Sudáfrica al borde del caos… Mata al bóer, mata al bóer…

Sudáfrica vive una de las peores olas de violencia de su historia. El encarcelamiento el jueves pasado del expresidente Jacob Zuma por desacato, tras negarse a declarar varias veces por un caso de corrupción, derivó en una oleada de protestas que en los últimos días ha degenerado en saqueos y disturbios.

Los granjeros blancos afrikáners y los propietarios hindúes han expresado crecientes preocupaciones por su seguridad en el clima de violencia y caos que sacude Sudáfrica durante toda la semana. Muchos han tomado medidas de seguridad extra para proteger a sus familias y a sus empleados. En lo que lleva de semana, se han saqueado centros comerciales y tiendas de todo tipo, 117 personas han sido asesinadas y hay más de 2000 detenidos.

Pero esto no es realmente nuevo, el país arcoíris esta en una constante calma tensa desde el final del apartheid. Los últimos casos de corrupción han sido el motivo para surgir los viejos odios entre etnias negras rivales y las principales ciudades arden en llamas.

Turbas armadas recorrieron la ciudad armados con palos y cuchillos.
La policía desbordada usando armas de fuego para dispersar a los saqueadores.

Para la comunidad afrikáner blanca, comúnmente llamados bóer, esta situación solo es la gota que colma el vaso en uno de los países más violentos de toda África.

Pese al número desproporcionadamente alto de ataques a granjas y el ensañamiento que a menudo los caracteriza, el Gobierno del Congreso Nacional Africano (CNA) se niega a reconocer el problema como una realidad específica e insiste en tratar cada ataque como un crimen común sin ninguna motivación de corte racial o político.

Según datos de la comunidad afrikáner Afriforum, en la última década han muerto asesinadas 596 personas en granjas y otras propiedades agrícolas del país.

En 2011 se registraron 96 ataques a granjas, que se saldaron con la muerte de 48 granjeros y trabajadores agrícolas. El número de asaltos no ha dejado de crecer desde entonces, hasta llegar a los 552 en 2019. El número de muertes anuales ha ido fluctuando durante todos estos años. 2011 fue el año con menos muertos, con los mencionados 48 asesinatos; 2017, cuando 72 granjeros fueron asesinados, fue el año con más crímenes.

Se estima que en Sudáfrica hay actualmente unos 30.000 granjeros o propietarios rurales dedicados a la agricultura comercial, la mitad de los que había activos en el país cuando el CNA llegó al poder a mediados de la década de 1990. Miles de estos granjeros han emigrado a Australia, Europa, Estados Unidos u otros países africanos más pobres pero menos violentos. Muchos otros se han retirado o han muerto sin que sus descendientes siguieran una tradición familiar ahora amenazada por la inseguridad jurídica y el terror en el que viven cada noche los granjeros y sus familias.

Entre las reivindicaciones de los granjeros está también que el presidente del país, Cyril Ramaphosa, declare en público que los granjeros blancos son los legítimos propietarios de sus tierras y no se las han robado a la mayoría negra del país, como se transmite desde buena parte de los medios de comunicación y desde el propio Gobierno para impulsar la agenda de expropiaciones sin compensación del CNA y otros grupos de izquierda y nacionalistas negros.

Pacifica y prospera, la comunidad bóer solo puede defenderse de los ataques y mostrar su descontento mediante concentraciones silenciosas.

La demonización del granjero, sostienen desde este colectivo, les pone en el punto de mira y es una de las explicaciones al repunte de los ataques que se ha vivido en los últimos años.

EOB

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