Entrevista al General SS Lèon Degrelle (115 aniversario)

Lèon Degrelle no necesita presentación. Como todos sabéis, fue un hombre de acción, de una gran personalidad, de los que escribieron con el ejemplo, y con los hechos, pero también con su exquisita pluma. Autor de números artículos para muchas publicaciones, dirigente en los años 30 de un amplio movimiento de masas de inspiración católica en Bélgica, el “Rex”, al inicio de la guerra se aproximó al nacionalsocialismo y fue voluntario en el Frente del Este, y Oficial de las Waffen SS, terminando la guerra con el grado de General habiendo combatido junto a las fuerzas del Eje en la Segunda Guerra Mundial, llegando a ser el líder rexista belga una de las figuras decisivas de aquella Europa nacionalsocialista y de la revolución espiritual de la nueva Europa.

Para este 115 aniversario rescatamos algunas de las preguntas de la última entrevista concedida el 20 de noviembre de 1993, publicada por vez primera en la revista Hiperbórea vol. IV del año 1993. Esta misma entrevista también fue reproducida en la revista Devenir Europeo nº36 de 2019.

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ENTREVISTA AL GENERAL SS LEON DEGRELLE

Pregunta: ¿Cómo vive en su interior su catolicismo tradicionalista, su cristianismo guerrero y nórdico?

Lèon Degrelle: Mi cristianismo está en la línea exacta de esta tradición. Hace dos mil años que Europa vive en el cristianismo, ya sea en los países del Mediterráneo, ya sea en el Norte. Ya Carlomagno llevaba el catolicismo por las regiones. Los nórdicos, como los del Sur, han tenido la misma vida espiritual. Y es la base misma de nuestra personalidad. Evidentemente hay otras religiones, que pueden tener su nobleza, pero la religión exacta de Europa era el Catolicismo, que no es lo mismo que decir el clericalismo o la Biblia. Es la vida de Cristo, la vida del Cristo renovado por el clasicismo griego y por la civilización romana y que después la Edad Media, el Renacimiento y la Revolución nos ha traído. Y no sólo es una tradición, es una vida, y es por esto que es tan importante. Hablamos de la tradición y es la religión cristiana la que ha mantenido en Europa las grandes virtudes, la vida de la familia, por ejemplo, la moral pública, y la moral privada son dos características de la Europa cristiana. El hombre que tiene su ideal rectísimo, que sigue la ley de su conciencia es típicamente cristiano. Cuando se ven los escándalos de ahora, la corrupción política increíble hasta en países que eran la base Catolicismo, como Italia, como centenares de políticos viven de la corrupción pasiva y activa, recibiendo dinero al cual no tiene derecho y obligando a los industriales a entregarlo, la inmoralidad de la juventud, el deseo de vivir, de disfrutar de todo, esta verdadera locura del bienestar…Pues bien, todas estas cosas van en contra de la base misma del cristianismo. No habrá resurrección moral de Europa sin una gran vida espiritual. Tanto es así que siendo católico me he sentido siempre perfectamente a gusto en el porvenir del Nacionalsocialismo. Me dirán ahora que existían nacionalsocialistas que eran paganos. En todos los estados hay gente que no es cristiana y hay que aguantarlos. Hasta la Iglesia admite a la República Francesa, que había expulsado al clero. Pero en el fondo, el sistema hitleriano era profundamente religioso. Hitler hablaba siempre del todopoderoso y no se escandalizaba de ninguna manera cuando me veía ir a comulgar en su propia casa. Es evidente que detestaba algunos cleros políticos, y tenía razón. El clero no está hecho para ocuparse de política, de sindicatos y hasta de ser cura-obrero. El cura debe de conducirnos al cielo y el hombre político tiene que conducirnos al orden público. Son dos misiones distintas. El respetaba estas dos misiones. El catolicismo, tal y como yo lo vivía, correspondía a los dos mil años de una Europa de gran tradición espiritual.

Pregunta: Saint-Loup defiende la idea de una Europa nacionalsocialista de las etnias, usted, como valón ¿participa y apoya esta teoría?

Lèon Degrelle: Si. Para mí, y para Hitler, Europa tenía tres grados. Antes había sólo uno; el Estado. Pero en nuestra Europa había tres. Uno, la gran comunidad europea. En segundo lugar, el Estado. Pero el Estado abandonaba una parte de sus poderes en una instancia superior; Europa, y en una instancia inferior; las regiones. Y esto por un motivo muy sencillo: el Estado es una construcción artificial. España es una reunión de provincias que ha tardado siglos, Francia sigue con provincias muy distintas, Bélgica tiene valones y flamencos y Alemania tiene una serie de grandes bloques provinciales. Todos ellos corresponden a la vida particular de cada región. Somos los hombres de una región. Pertenecemos a una patria. Pero en la patria, que se ha hecho por casualidad, hay algo que siempre ha permanecido; son las provincias. Así, el Estado no tiene que ser una forma totalitaria de poder. Tiene que abandonar una parte de sus fuerzas a la comunión que es Europa y tiene que dejar a cada región su personalidad. Así que se puede ver las tres etapas: la región, vida esencial de la realidad popular; el Estado, intermediario; y la unidad suprema, Europa.

PREGUNTA: ¿En qué medida podemos ver a Tintín como nacionalsocialista y por qué apoya el sistema a este héroe del cómic?

Lèon Degrelle:  Es un detalle el asunto de Tintín, pero tiene su gracia. Cada cual sabrá que he sido quien he puesto en marcha a Hergue, el padre de Tintín. El mismo lo explica. No es una declaración mía, es una declaración de Hergue. Hergue nació casi el mismo año que yo. Teníamos la misma concepción del deber social, la misma concepción de los estados y la misma concepción de Europa. Y la prueba es su primer libro, que hizo bajo mi inspiración, que se titulaba «Tintín y los Soviets». Escribía este primer cómic contra los soviets porque los soviets eran la contradicción de nuestra civilización y la contradicción de Europa. Querían eliminarla, reducirla a la condición de esclava. Y Tintín desde esta época es un amigo personal y espiritual. Llegó la guerra. Participó a su manera, de dibujante ilustrando las viñetas del gran periódico «Le Soir» y después, naturalmente, se convierte en un hombre de Europa y del mundo, pero después de sufrir, de verse encarcelado, de ver fusilados a sus mejores amigos, y mis mejores amigos, por ser europeos y por ser anticomunistas. Resumiendo, a pesar de tan sólo fabricar cómics Tintín o Hergue ha sido un elemento importante en la creación de Europa. Y también le veremos realizando una visión del mundo futuro.

PREGUNTA: ¿Hacia dónde cree usted que se dirige la actual situación política europea, que papel puede desempeñar la santa Rusia?

Lèon Degrelle:  Esto está muy relacionado con lo de antes. Tintín, o Hergue, que me trataba siempre como su amigo (y no hay que olvidar que hasta en el exilio mandaba a su mujer a verme para repetirme su amistad), se había convertido en un hombre del mundo. Se ha traducido a todos las lenguas del mundo. En Asia, América, en África se lee Tintín. Pero sabía muy bien la diferencia que existía entre Europa y el resto del mundo. Europa ya no está sola. En 1945, cuando se encarcelaba a Tintín, cuando se fusilaba a nuestros amigos anticomunistas la que perdía la guerra no era Alemania, era Europa. La Europa del año 1940 había muerto para siempre. Esta Europa del año 1940 dominaba en el mundo a 500 millones de personas. Inglaterra tenía un imperio fabuloso, Francia igual. Se hablaba el inglés en las Indias, se hablaba el francés en Madagascar y en Saigón. La influencia de Europa era fabulosa. Representaba la respiración del mundo. Europa era además una gran realidad. No tenía la unión, pero tenía un inmenso poder. Bastaba con hacer esta unión del continente y se habría llegado a resultados supremos. Una Europa verdaderamente unida políticamente hablando, con el dominio que tenía en el mundo entero, tendría una fuerza sin igual. En el año 1945 todo se hundió. Los americanos entregaron a los soviéticos cien millones de europeos. Con esto ya echaban fuera a una parte de Europa. El resto era débil. Ninguno de estos países europeos había tenido un papel relevante en la guerra aparte de los alemanes, que la había perdido. Pero, sobre todo, los americanos habían hecho sucumbir el mundo colonial. El mundo colonial tenía sus defectos, es evidente, pero también sus inmensas aportaciones. Había dado la salud a muchos pueblos, también la cultura, una cierta civilización y unas grandes posibilidades económicas. Esto era lo que los americanos buscaban, la eliminación de Europa en el mundo para permitir la entrada económica americana en todos los países. Fracasaron. Los americanos han fracasado en todo militarmente hablando desde el año 1945. Toda su táctica se basaba en el terrorismo. Terrorismo en Alemania matando a centenares de millares de civiles. Terrorismo en Hiroshima. Terrorismo en Vietnam. Terrorismo, hasta ahora, en Somalia. Pero habían eliminado este poder europeo. Quedaban sólo restos de Europa. La situación política de ahora es dificilísima. Y los millones de jóvenes que buscan su resurrección tienen que saber que van a encontrar obstáculos enormes. Europa misma no existe y no se aprecia muy bien como podrá resurgir. Hace cuarenta años que se está buscando la edificación de un mercado común, un mercado común que no es ni la mitad del mundo europeo, que no llega a nada sino a disputas, egoísmos y rivalidades. Antes de llegar a esa unión entre fuerzas dispersas habrá que imaginar milagros, porque todo este esfuerzo no está basado, como antes de la Segunda Guerra Mundial, en un gran ideal, en una gran fe como la que tenían las SS, por ejemplo, que era una organización a la vez militar y política. Ahora lo que hay son egoísmos, rivalidades mezquinas. Para llegar a Europa hay que hacer pensar al mundo sobre lo que usted llama la santa Rusia. Nosotros, que hemos luchado durante cuatro años en el frente soviético, antisoviético, somos todos profundamente rusófilos. Rusia, la santa Rusia, representa 300 millones de personas. Tiene regiones muy distintas. Hay en Rusia veinte Rusias. Son una gente sana, fuerte. El frío ha eliminado a todos los débiles. Mantienen una gran moralidad familiar. Durante cuatro años no he visto ni una vez una disputa en una familia rusa. Es la gran reserva biológica y espiritual de la Europa futura. Hay que añadir a estos 300 millones de rusos los 100 millones de polacos, de checos, de húngaros, de rumanos, de búlgaros que son también Europa. Europa no puede pensar en mantenerlos apartados. Son indispensables. Para llegar a la unión verdadera de Europa no hay que olvidar que vamos a tener dificultades inmensas. Basta pensar en Alemania del Este. Son 19 millones de habitantes. Parecía la reunificación una cosa fácil. Se ve ahora que a pesar de ser Alemania del Oeste el país más fuerte de Europa resulta que van a tardar más de diez años antes de tener una verdadera reunificación. Toda la vida económica está en el suelo, el obrero de Alemania del Este no es el obrero de la Alemania del Oeste, había perdido todo el gusto de trabajar, de competir y de elevarse. Este problema se repetirá veinte veces antes de introducir en la comunidad internacional a estos pueblos de la «santa» Rusia. No hay más que ver las complicaciones interiores que esta Rusia tiene ahora, las dificultades que tiene que vencer antes de llegar a una fórmula de reunión, cuántos aventureros se pondrán en el camino. Por ejemplo, ¿qué confianza se puede tener en Yeltsin? Yo creo mucho más en una solución militar. Hace años y años que repito que la unión de Europa vendrá en una buena parte de Rusia. Siempre se ha dicho que sería un hombre del oeste quien haría la reunión de todos los europeos. Pero Carlos V no llegó a hacerlo, ni Napoleón, ni Guillermo II, ni Hitler. Pero se puede creer perfectamente en un ruso de treinta años, que tiene la fuerza moral, la fuerza física y que se impone. En el ejército ruso hemos visto cuantos chicos inteligentes y de valor tenían. Es evidente que en este complejo de algunos millones de militares deben tener algunos jefes jóvenes con el temperamento y la fe para llegar a tener en sus manos el poder de salvación de su país y de reunión de Europa. Por lo menos es una gran ilusión mía. Espero que esto se mantendrá así porque no veo en Europa, al menos ahora, una fuerza capaz de hacerlo. Y si no se llega a este resultado… ¿qué va ser del siglo próximo? Hablamos de Europa, pero Europa en el siglo próximo representará tan sólo el 7% de los habitantes del mundo. Hay un mundo inmenso que va a constituirse, no sólo el mundo americano, que puede desarrollarse más o que puede fracasar. También está el mundo asiático. Hace setenta y cinco años, cuando se hablaba del Japón se le consideraba un país poco desarrollado (recuerdo los barcos que llegaban a Europa con bicicletas japonesas que se vendían por toneladas y no por unidades), ahora hay 140 millones de japoneses que representan la técnica más segura del mundo, y, sobre todo, la fórmula social que puede salvar al mundo, es decir, la colaboración de las clases. En Japón un obrero entra en una fábrica para siempre. Los empresarios y los obreros son camaradas. Es evidente que sin esta fórmula no hay solución social y llegaremos un día a la revolución de los millones y millones de hambrientos y desheredados. Japón es una pequeña parte del gran complejo que se está formando. También está Corea del Sur. Hace 25 años casi nadie conocía a Corea del Sur, que es ahora un país tan importante como Francia. Taiwán, que siendo un pequeño país tiene la riqueza financiera más grande del mundo. Y Hong Kong, que va a volver a China. Y, finalmente, China, que se situará como fuerza dominante dentro de un cuarto de siglo, porque han hecho al contrario que los soviéticos. Los soviéticos hicieron la revolución política antes de hacer la revolución social y económica, y una vez hecha la revolución política han visto que había sólo ruinas en Rusia. Por eso han fracasado. Pero China ha hecho lo contrario. A la primera alarma política en Tieng Sing enseguida frenaron este movimiento político, consagrándose totalmente a la revolución económica. Y en tres años China ha multiplicado por cuatro su potencial económico, y es evidente que está siguiendo a fondo este camino. Recordemos además que son 1200 millones de habitantes y que en seguida serán 1500. El mundo asiático dentro de un cuarto de siglo representará 2500 millones de habitantes con una unidad extraordinaria, con una fuerza económica sin par y que puede someter a sus leyes a la humanidad entera. Tanto es así que tenemos que hacer un esfuerzo desesperado por salvar la unidad europea, que será cuatro veces inferior a la asiática pero que tiene dos mil años de pasado, que tiene una población muy culta, bien preparada pero también desmoralizada por la lepra de este siglo, por el egoísmo y la doctrina del bienestar, la intención de sacar provecho de todo, cualesquiera que sean las circunstancias. La Europa de ahora es moralmente muy débil. Tiene frente a ella un porvenir muy difícil y si se muestra incapaz de superar esos obstáculos es evidente que en la gran lucha del siglo próximo no podrá tener un papel importante. Cualquier joven que tenga fe en el porvenir debe tener también voluntad y valor. Sin un esfuerzo inmenso nada se hará y el esfuerzo en Europa sólo se pude llevar a cabo a base de generosidad y servicio a los demás.

Pregunta: Después de la derrota de Irak, de los pactos de los palestinos con Israel, de la represión del integrismo islámico ¿Cree que todavía tiene algo que hacer el islam o bien cree que ya no es movimiento espiritual y revolucionario, incapaz de enfrentarse al mundialismo?

Lèon Degrelle:  El problema del islam es también importantísimo y muchas veces me produce desilusiones. El mundo del islam está enfermo, necesita un tratamiento de choque. Es el resultado del imperialismo anglo-americano. Ellos se han apoderado de las riquezas más importantes del mundo árabe. Ellos, sobre todo los americanos, son los amos en el mundo árabe. Nosotros, durante la guerra, habíamos pensado mucho en este inmenso pueblo de mil millones de habitantes. Incluso en las Waffen SS se habían creado tres divisiones de voluntarios musulmanes. Teníamos 60.000 camaradas nacionalsocialistas musulmanes. Los teníamos porque eran chicos espléndidos, pero también porque para nosotros la misión de estos sesenta mil voluntarios musulmanes era la de hacer en el mundo árabe lo que nosotros nos preparábamos a hacer en el mundo europeo. Hablando de regiones, lo que queríamos nosotros en Europa, en la unión europea, era representar cada región nuestra. Teníamos una división valona, teníamos una división flamenca, cada uno en nuestra región, en nuestro país de origen representábamos una fuerza real. La unión europea hacía la reunión de grandes fuerzas políticas de la Waffen SS de cada región de cada país. Queríamos hacer igual con nuestros camaradas musulmanes. Si hubiéramos ganado la guerra, estas divisiones musulmanas hubieran hecho en el mundo árabe la misma revolución nacionalsocialista. Ahora, en lugar de tener en el mundo árabe una especie de enemigos peligrosos para Europa porque nos han mandado los deshechos de esos países, habríamos tenido en el mundo árabe, el inmenso mundo árabe, un mundo de camaradas uniendo nuestros ideales y nuestras fuerzas económicas. Tendríamos ahora, al lado de una Europa de 700 millones de habitantes un enorme mundo árabe que hubiera participado exactamente igual de nuestra mentalidad, con el cual habríamos trabajado juntos constituyendo así una fuerza sin par en el mundo. Pero en el 45 todo se vino abajo. Nuestros camaradas musulmanes luchan ahora de forma miserable en los países balcánicos. El mundo musulmán está ahora en manos de algunos potentados de la Edad Media. En los países árabes dominan a la población sin darle derecho a expresarse o incluso vivir. Este mundo del islam tendrá también que conocer una crisis inmensa antes de llegar a algún resultado, resultado que será muy problemático. No basta con ser 1000 millones de personas en el mundo. Hay que tener una fórmula política. Hay que tener un ideal. Algunos millones de musulmanes lo tienen política y moralmente. Tienen sus extremistas, como se dice ahora, que quieren liberar a su país. Pero no se ve cuántos obstáculos tienen cuando un hombre como Gadafi busca una fórmula independiente en Libia. Rápidamente los americanos le mandan sus aviones y bombardean, matando a una de sus propias hijas. Cuando Irak hace un esfuerzo para constituir su unidad milenaria los Estados Unidos se echan, y echan al mundo entero con ellos, a la defensa de un Kuwait que es una fabricación artificial, pero que tiene la llave del petróleo de Irak. Por esta fabricación artificial se han matado a centenares de millares de personas y persiste el mismo odio. Los americanos siguen dispuestos a matar todo lo que se opone a su dominación económica. El problema del islam es enorme, y en las épocas actuales no veo la forma en la que Europa pueda ayudar. Ahora Francia lucha contra el islam en Argelia. Parece como si los europeos tuvieran tantos problemas que no tienen ni siquiera el tiempo para salvar a los pobres musulmanes de Bosnia. Creo en la fe del islam, en su ideal espiritual, que es enorme, muy superior al nuestro, pero que tiene complicaciones materiales tan enormes que sólo una lucha increíble les liberará de ellas. Hay que mirar al islam con afecto y muchas veces con admiración. Si queremos llegar a una situación que salve por lo menos a Europa, todos los jóvenes del viejo continente y de la Rusia sagrada del pasado tendremos que reunirnos, sacrificarnos, unirnos, dar un ideal enorme a un mundo europeo que casi no tiene ideales en la hora actual. Cuando he escrito mi libro «Almas ardiendo» pensaba en esta resurrección espiritual. Podemos salvar Europa, podemos hacer su unidad escalonada de la forma que ya he dicho; Europa, los países, las regiones. Podemos constituir una fuerza económica inmensa, porque Europa es rica. Pero sobre todo debemos tener una fe inmensa que transforme todo, que mueva millones de almas, que haga con ellas la verdadera unidad, sin la cual la unidad política y social no es posible. Esto es lo que, viejo y casi en el final de mi vida, repito una y otra vez a la juventud. Europa sí, lección del pasado sí, tradición renovada sí, encuentro de los europeos del norte con los del sur sí. Pero sin la fe no se podrá hacer nada, camaradas europeos.

Pregunta: ¿Qué consejos o directrices daría a sus jóvenes nacionalsocialistas cuyas almas están ardiendo en estos tiempos de lucha total contra el mundialismo, único enemigo?

Lèon Degrelle:  Repito lo que acabo de decir. Estamos frente al mundialismo. El mundo asiático y el yanqui sobre todo quieren imponer sus leyes implacables al universo, y sólo con una Europa enteramente unida, desde Dunquerke hasta Vladivostock, uniendo todas sus fuerzas y levantando una fe sin par podremos resistir y hacer de Europa una unidad común nunca conocida. Con nuestras fuerzas unidas podremos, a pesar de todas las dificultades, realizar el siglo que viene.

Málaga, 20 de noviembre de 1993.

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