Reflexiones de un joven socialista

Sirviéndose los teóricos del liberalismo del halo mesiánico que les otorgan los tiempos de decrepitud intelectual en que vivimos, un simple vistazo a la sociedad actual basta para constatar que hoy, su mensaje, ya no resulta inocuo.

Un hecho sorprendente cuanto menos pues, la teoría liberal no sería más que eso, pura teoría oligarca, de no haber dado con tiempos y sociedades espiritualmente debilitadas. Una corriente de pensamiento que, bajo la responsabilidad de cualquier Estado soberano, habría de haberse rechazado desde su génesis.

Sin embargo, la historia reciente ha demostrado que, lejos de repeler el sistema liberal, las democracias que se suponen más avanzadas amparan irresponsable e irremisiblemente el calado de sus principios en la sociedad. Y resulta determinante comprender este hecho, pues amparar el «laissez faire» como teoría económica, implica inevitablemente impregnarse de sus actitudes, que no valores.

Sirvan de ejemplo los planes educativos modernos, según los cuales, desde la Educación Primaria ya se promueve explícitamente y como competencia curricular el “Sentido de iniciativa y espíritu emprendedor”, pero en ningún caso se habla del concepto de explotación o las situaciones de privilegio que lo envuelven. Más adelante, durante la Educación Secundaria, el plan se perfecciona y culmina hasta el punto de implementar asignaturas evaluables como “Iniciativa Emprendedora”, en la que se habla a los alumnos del ahorro y la inversión, pero obviando, evidentemente, tanto el concepto de usura como el de plusvalía.

Y, aun así, raro es el día en que no escuchamos a algún iluminado liberal hablarnos, desde su superioridad moral, eso siempre, de como “resulta extremadamente violenta la forma en la que el Estado interviene nuestro bolsillo en nombre de la justicia social”. Afortunadamente y por mucho que envuelvan su mensaje con en el “ahorro y trabajo duro”, no podrán negar jamás que el único principio que les mueve es el individualista y el único valor que subyace en sus vidas es, y ha sido siempre, la acumulación de riqueza generando los sistemas mercantilistas que sean necesarios.

«Raro es el día en que no escuchamos a algún iluminado liberal hablarnos, desde su superioridad moral, eso siempre, de como `resulta extremadamente violenta la forma en la que el Estado interviene nuestro bolsillo en nombre de la justicia social¨»

Es por ello que la resistencia y promoción de valores orgánicos al sentido humano, como son la honradez, la empatía o la solidaridad, pasen por implementar urgentemente sistemas de genuina raíz socialista.

Siendo así… Habríamos de estar tranquilos, ¿no? Pues, más allá de los partidos obreros vendidos al sistema liberal del que hablábamos, no es poca la cantidad de colectivos, grupos y movimientos disidentes, de uno y otro color, que han germinado durante las últimas décadas en España con nombres asociados al socialismo.

Lamentablemente no. Ni podemos estar confiados ni satisfechos, siendo además motivo de reflexión para cualquier conciencia “antisistema” el por qué, no solo no se ha logrado implantar en los jóvenes de “a pie” actitudes comunitarias, sino que lamentablemente tampoco se ha logrado en la mayoría de militantes.

Manifestación en conmemoración del Aniversario de la II República española en Madrid.

Y siendo críticos comprenderemos que: no existen verdaderas alternativas socialistas porque no se han implementado principios de solidaridad reales:

  • ¿Hasta qué punto espera lograr la, autodenominada, izquierda antisistema que sus militantes adquieran un sentido de pertenencia a la comunidad si solo generan sobre ella antipatía? 
  • ¿Sirve realmente su concepto de “servicio comunitario” para liberar del hedonismo individualista al militante en su vida privada?

Y esta última reflexión entronca directamente con la actitud de los grupos que, dicen ser antitéticos, pero que con sus actos demuestran no serlo tanto…

  • ¿Es coherente con su ideal aquel socialista que, con excusa de un reparto de alimentos, ensucia sus calles y dificulta la vida de sus vecinos?
  • ¿Puede un auténtico socialista dar prioridad a la política material mientras contribuye a la destrucción y contaminación de entornos históricos y naturales?

Si somos honrados en las respuestas veremos que, solo una profunda actitud anti materialista podría ser capaz de derrocar el sistema capitalista, tanto como el auténtico socialismo debería encontrar su germen en demostraciones de pura solidaridad y abnegación individual. Todo lo contrario, será contribuir diariamente al nihilismo liberal.

Basta ya de ampararse en el socialismo como estrategia política, como etiqueta comercial, cuando ni siquiera existen lazos de respeto comunitario, pues el camino a recorrer por los jóvenes socialistas es inequívocamente unidireccional: ser para después hacer.

       Alberto B.

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