“Si la prosa del doctor Gregorio Marañón nos gusta tanto; si, en ocasiones, literalmente, nos embriaga el efecto no es extraño a su calidad de vehículo de ideas muy claras, muy nuevas y muy importantes. Bien musculados, finalmente nervudos algunos fragmentos de esta prosa han de pasar, estamos seguros de ello, a las antologías futuras como sanos ejemplos de ideológica organización. ¿Alcanzan a la acidez, a la sequedad aristocrática de los discursos del matemático Joseph Bertrand, el mejor prosista, después de Voltaire, que haya conocido la lengua francesa ¿No les andan muy lejos? Aquí, el castellano, sin renunciar a ninguna de sus virtudes esenciales, se adelgaza un poco, se desnuda y apresura un poco, en humor y designio de ponerse a compás de la austeridad del pensamiento, a la vez que de las urgencias de las horas.” 1924
E. D’Ors. Nuevo Glosario. P. 866. Aguilar. Madrid, 1947