Protofascistas en la literatura popular inglesa del periodo de entreguerras

BULLDOG DRUMMOND

El periodo posterior a la Gran Guerra de 1914-1918 que vio la llegada de numerosas revoluciones en la Europa Central y Oriental y la aparición de los primeros fascismos en países de la Europa Mediterránea fue mucho más calmado en una Inglaterra que se encontraba después de todo dentro del lado vencedor, estaba separada del continente por la barrera del mar y poseía una cuarta parte de las tierras del mundo como colonias y vía de escape de las frustraciones locales; pero incluso allí, mucho antes del gran intento de huelga general de los laboristas en los años veinte o de la aparición del Action Party existió una cultura del descontento del ex combatiente que como la fascista del continente combinaba un recuerdo parte horror, parte fascinación y parte nostalgia por la trincheras y la camaradería alcanzada en ellas.


Donde en el continente, fruto de una mayor politización y desesperación de las masas, esa cultura de la trinchera se convirtió bien en interclasismo prefascista o fascista, bien en revolucionarismo bolchevique, en Inglaterra se convirtió tan sólo en base de una serie de novelas populares que incluso hoy pueden leerse como literatura juvenil pero que inicialmente pudieron tener una lectura política. Son las novelas de Bulldog Drummond, del Capitán Dorry o de Blackshirt. Todas ellas tienen una serie de elementos comunes, contrariando a la tradición literaria inglesa en que el héroe es necesariamente el detective que colabora con la policía o el agente del orden, sus personajes centrales son ladrones de guante blanco, mientras que las víctimas de los mismos están por su parte escogidas entre las que serían blanco de la propaganda de los fascismos continentales, los aprovechados enriquecidos en la guerra, los banqueros, los emboscados y en algunos casos los bolcheviques. El hecho de que no se relacionase a sus autores con nada que fuera más allá de un nacionalismo de la vieja escuela, a menudo teñido de un antisemitismo que nunca falto en Inglaterra, y que se presentasen como literatura juvenil permitió a sus personajes sobrevivir hasta nuestros días.
El primero, y mejor recordado de esos personajes, también el menos politizado de los mismos, fue Bulldog Drummond, del novelista inglés H. C. McNeile.

H. C. McNeile1

Bulldog es el Capitán Hugh “Bulldog” Drummond, varias veces condecorado durante la Gran Guerra, oficial de un regimiento de elite, el Loamshire Regiment, que después del conflicto se dedica a trabajar como detective privado sin que eso le impida caer de cuando en cuando en la ilegalidad a la hora de castigar, a menudo a latigazos, a los delincuentes. En su primera novela, de 1920, la que da título a la serie se le ve colocar, recién retirado y añorando ya la acción, un anuncio en The Times en que muestra su deseo de aventuras. La respuesta le llega a través de la carta de una joven dama, preocupada por los socios comerciales de su padre. La historia descubrirá que este es chantajeado por un archivillano, Carl Peterson, que está tratando de crear el caos financiero para provocar un golpe de estado que llevaría a la creación de una dictadura comunista sobre la Gran Bretaña. Drummond, con la ayuda de sus ex compañeros de armas, combatirá a Peterson durante tres o cuatro novelas, hasta matarlo… A lo largo de una esas novelas uno de los personajes, y alter ego del autor en ese momento, reflexiona sobre los gases tóxicos desarrollados por Peterson y sus cómplices: “Y si el secreto le fuera entregado a una nación que lo usase de forma equivocada- Dios salve al mundo. Imagine que pasaría si Rusia, dirigida por una claque de judíos homicidas, la poseyese…

Tarjeta de lobby para las proyecciones estadounidenses de la película de 1922, Bulldog Drummond.

A partir de su cuarta o quinta aventura su grupo de amigos se convertirá en la Banda Negra por su manera de disfrazarse y Drummond comenzará a reeducar a los delincuentes detenidos en centros de reeducación a través del trabajo.
No sé porque pero no me imagino a un editor de los de que ahora se dedican a resucitar para mayor disfrute de niños nostálgicos de cincuenta o más años a los viejos héroes del pulp resucitando a Bulldog Drummond de la misma manera que ha sido resucitado Doc Savage o Fu Manchu…
Y sigue siendo más amable que el Capitán Dorry.

Póster de la película Bulldog Drummond de 1922, basada en la obra de teatro homónima de McNeile.

EL CAPITAN DORRY Y BLACKSHIRT

“Ayudo a los héroes que no pueden ayudarse a sí mismo. Les doy la ocasión de recuperar algo de los que robaron y engordaron a costa suya, que hambrearon a sus familiares mientras ellos luchaban, que fumaban en sus clubes privados y confiaban en que la guerra nunca se acabaría.” Al final de la Gran Guerra, después de ser desmovilizado, el Capitán Dorry es invitado por un perista, Fewgin, para unirse a su banda de ladrones de guante blanco, compuesta por veteranos desmovilizados que roban, de “esos vampiros que ganan dinero con las guerras, y especulando siguen haciendo dinero en la paz.” Fewgin lo tiene claro, aunque no tan claro como para pasar del gesto personal al gesto revolucionario… Fegwin no roba a gente inocente pero roba para beneficio propio y ha creado una banda que puede parecerse al Black Gang de las novelas de Bulldog Drummond en su aspecto, e incluso en sus motivos, pero no en los fines.

Blackshirt.


En el primero de los cuentos del Capitán Dorry roban a un tipo que ha hecho una gran fortuna vendiendo conservas en mal estado al ejército durante la guerra, un tal Isaac Sheintz (adivinad a que grupo étnico religioso pertenece… efectivamente, no es anglicano…). Sheintz ha comprado un collar de perlas para la hija de una vieja y arruinada familia inglesa con la que quiere casarse para poder entrar en sociedad y Dorry lo roba y le da el resultado de su venta al empobrecido, pero decente, chico al que la chica de la vieja, y empobrecida, familia inglesa ama para que puedan casarse. Cursi, sí… pero dentro del espíritu de la época. El Capitán Dorry solo apareció en cinco cuentos antes de desaparecer en 1921. Otro veterano que añoraba el campo de batalla, no sabemos nada más de él, si fue por el camino correcto, y al Action Party, o por el camino incorrecto y a los Black and tans.

Blackshirt estuvo más tiempo en los kiosquillos de las estaciones. Apareció por primera vez en 1924 gracias a Bruce Graeme y por última en 1969, por obra de Roderik Graeme, tuvo antepasados (un tal Monsieur Blackshirt fue mosquetero) y un hijo, Lord Blackshirt… Y nada de confusiones… en 1924 todo el mundo sabía ya lo que era una camisa negra, incluso los autores de pulp despistados. Blackshirt vestía de forma extraña “no usaba chaqueta, tan sólo una camisa suave y negra, y una corbata negra, no muy distinta a la usada por los fascistas.”

Los diálogos de las novelas son igualmente reveladores.

–Blackshirt. Suena como a fascista.- dice un personaje.

El policía que investiga el caso, un tal Marshall, responde.

–Va por el mal camino, o eso me temo, caballero, ya que los Fascisti son gente de ley y orden y Blackshirt es responsable de numerosos asuntos que son claramente ilegales.

Frase de ojiva múltiple, polisemica en la jerga crítica actual, que permite a un tiempo elogiar al fascismo y distanciarse del mismo sin criticarlo.

Bulldog Drummond.

Blackshirt comparte las víctimas de Dorry, ricos industriales enriquecidos en la retaguardia. Hasta la guerra había sido tan sólo un ladrón y un carterista pero cuando se alisto la guerra le trasformó, tal vez porque el autor, como buena parte de la sociedad inglesa de aquel momento, creía en el valor redentor de las armas y en el servicio militar como en una escuela de ciudadanos. Nueve meses después del armisticio de 1918 nacía Blackshirt, que ya robaba sobre todo para mantener en tiempos de paz la excitación del combate. Con el paso de los años, y a medida que el fascismo dejaba de ser para la desinformada opinión pública inglesa una especie de conservadurismo armado para pasar a ser una especie de bolchevismo nacional, tan subversivo como el de los comunistas, Blackshirt y su autor dejarían de hacer comentarios hasta convertirse en otros personajes perfectamente anodinos de la literatura juvenil inglesa, aunque de cuando en cuando los rasgos de los banqueros o industriales saqueados fueran menos arios que los del común de los ingleses.

Así, el soldado desmovilizado y patriota, el hombre rebelde de otras partes de Europa fue convertido, en la excéntrica sociedad inglesa, en un personaje literario juvenil absolutamente inocente… Y sin embargo en ese mismo periodo Chesterton escribió una novela claramente prefacista que pocos reconocen como tal, precisamente porque trata de ideas y no de camisas de tal o cual color, El retorno de Don Quijote, sobre la que ya escribiremos… mientras que en Francia un veterano, Roger Vercel, escribe una gran novela, que será debidamente comentada, sobre los soldados y el honor, Capitaine Conan, basándose en su propia experiencia militar como soldado francés en los Balcanes…

JCC

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