos libros y documentación histórica y política. Su actividad se ha centrado en la investigación sobre temas relacionados con la historia de la Resistencia Nacional Anticomunista y el Movimiento Legionario, materializada en conferencias, simposios, artículos en las publicaciones Buciumul, Permanenţe, Buna Vestire y en programas de televisión.

Desde mayo de 1996, miembro del Partido «Todo por la Patria». Jefe de la Organización Sector 4 de Bucarest desde 1997. Miembro del Consejo Político desde 1998. Miembro permanente desde 2001. Secretario General del partido entre 2005 y 2011. Actualmente, Presidente Ejecutivo.

En el centro con chaqueta verde y sujetando el megáfono Florin Dobrescu.

Debido al papel relevante que está adquiriendo Dobrescu, tanto en el combate cultural como en la política de partido, la justicia rumana, temerosa del dinamismo militante de Dobrescu, ha iniciado un proceso contra él. Así lo ha explicado él mismo en sus redes sociales:

Queridos amigos,

Es mi deber darles a conocer un nuevo intento de intimidación, mediante el cual se desea, en realidad, detener mi actividad de revelar y promover la verdad histórica y la Memoria de la Resistencia Anticomunista en Rumanía.

Ayer viernes 19.02.2020, fui escuchado por los representantes de la Policía, informándome de la existencia de una causa penal en la que se me acusa de violar los artículos 4 y 5 de la Ordenanza de Emergencia del Gobierno 31/2002 sobre la prohibición de organizaciones, símbolos y hechos de carácter fascista, legionario, racista o xenófobo y la promoción del culto a las personas culpables de cometer crímenes de genocidio contra la humanidad y crímenes de guerra.

En concreto, se me acusa de cometer delitos de promoción pública del «culto a las personas culpables de delitos contra la humanidad y crímenes de guerra», promoviendo, en público, «ideas, conceptos o doctrinas fascistas, legionarias», pero también “hacer, vender, difundir, así como retener para difundir símbolos fascistas, legionarios”. En concreto, la acusación que se me presenta está relacionada con el inicio de la organización el 30/11/2019, de una ceremonia religiosa conmemorativa de Corneliu Zelea Codreanu, en el lugar de su asesinato en 1938, respectivamente en DN1, cerca del bosque de Tâncăbești, donde se ubica y un crucifijo monumental que recuerda a ese asesinato político.

Sé que mis actividades culturales-educativas, conmemorativas y editoriales, que muchas veces contradicen la nueva ideología de la corrección política, han perturbado durante muchos años a esos círculos antinacionales y anticristianos, que quieren a toda costa amputar y falsificar la reciente historia de Rumania, enterrando en el olvido a las figuras emblemáticas de la dignidad rumana, que se oponían al totalitarismo, y para desviar la atención de los horribles crímenes cometidos por los agentes del internacionalismo comunista. El objetivo final es, por supuesto, la aniquilación de nuestra identidad nacional. El nuevo marxismo no se puede implementar en un campo donde todavía existen Dios y la conciencia nacional.

Hubo un momento en que tales ataques y presiones provenían del Instituto Elie Wiesel y otras oficinas conectadas a él. Después de repetidos fracasos, han adoptado durante mucho tiempo la táctica de mi completa ignorancia. Ahora encuentro que el mismo tipo de ataques provienen de una dirección completamente sorprendente. De algunas organizaciones que militan por la autonomía de la Tierra Szekler. Mientras que el Instituto Wiesel guarda silencio y probablemente se frota las manos porque otros están haciendo su trabajo.

Pero me parece increíble que la Fiscalía esté persiguiendo una notificación aberrante, por la que se acusa a un ciudadano rumano de iniciar un servicio religioso, un servicio conmemorativo, para la conmemoración de un cristiano ortodoxo asesinado en ese lugar. Sea él una figura histórica de la talla del conmemorado en este caso. Por tanto, creo que ya se está cruzando una cierta línea roja y que en realidad estamos lidiando con una grave violación del derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, garantizado por la Constitución rumana y el Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Quiero transmitirles a todos que estas presiones e intentos de intimidación no me impedirán decir la verdad. ¡Porque solo la Verdad nos hará libres!

Imágenes de homenajes de diferentes años:

Presencia de agrupaciones europeas.

Manu Beramendi

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