La carrasca milenaria de Lecina: Árbol Europeo del año 2021

El Árbol europeo del Año es un concurso anual que se celebra con el objetivo de encontrar el árbol más significativo, remarcable o histórico en Europa.​ El concurso lo celebra la Asociación de Sociedad Medioambiental, una organización apoyada por la Asociación europea de los Dueños de Tierra y la Comisión europea 1.

Este maravilloso concurso naturalista y europeísta nos incumbe este año especialmente al ser, nada menos que, ganadores por vez primera en España, del árbol europeo del año. Sorprende que sea el caso en un país que según las leyendas apócrifas milenarias, una ardilla podía cruzar iberia de punta a punta, de rama en rama, de roble en roble y de encina en encina toda la extensión peninsular sin pisar el suelo.

España en 2019 sigue siendo el segundo país europeo por detrás de Suecia en hectáreas de población forestal2 (sin incluir naturalmente al gigante transcontinental ruso), aunque la densidad de nuestros bosques no es sinónimo de calidad ecológica, en un panorama de progresiva deforestación y consecuente desertificación y erosión de nuestro fértil suelo nacional.

Frente a esta compleja realidad ecológica, acogemos la noticia de la ganadora carrasca del pueblo de Lencina con gran alegría. Resulta insólito que ante el mal gusto generalizado, la promoción constante de la enfermedad física y cultural en los medios, se promocione con sencillez y buen gusto esta noticia. El protagonismo por una vez no lo toma un político mediocre o un titular sensacionalista, sino nada menos que una Encina (especie Quercus Ilex) milenaria situada en Huesca, Aragón. Un gigante de 16.26 metros de altura y 7 metros de perímetro que ha presenciado el paso de la furia Almogávar, ocupaciones napoleónicas, lustros de generaciones en el trabajo de la tierra que sostiene sus raíces, y mil historias de amor frente a su corteza, sobre el lecho de sus hojas.

La carrasca de Lecina.

Este tipo de árbol, considerado sagrado para los celtas y pueblos mediterráneos fue venerado por nuestros ancestros y era bajo la sombra de estos árboles, entre otros, donde se tomaban las decisiones más importantes. En Aragón se celebraban, siguiendo la antigua tradición, todo tipo de asuntos sociales, jurídicos y políticos (acuerdos, bodas, temas agrícolas, deslindes etc.)3.

La carrasca de Lecina no solo supone un lazo entre este mundo ancestral y nuestra realidad contemporánea, sino un símbolo del mundo rural de un pueblo de 13 habitantes, frente a las frenéticas y gigantes ciudades de nuestra geografía. En el pueblo de esta encina, todo es tranquilidad y calma. Es por lo tanto recuerdo de nuestras raíces y yanto de la España vaciada que se resiste a morir.

No es casualidad que el árbol ganador sea además una Encina aragonesa, árbol que viene representado en la misma bandera de la comunidad popular de Aragón. Según la leyenda del árbol de Sobrarbe, los cristianos que poblaban la villa de Aínsa se fortificaron ante el inminente avance de las tropas musulmanas. El que desde este episodio fue el primer Rey de Sobrarbe (García Ximénez) se encontró en una evidente desventaja numérica frente al invasor musulmán. Cuentan las crónicas que cuando creían que estaba su suerte echada, apareció del cielo una gigante cruz roja que se posó sobre una encina. La señal alentó la valía de los guerreros hasta que consiguieron la victoria 4.

Son muchísimos los mitos y leyendas europeos que contienen al árbol como un elemento mágico o milagroso, muy simbólico. Y no iba a ser menos la carrasca de Lecina, con su propia historia popular:

“Cuentan que hace mucho tiempo, Lecina estaba rodeada por unos impenetrables y misteriosos bosques de encinas y robles, donde se ocultaban lobos, osos y también las brujas. Los vecinos temían a las brujas ya que les causaban crueles desgracias. Causaban la enfermedad y muerte a personas y animales, o les mandaban terribles tormentas que asolaban la localidad.

Sin embargo las carrascas del bosque estaban contentas, tal era el temor de las gentes del lugar que no se atrevían a entrar en el bosque para hacer leña. Una de las más jóvenes de las carrascas no estaba muy contenta por la mala fama que tenía el bosque y sentía pena por los habitantes del pueblo. Tan disgustada estaba que no dejaba refugiarse en sus ramas a las brujas.

Por esta actitud eran frecuentes las discusiones con los demás árboles. Las brujas, que escucharon las protestas de la joven carrasca, decidieron irse a otro bosque y para agradecer el apoyo prestado por las más viejas les concedieron todo lo que desearan.

Las más presumidas quisieron que sus ramas y hojas fuesen de oro. Otras desearon desprender uno de los más deliciosos perfumes, y el resto pidieron que sus hojas fuesen brillantes y de cristal. Sólo la pequeña carrasca quiso continuar siendo como siempre.

Las brujas les concedieron sus deseos. Al tercer día desde que las brujas abandonaron el bosque se desató una terrible tormenta de viento y nieve. Se repente las hojas de cristal cayeron al suelo hechas añicos y esos árboles terminaron muriendo.

Otro día, un pastor no pudo impedir que su rebaño se lanzara a comer las hojas aromáticas. Desde entonces, los habitantes, cortaron esas encinas para alimentar a sus ganados con las hojas. En el bosque solo quedaban, además de nuestra pequeña carrasca, los árboles convertidos en oro. Pronto fueron desmenuzados por ladrones y vecinos5.

De todo ese impenetrable bosque solo quedaba nuestra pequeña carrasca, que desde entonces todos respetaron y no dejó de crecer.”

No solo lo humano debe ser un ejemplo ético para nosotros, sino la naturaleza en general, como nos muestran las historias populares como la de La Carrasca de Lecina o las tradicionales fábulas occidentales. La sencillez frente a la excentricidad, la autenticidad frente al deseo y oro, la naturaleza y espíritu frente a lo material y útil etc.

Carrasca milenaria de Lecina (Huesca).

El árbol recuerda la unión entre lo bóreo, eterno y lo terrenal y temporal. Los árboles son pues para el espíritu sensible occidental, mucho más que calor en las estufas, son también y más importante, calor de nuestro espíritu. La ganadora Carrasca de Lecina no es otra cosa que la naturaleza concretada en un elemento, un elemento de Naturaleza personal con el que los habitantes de Lecina llevan compenetrados milenios, lazo que se celebra y recuerda en toda Europa con el maravilloso concurso del “árbol europeo del año”.

Rafael M.


Notas:
1.- https://arboleuropeo.es/carrasca-milenaria-de-lecina-huesca/
2.- Wikipedia, entrada “Árbol Europeo del Año”
3.- https://www.expansion.com/fueradeserie/cultura/2019/02/04/5bcef92146163f11878b4624.html
4.- https://arboleuropeo.es/carrasca-milenaria-de-lecina-huesca/
5.-https://identidadaragonesa.wordpress.com/2012/03/20/el-escudo-de-aragon-el-arbol-de-sobrarbe-2/

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