En un reciente artículo en este medio – “Marruecos, el enemigo del sur”
(https://elosoblindado.com/2021/05/22/marruecos-el-enemigo-del-sur) recordaba algunos ejemplos en los que nuestro molesto vecino del sur se ha mostrado históricamente hostil a España desde que Marruecos existe como país, en 1956. Pero ahora vamos a centrarnos en la actualidad.
Si a eso le añadimos el régimen de aniquilación nacional que padecemos los españoles desde 1978, en el que todas las atenciones son precisas para alimentar los tinglados financieros y oligopolísticos parasitarios del capitalismo, además de los chiringuitos favorecidos por el BOE del reino de Expaña, y que ha condenado a España a la irrelevancia industrial y productiva, lo cual equivale a renunciar a la potencia económica con todo lo que ello conlleva, entenderemos mejor que buena parte de lo anterior tiene su reflejo también en la situación de España en el plano de las relaciones internacionales, donde la ausencia de una política diplomática autónoma, siempre supeditada al atlantismo y a Eurolandia (la U.E.), implica la pérdida de toda iniciativa en la esfera de nuestros propios intereses geopolíticos y la defensa de nuestra integridad territorial, tal como está poniendo en evidencia la frenética actividad del pujante vecino marroquí que, en un corto período de tiempo, ha ampliado sus aguas territoriales a la costa de las Canarias, ha obtenido el reconocimiento estadounidense de su soberanía sobre el Sáhara y ha emprendido una carrera armamentística sin precedentes, y sin cejar en sus continuas asechanzas sobre Ceuta y Melilla. Y mientras tanto, la prioridad de nuestra diplomacia es impulsar una “política exterior feminista”, en palabras de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya.

Y es que hay que estar ciego para contemplar a nuestro mal vecino del sur como socio y amigo. Por eso, solo un Estado antinacional como el que representa el régimen del 78 puede mantener relaciones normalizadas con la hostil y corrupta monarquía alauí.
Y cuando uno muestra su debilidad, el enemigo se crece. Por eso Mohammed VI prosigue con la misma ejecutoria irredentista de su padre: el Sáhara, Canarias, Ceuta y Melilla son objetivos declarados del expansionismo marroquí. A la vez, Marruecos está siendo armado hasta los dientes por Estados Unidos y está envalentonada tras el reconocimiento norteamericano de su soberanía sobre el Sáhara Occidental, la antigua provincia española entregada por el emérito al reino del Magreb en los albores del régimen antinacional que padecemos hoy en España.
El reciente asalto a Ceuta por hordas de marroquíes desharrapados pone en evidencia, tanto lo dicho anteriormente como la estrepitosa inanidad y el bochornoso ridículo de la Expaña 2050 de Pedro Sánchez. Ha bastado que la gendarmería marroquí abriera las verjas para que millares de súbditos del déspota alauí desbordaran al otro lado el despliegue del ejército español, convertido en una lastimosa ONG ante las cámaras, y que acogotaran a pedradas a un puñado de valientes policías que contra viento y marea y con escasos medios trataban de resistir al embate de unas turbas que, campando a sus anchas, han dejado a nuestros compatriotas de Ceuta y Melilla estupefactos y desolados por su abandono ante lo que ha sido una invasión en toda regla.



La atención médica procurada por el gobierno de Expaña al líder del Frente Polisario en un hospital español ha sido considerada por Marruecos como una afrenta que justifica drásticas medidas, como la llamada a consultas de su embajadora y la avalancha invasora propiciada desde sus fronteras. Pero es un mero pretexto para tomar la medida al delicuescente reinito de Expaña, cuyo Ministerio de Asuntos Exteriores siquiera se molestó en su momento en pleitear la ampliación de la zona económica exclusiva de Marruecos sobre aguas de Canarias por no cuestionar la legitimidad marroquí sobre su ocupación del Sáhara Occidental, tomado como punto de referencia para la mencionada extensión de sus aguas territoriales.

En Rabat se deben estar desternillando todavía de la reacción española ante la acometida fronteriza. Máxime cuando la cabeza de la diplomacia española, la ministra Laya, tiene como única prioridad alzar la bandera arcoíris y el discurso neofeminista como la principal tarea de nuestras representaciones en el mundo.
No menos hilarante debe resultar al otro lado del Estrecho que varios miembros del ejecutivo de Pedro Sánchez, arteramente, hayan tratado los recientes sucesos como un lacrimógeno episodio de crisis humanitaria de “migrantes” y “refugiados” cuando es palmario y evidente que se trata de un manifiesto y deliberado acto de agresión perpetrado por el gobierno del reyezuelo de Marruecos utilizando a sus hombres, mujeres, jóvenes, ancianos y niños, mayores y menores como fuerzas de invasión.

Y, por supuesto, ni el Frontex ni la verborrea de los burócratas de Eurolandia ni la OTAN defenderán nuestra soberanía e integridad territorial frente a las asechanzas del sátrapa del reino magrebí, de la misma manera que el régimen del 78 tampoco es capaz de defender a la población española en Ceuta y Melilla, cuando siquiera lo ha hecho en Cataluña ante el separatismo con el que se dispone a negociar en lo inmediato e indultar a sus capos. Unos y otros, dicho sea de paso, enemigos de una catalanidad hispánica, de un catalanismo que no sea antiespañol, de la misma forma que los que confunden españolismo con centralismo no son capaces de defender una España que incluya a todas las Españas ni un españolismo que no sea centralista. Pero este es otro tema.

Nuestras plazas en África y nuestros compatriotas que las habitan están condenados bajo este régimen antinacional del 78 porque la única solución para contener a Marruecos es la mano firme y dura con medidas drásticas como éstas:
– Para comenzar, los marroquíes diseminados por Europa que habitualmente retornan por vacaciones a su país transitando por España, deberían buscar una ruta alternativa: su paso por nuestro territorio debería estar vetado.
– Igualmente, todos los marroquíes sin permiso de residencia y en situación irregular deben ser expulsados fulminantemente.
– España, instrumentalmente, y haciendo de tripas corazón, debe apoyar y asistir al Frente Polisario en su lucha contra el ocupante marroquí del Sáhara.
– Asimismo, nuestra nación debería establecer relaciones preferentes con Argelia, rival tradicional de Marruecos.
Pero somos conscientes de que pedir esto al antiespañol régimen del 78 y al gobierno de sumisa obediencia a Norteamérica de Pedro Sánchez es pedir peras al olmo.
Eduardo Núñez