85 aniversario de la muerte de Onésimo Redondo, Caudillo de Castilla

Este 24 de julio se cumplen 85 años de la muerte de Onésimo Redondo Ortega (1905 – 1936), quien comenzó su actividad política con la edición del periódico “Libertad” en Valladolid, cuyo núm. 1 salió el 13 de junio de 1931, hace ahora 90 años.

Onésimo Redondo fue siempre, ante todo y, sobre todo, un idealista. Dirigente nacional-sindicalista y cofundador de las JONS, fue un hijo del campo, por lo que su pensamiento se podría definir como un fascismo agrario ya que el proselitismo revolucionario de Onésimo Redondo comenzó con un sindicato local como mejor forma de poner en práctica un sindicalismo nacional y como mejor defensa de los derechos del mundo agrario.

Onésimo había nacido en el seno de una familia de propietarios agrícolas. Cursó el Bachillerato en el colegio vallisoletano de Nuestra Señora de Lourdes. Obtuvo por oposición una plaza de Administrativo en la Delegación de Hacienda de Salamanca, y estudió Derecho en la Universidad de Salamanca, licenciándose en 1926. De hecho, tras haber estudiado Derecho en la Universidad de Salamanca, Onésimo inició su carrera política en octubre de 1928 como sindicalista y líder del Sindicato de los Cultivadores de la remolacha de Castilla la Vieja. Por tanto, Onésimo se diferenciaba de los demás fundadores del nacional-sindicalismo español por sus raíces agrarias, por su cercanía a la gente del campo y por su firme e inagotable defensa del mundo agrario. Otro rasgo propio de Onésimo fue el de su castellanismo, pues desde siempre fue un acérrimo castellanista.

Onésimo Redondo.

En el número 2 del semanario “Libertad” escribía: “Debemos exterminar, con un genuino movimiento revolucionario, con todas las formas de usura, incluyendo la moderna, que consiste en pagar al campesino un mínimo suficiente para que no muera y continúe trabajando, pero insuficiente para que alimente a los hijos que da a la Patria… Tenemos que ayudar, finalmente, a quien trabaja y deshacer —violentamente si es necesario— a la burguesía escondida en sus numerosos fondos económicos. Pedimos una revolución social para que todos los hombres aptos encuentren trabajo dignamente remunerado, para que no se vean privados de la posibilidad de ascender, por sus medios, a una condición mejor, y para que el campo —que es España— quiebre las corrientes de la hegemonía burguesa. Pero si la revolución social es una necesidad y un grito de justicia, hay que defenderla. Ese movimiento sano y juvenil, libre tanto de las corrupciones traidoras que vienen de la democracia semita superburguesa, como de las máximas internacionales marxistas que descaracterizan la genuina revolución hispánica para hacernos siervos de Moscú. Revolución social, enérgica y urgente, a cargo de la juventud española”.

Situado al lado de José Antonio.

En agosto de 1931 fundó las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica. Y en noviembre de ese año, su organización se unió con la que dirigía Ramiro Ledesma Ramos en Madrid al frente del semanario “La conquista del Estado”, dando lugar a las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), cuya revista doctrinal tuvo ese mismo nombre: “JONS”.

Onésimo Redondo fue el primer político español en difundir en España “Los Protocolos de los Sabios de Sion”, de los que hizo una edición comentada en su periódico “Libertad” en 1932. En dicha traducción y edición colaboró su mujer, Mercedes Sanz Bachiller, quien sería después la fundadora, en octubre de 1936, del Auxilio de Invierno (después llamado Auxilio Social), organización benéfica integrada en la Falange que alcanzó una gran relevancia en los primeros tiempos del régimen del 18 de julio, y cuyo nombre estaba tomado de otra organización nacionalsocialista alemana de igual nombre, “Winterhilfe”.

Auxilio Social.
Mercedes Sanz Bachiller.

Este es otro rasgo propio de Onésimo, el de su preocupación por este tema, al que daba gran importancia como podemos leer en sus Obras Completas, con frases como las que siguen a continuación, y que plasman lo que él pensaba de un tema que hoy resulta incómodo incluso para no pocos de los que dicen ser sus actuales seguidores, los cuales evitan o se ponen de perfil en este asunto:

“Los instrumentos de dominación sionista* son el dinero y la prensa. En los «Protocolos» ellos afirman que el sufragio universal es su instrumento de dominación”.

“Ya ha padecido la Patria siglo y medio de liberalismo inculto y farsante. Ya es hora de que sepultemos en el fondo de la Historia irrenovable los mitos hipócritas de la mentalidad sionista*”.

“El comunismo es un instrumento del capitalismo internacional* para descomponer a los Estados y después dominarlos”.

En 1932, Onésimo tomó parte en la fracasada sublevación del General Sanjurjo, y para evitar la detención cruzó la frontera y se exilió en Portugal, concretamente en la ciudad de Porto. Durante su exilio en Portugal fue a verle en una ocasión Ramiro Ledesma encontrándose ambos en Lisboa. Francisco Rolao Preto, el dirigente del movimiento nacional-sindicalista portugués que había comenzado ese mismo año, ejerció cierta influencia en el nacional-sindicalismo español vía Onésimo, visitando Rolao Preto a José Antonio en Madrid dos años después, en 1934.

Francisco Rolão Preto.

Tras el acuerdo de fusión de JONS con Falange Española en febrero de 1934, Onésimo Redondo participó en el mitin de celebración de la nueva organización –F.E. de las JONS– que tuvo lugar el 4 de marzo de 1934 en el Teatro Calderón de Valladolid.

En enero de 1935, firmó en una nota de prensa publicada en el periódico “El Heraldo de Madrid”, junto a Ramiro Ledesma y a Nicasio Alvarez de Sotomayor, su escisión y ruptura con Falange Española. Sin embargo, al no ser apoyado en esta decisión por el grupo que Onésimo dirigía en Valladolid, se vio obligado a seguir en Falange, y no continuar del lado de Ramiro Ledesma en dicha escisión. Es de imaginar lo duro y triste que tuvo que ser para él esta situación.

El 19 de marzo de 1936 fue detenido en Valladolid. Durante su prisión, permaneció en contacto por correspondencia con el líder del partido, José Antonio, que también había sido preso ese mes en la cárcel Modelo de Madrid. El 25 de junio, Onésimo fue transferido a la prisión de Ávila de donde fue puesto en libertad por militares sublevados el 18 de julio, cuando se inició el alzamiento y la guerra civil española. Seguidamente Onésimo se dirigió a Valladolid, donde rápidamente organizó un grupo armado de falangistas que combatieron en el Alto del León.

Onésimo Redondo, en el centro, con un grupo de seguidores, delante del edificio del edificio de capitanía general en el Palacio Real.

El 24 de julio, último día de su vida, y primero de descanso en sus cinco años de lucha, fiel a su preocupación, Onésimo se levantó pronto. A primera hora de la mañana, entre un sin fin de gente que en su casa entraba y salía a pedirle órdenes, escribió estas líneas postreras, dirigidas, como tantas en su vida, a los labradores de Castilla y León:

«A TODA LA TIERRA DE CASTILLA Y LEON:
24 julio 1936.

La Patria resucita, como siempre se crearon los Imperios: entre el ruido victorioso de las armas. Castilla asiste con júbilo frenético a esta explosión inesperada de grandeza y de justicia. Sentimos que el ser de la España envejecida se renueva con su mejor estilo: España se hizo combatiendo y pisando a la barbarie, con Castilla como región Capitana. Esos puertos del Guadarrama que se estremecen con el avance duro de los infantes y artilleros castellanos, lanzan sobre Madrid el aviso histórico de que su perversión y sus errores van a terminar. Redimiremos a Madrid de sus enemigos de dentro y a nuestra tierra de una pesadilla antigua. Ya no será Madrid la ciudad incomprensiva y alejada de los intereses de Castilla.

LABRADORES CASTELLANOS, en estos días se ventila y se asegura vuestro porvenir. El Ejército y la Falange luchan por vosotros. Asistidnos con vuestro tesón y vuestra fe.

¡Arriba España!
J. O. N-S. DE VALLADOLID».

Tras escribir esa proclama, que, sin saberlo, serían sus últimas palabras, su obsesión era llegar pronto al Alto del León. Alguien insinuó que quizá la carretera ofreciese peligro pues en esos días las líneas del frente no estaban aún definidas, pero él pensaba en los muchachos que resistían allí. Al llegar al pueblo segoviano de Labajos, su coche se vio detenido por un camión de milicianos de la Columna Mangada que habían llegado hasta Villacastín por carreteras secundarias todavía no controladas. Sin darles tiempo para maniobrar, los milicianos comenzaron a disparar sobre el coche; Onésimo se resguardó en el primer momento echándose detrás del asiento del conductor. Tres de los que le acompañaban salieron del coche poniéndose a salvo, entre ellos su hermano Andrés. Al intentar hacer lo mismo Onésimo Redondo y bajar del automóvil, una bala, dándole en la rodilla, le hizo caer en tierra. Una descarga sobre él le quitó la vida. Junto al cuerpo de Onésimo Redondo, quedó también tendido el cadáver de Agustín Sastre, un campesino que iba de escolta, muerto con él.

Vehículo donde fue tiroteado Onésimo.
Entierro de Onésimo Redondo en Valladolid.

El entierro de Onésimo Redondo Ortega fue acompañado, por una multitud impresionante, hasta el Cementerio Provincial de Valladolid y, según se recoge en “El Norte de Castilla” el 26 de julio de 1936: “Nadie recuerda en Valladolid un acto más emocionante que el entierro de Onésimo Redondo. Diríase toda la emoción de estos días concentrada en el recuerdo de un hombre que realizó el máximo esfuerzo humano para preparar los acontecimientos históricos que estamos viviendo”.

Eduardo Núñez

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