1º de Mayo: Mucho por lo que luchar

Históricamente, fue en Inglaterra donde primero pudo observarse la aparición de un movimiento obrero, con los primeros sindicatos del obrerismo inglés, que fueron las Trade Unions, con la influencia de hombres como Robert Owen, de una cultura radical y obrera, que recogía elementos de la tradición inconformista de la disidencia, que no apareció súbitamente sino en el marco de un movimiento amplio de lucha popular, de afirmación obrera, de revueltas campesinas, de antimaquinismo, y del desarrollo de un asociacionismo obrero distinto al tradicional corporativismo gremial, que partió de los trabajadores artesanos y de oficio, que querían detener la marcha de la economía de mercado forzados a contrarrestar las repercusiones laborales y sociales de unos continuos y espectaculares cambios tecnológicos.

Las primeras asociaciones del movimiento obrero no se quedaron solo en pedir unas justas reivindicaciones laborales, sino que aspiraban también a una nueva forma de vida. Así surgió la AIT, que fue la Primera Internacional, cuya expansión se produjo a partir de 1871, después de la Comuna de Paris, y que fue impulsada sobre todo por el bakuninismo (Bakunin fue el creador del movimiento anarquista enfrentado a Marx durante la I Internacional). La consolidación de los Estados burgueses, y en general, de los regímenes liberales y parlamentaristas, acompañó el desarrollo de una nueva sociedad industrial y la expansión del capitalismo industrial en Europa que provocó una serie de profundas transformaciones estructurales como procesos de proletarización campesina, el crecimiento de modernas y conflictivas poblaciones urbanas y un aumento espectacular de la población obrera. Al lado del viejo trabajador de oficio, con el que apareció el movimiento obrero de la Primera Internacional y la construcción de los grandes sindicatos del siglo XIX, cada vez fue más clara la presencia de unos sectores de trabajadores relacionados con los nuevos tipos de industrias. De ahí que, a los 25 años de la fundación de la Primera Internacional, la AIT, cuando se celebraron los Congresos de Paris que dieron lugar a la Segunda Internacional, el obrerismo estuviese forzosamente abocado a iniciar una nueva etapa, en la cual, el movimiento obrero iba a ocupar ya un lugar central, convirtiéndose en uno de los ejes de la vida política de los Estados modernos.

Bakunin.

El 1º de Mayo, concretamente, conmemora el inicio de la huelga que en 1886 dio pie, en Estados Unidos, a la jornada laboral de 40 horas, y en recuerdo de los “mártires de Chicago”, unos anarquistas que pagaron con su vida esa justa reivindicación.

Pero el movimiento obrero, ya desde la I Internacional, tanto por parte de los seguidores de Carlos Marx como por parte de los seguidores de Bakunin, es decir, tanto por los marxistas como por los anarquistas, tenía un problema: el internacionalismo. Marx y Bakunin tenían muchas diferencias, pero ambos eran internacionalistas, y el internacionalismo proletario se estrelló con la realidad en la Primera Guerra Mundial, cuando los obreros de todos los países se sentían antes franceses o ingleses o alemanes que de clase obrera. Hasta ese momento, Marx tenía razón cuando decía que los trabajadores no tienen patria, porque efectivamente, los Estados no defendían a los trabajadores sino a la burguesía. Pero tras la Gran Guerra, surgió un Estado que no era burgués y que sirvió a los intereses de todo el pueblo, y no solo de la burguesía. Fue el Estado fascista italiano, de la mano de un socialista llamado Benito Mussolini que nacionalizó el socialismo, haciéndolo llamar fascismo. Y tras esa primera experiencia de un socialismo nacional vino otra que fue la de la Alemania nacionalsocialista. La primera parte del programa de cuatro años del gobierno nacionalsocialista alemán fue anunciada el 1 de mayo de 1933 en una reunión que fue un récord mundial en lo que se refiere a concurrencia: un millón y medio de trabajadores alemanes en el aeropuerto de Tempelhof en Berlin, convocados por el Canciller alemán Adolf Hitler. Su voz fue retransmitida a la enorme concurrencia. En esa ocasión, Hitler dijo: «De un gran día de fiesta marxista, los nacionalsocialistas han transformado el primero de mayo en lo que llaman «El día en honor del trabajador alemán», para demostrar que el gobierno atribuye el debido valor al trabajo de los obreros, tanto industriales como agrícolas y de su contribución al bienestar de la nación alemana».

Primero de mayo de 1933.

Fue la primera vez que el 1º de Mayo dejó de tener un carácter internacionalista para adoptar un carácter nacional. Pero eso no quedó solo en los discursos de Hitler y de otros dirigentes nacionalsocialistas, sino que se llevó a la práctica mediante el Frente del Trabajo, que fue la organización obrera con más afiliados de la historia, dirigida por el líder sindical Robert Ley (1890-1945), y todas las organizaciones vinculadas al llamado “ejército socialista de la pala”. Y también por el Servicio del Trabajo dirigido por Konstantin Hierl (1875-1955), institución que velaba por el empleo durante la “Gran Depresión”.

Hoy, el 1 de Mayo nos recuerda que aún hay mucho por lo que luchar pues el sindicalismo y el socialismo son incompatibles con el mundialismo y el capitalismo, y la precariedad laboral de los trabajadores es la riqueza de la patronal que usa a los trabajadores como mercancía en esta dictadura bancaria que llaman cínicamente “democracia”.

Primero de mayo de 1933.
Primero de Mayo de 1933.

En la España actual, además, padecemos desde 1975 un régimen de aniquilación nacional y más recientemente de excepcionalidad permanente, pues el régimen del 78, lejos de ver alterado su rumbo por causa del coronavirus, sigue su curso disgregador a velocidad de crucero. A su habitual carácter aniquilador de la nación española, ahora añade su vía autoritaria, fundamentada en la emergencia de una crisis sanitaria interminable. Por eso, Quien quiera ser español tiene la ingente labor de construir la Nación española y movilizarse para ello. Y deberá hacerlo en ruptura con el régimen antinacional y antisocial de 1978.

Los mensajes demasiado generales, vacíos y populistas no pasan de la demagogia barata. Es necesario además hacer propuestas positivas concretas. Algunas de las muchas reivindicaciones que hoy son urgentes serían, entre otras, éstas:

-Un plan de reindustrialización que facilite la apertura de nueva industria y medidas para hacer frente a la deslocalización de esas empresas que trasladan la producción a países donde producen con mano de obra semiesclava los productos que posteriormente venderán aquí. La crisis del coronavirus ha dejado claro que una nación sin industria es una nación sin soberanía y totalmente dependiente, prueba de ello fue la incapacidad de abastecer a la población y a los mismos sanitarios de mascarillas, guantes y demás EPIs.

A raíz del incidente que tuvo lugar en el Canal de Suez, es preciso insistir también en cadenas de aprovisionamiento más cortas, es decir, más locales.

-Nacionalización de las compañías de suministros básicos: No se puede permitir que empresas privadas hagan negocio e incluso manipulen los precios a su antojo de suministros básicos como la electricidad.

-Defensa de los autónomos y del pequeño comercio frente a la cada vez mayor presión fiscal y la liberalización de días y horarios de apertura, que hace imposible que compitan con las grandes cadenas. Igualmente, es preciso reclamar ayudas reales y directas a los sectores que son obligados a cerrar como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Si es por el bien común, es justo que se cubra las pérdidas.

-Vivienda digna y accesible: La vivienda debe ser un derecho y no un privilegio. Se hace necesario una política que facilite el acceso a una vivienda y que luche contra los fondos buitre, que especulan con la vivienda para disparar su precio. Conocidos son los casos de compras de viviendas sociales por estos fondos de inversión para acosar a sus propietarios, forzar su abandono y posteriormente venderlas a un precio elevado o multiplicar el precio del alquiler de vivienda que eran Viviendas de Protección Oficial para gente sencilla.

-Prioridad nacional: Aplicación inmediata de este principio en el acceso a un empleo o ante las ayudas sociales. En España, los españoles primero, y, por tanto, los puestos de trabajo españoles son para los trabajadores españoles. La inmigración extraeuropea, y las deslocalizaciones de empresas crean paro.

-Defensa del sector primario español, estableciendo unos precios justos e impidiendo la llegada masiva de productos del tercer mundo que no cumplen con las duras exigencias sanitarias y de calidad exigidas a los agricultores y ganaderos españoles.

-Defensa del sistema público de pensiones, con cuantías dignas y acordes al nivel de vida. Asimismo, es preciso reclamar una mayor inversión en residencias de ancianos, para que los que han contribuido toda su vida con España pasen sus últimos años con dignidad, y evitando la gestión privada que en muchas ocasiones recortan calidad para aumentar sus beneficios.

-Protección de los derechos laborales de los trabajadores. Cada crisis no puede ser la excusa para mermar las condiciones laborales de los trabajadores. Recortemos gastos políticos superfluos y las duplicidades en administraciones. Ahí es donde hay que llevar a cabo los recortes, y no en los servicios públicos.

Pero además de esas propuestas positivas concretas para hoy, debemos tener claro que hoy es necesaria una refundación de la nación española en torno a los siguientes ejes:

-Soberanía nacional, que implica la salida de España de la OTAN y el rechazo del euro y de la actual Unión Europea. Todo ello en la perspectiva de una Europa independiente y autónoma, socialmente avanzada y articulada mediante fórmulas confederales, una Confederación europea.

-Constitución de España en forma de República presidencialista en cuanto a su forma de gobierno, federal en cuanto a su estructura territorial —con supresión de autonomías, cupos y fueros, pero con autogobierno para los pueblos de España— y con separación estricta entre Estado e iglesias.

-Socialismo apoyado en cuatro grandes pilares: propiedad pública de los grandes instrumentos de producción y cambio; planificación que permita dirigir la economía, y no sufrirla; tendencia a configurar el excedente creado por el trabajo nacional como fondo comunitario, destinado según convenga a los intereses generales; y cogestión aplicada a todos los niveles de gestión del sector socializado y de la planificación.

Para ello, la vía es la acción directa de masas del pueblo trabajador español cuando sea posible promoviendo la resistencia frente a los planes de ajuste económico favorables al gran capital, y el rechazo del cretinismo parlamentario.

El parlamentarismo y los grandes sindicatos que hoy son órganos del régimen del gran capital son, por el contrario, la vía directa a la aniquilación de toda alternativa digna de tal nombre. Una alternativa posible a este régimen de aniquilación nacional debe empezar por abandonar la literatura fantástica y adoptar un enfoque político si queremos hacer frente a la deconstrucción de nuestra nación, de nuestro pueblo, y poder así estar en condiciones de hacer algo positivo y concreto por la reconstrucción de España y de toda Europa.

El Partido NS alemán Der Dritte Weg manifestándose por un Primero de Mayo Socialista y Nacional. Año 2018.

El 1 de Mayo es un día al año para quienes viven de su trabajo frente a los 365 días al año de los que viven de su dinero. Hagamos que eso cambie.

Eduardo Núñez

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