El disidente francés Alain Soral editó un ensayo de 92 páginas que lleva como título “¿Hacia la feminización?”, con el cual se hizo famoso y fue invitado a muchos programas de televisión a debatir contra feministas y contra otros “aliados” de la estupidez feminista.
Publicado en 1999, Vers la feminisation? (¿Hacia la feminización?) era un libro premonitorio. A partir de una dialéctica totalmente marxista, Alain Soral demostraba con fuerza y talento cómo se constituye la «joven chica» cuyas aspiraciones del cuerpo y la importancia de la representación afectiva la llevaba hacia el psicologismo y el pensamiento mágico antes que hacia la razón pura.
A consecuencia de esta constante sólidamente sostenida, él analizaba humorísticamente las tentativas del pensamiento femenino (Hanna Arendt, Élisabeth Badinter, Simone de Beauvoir…) donde la omnipresencia del pathos siempre se impone sobre el razonamiento, como si la explicación del mundo no pudiese liberarse de nuestra naturaleza.
En esta atrevida y precursora obra, Alain Soral denuncia el totalitarismo del feminismo que tiende permanentemente a reducir la visión del mundo al inconsciente, a la seducción, a la afectividad y al consumo, lo que prohíbe toda crítica social o histórica. Definirse por su sexo y llevar la lucha de clases a una oposición masculino/femenino es esta aberración en la cual no han dudado lanzarse muchas feministas. Así entonces, ¿cómo la burguesía de “izquierda”, resguardada de la necesidad y lejos de las realidades sociales, puede pretender aprehender la realidad de la trabajadora explotada? Ni la mujer, ni tampoco el hombre, son una categoría social.

La explicación femenina de la marcha de nuestras sociedades queda entonces reducida a esta mezcolanza donde reinan como dominadores el deseo y el consumismo. Dos aspectos muy bien explotados por nuestras sociedades liberales que vieron en la mujer un nuevo consumidor y un rival menos exigente sobre el mercado del trabajo. Así, empujando a las mujeres al trabajo y aumentando sus deseos, las socialdemocracias mataron dos pájaros de un tiro, ganando en el plano de la producción y del consumo.
Esta preeminencia de lo femenino, a través del trabajo y el consumo, se acrecentó estos dos últimos decenios para dar a luz una sociedad del compromiso, blanda y desamparada, donde el pensamiento ya no tiene su lugar fuera de las normas socialmente admitidas. La oposición viril de las ideas fue sustituida por la competición de los “pathos”.
La muy mediática candidatura a la presidencia de la República de Ségolène Royal no puede mejor ilustrarlo.
Debido a este libro Soral recibió durísimas críticas por parte de los aludidos y del pensamiento único. La Historia le dará la razón.
