Hasta ahora en las democracias se prohíbe hablar, escribir, editar, incluso comentar en privado en algunos países, sobre los temas tabús de la nueva ‘religión del Pensamiento Único Correcto.
Pero ahora hay una nueva tentativa: Prohibir y censurar al que se calle.
Quedará para el futuro someternos a un detector mental para saber que pensamos y condenarnos por ello.
Pero vayamos a esta nueva tentativa de atacar el silencio, que ya es una realidad, no es futurología.
Si se ha visto una genial película, que no dejaremos de promover, “Un hombre para la eternidad” que trata de la relación histórica entre el Rey inglés Enrique VIII y Tomás Moro, una de las enseñanzas es analizar la posición que toma Tomás Moro ante la ruptura del Rey con la Iglesia y su pretensión de casarse de nuevo y constituir una ‘iglesia oficial’ para ello.

Moro no se opone, no tiene fuerzas para ello, así que dimite de sus cargos y se retira a la vida privada. Pero eso lo considera el Rey como una ‘forma visible de oposición’. Reclama entonces una declaración de acatamiento. Moro nunca se manifiesta en contra, pero tampoco a favor, simplemente calla. Es el derecho al silencio.
El Rey no puede condenarlo a muerte por no hablar, así que al final debe encontrar un perjuro que asegure falsamente ante el Tribunal que Moro si criticó al Rey, y poder condenarlo.
Este método lo usaron ya protestantes, católicos, ateos, comunistas, etc. para juzgar a los contrarios. En la guerra civil española fue normal este tipo de actuaciones. Si uno era acusado de cristiano debía renegar para salvarse. Y al revés si era acusado de republicano.
Este ejemplo que parece salido de la ‘tiranía’ de un monarca brutal como fue Enrique VIII, es ahora la nueva táctica que las democracias están intentando imponer poco a poco.
Con demasiada ansiedad trataron de aplicar este tema a nivel legal. No es la primera extravagancia legal que tratan de imponer. En Francia se ha impuesto en algunos temas ’raciales’ que debe ser el acusado el que presente pruebas de su inocencia, en vez de ser el fiscal quien deba probar la culpabilidad. En realidad, es un primer intento de condenar el ’silencio’.

En Italia se pretendió algo similar: Exigir a los acusados de ‘fascismo’ una declaración de condena del ‘fascismo’. Sin ella se asumía su culpabilidad sin más prueba.
Afortunadamente hace poco el Tribunal Constitucional italiano ha declarado anticonstitucional pedir declaraciones de ningún tipo, protegiendo el derecho al silencio… por ahora.
Así que el Sistema ha ideado otro medio. La presión económica y social sobre los que guarden silencio. La “Coordinación Intercomunitaria Contra el Antisemitismo y la Difamación” (CICAD) en Suiza, envía periódicamente cuestionarios a grupos políticos y Asociaciones para saber en qué medida (un poco, mucho, apasionadamente, locamente, nada …) están comprometidos a luchar contra el racismo, antisemitismo y negación del Holocausto. Una ausencia de respuesta es inmediatamente denunciada públicamente como una reticencia sospechosa.
No obedecer los mandatos de los titulares del monopolio de la obediencia pública es manifestar un deseo oculto de desobedecer la ley. Y de esa forma son denunciados como ya culpables de ‘casi nazis’ para ser boicoteados.
Quizás pronto para poder usar YouTube, Amazon, Facebook o cualquier medio económico, se deberá presentar un ‘documento de afirmación antifascista y democrática’. Como ahora se pedirá el certificado de vacunación para entrar en algunos países sin ser sometido a cuarentena.

Ahora nos puede aún parecer alucinante esto, pero no lo es. Ya hoy hay boicot en empresas si eres ‘nazi’, a mí me prohibieron usar Western Unión, por ejemplo.
La dictadura se disfraza de muchas cosas, pues la hipocresía es la base de la ‘libertad’ en democracia.
Ramón Bau