El estreno de ‘Parsifal’ en Bayreuth el 26 de julio de 1882, en el segundo gran ciclo de los Festivales de Bayreuth, tras el primero en 1876 con el ciclo del Anillo, cerró la obra gigantesca de Richard Wagner, que murió poco después en 1883.
‘Parsifal’ es una obra absolutamente distinta a las otras de Wagner, él mismo la catalogó de ‘Festival Sacro’ y exigió que solo se pudiera representar en su Festpielhaus de Bayreuth, en ningún otro Teatro mientras tuviera derechos de autor, para evitar ver convertida su sacralidad en un acto social de diversión operística.
Pidió que no se aplaudiera al final de cada acto, que se guardase un respetuoso silencio y concentración, pues lo que se iba a ver no era una ópera ni un espectáculo musical, sino una profunda muestra sagrada de la Compasión y el Amor divino frente al Dolor del mundo.
Francamente creo que debería haberse estrenado el día de Viernes Santo, pero eso era imposible en aquellos momentos. Hoy en día se representa cada año el día de Viernes Santo en Budapest.
Se ha intentado dar mil cambios o interpretaciones extrañas, cuando la obra es bien clara. Frente al Dolor del Mundo solo la compasión del Inocente, su amor al doliente, asumir ese dolor como propio, puede redimirlo. Dios muere para redimir los pecados del mundo, Parsifal siente el dolor de Amfortas y se une a su dolor para redimirlo.
El Cáliz con la sangre de Cristo es el recuerdo de ese sacrificio por amor, y nos indica que solo asumiendo el dolor del mundo como algo propio podemos intentar redimirlo.

Ni dinero, ni violencia, ni algaradas, solo el compartir el dolor del prójimo, eso es lo que parece imposible pero necesario.
RB