¿Por qué no ocurre nada?

Estos últimos años pudimos observar el desarrollo de ciertas movilizaciones sociales a gran, mediana y pequeña escala en varios países extranjeros, ya sean los Chalecos Amarillos franceses o cualquier acción realizada por el deseo de cambiar condiciones de cualquier tipo. Es desconcertante observar estas imágenes comparándolas con la realidad española, más aún cuando la más violenta de las protestas, los 3 días de manifestaciones por la condena de los responsables del intento de DUI de Cataluña, únicamente llega (no sobrepasa) a igualar el grado de violencia dispuesta a ser ejercida por manifestantes en lugares como Francia, por no hablar ya del número de participantes. Y todo ello en medio de la antesala de una decadencia política, socioeconómica y cultural de España que nos convertirá en los nuevos griegos dentro de 5 años y los nuevos rumanos en 20. ¿Por qué no ocurre nada? ¿Por qué la persona de a pie, a pesar de estar harta de toda esta situación, no siente o no tiene la necesidad de hacer algo?

Las razones por las que no se actúa son varias y diversas, pero por lo general corresponden a patrones sociológicos, psicológicos y de pensamiento muy identificables. Muchas veces aparece un único factor, a veces varios y otras veces, mezcla de unos cuantos, ya que como veremos, están interrelacionados entre sí. Con este pequeño escrito intentaré realizar un análisis sociológico de la falta de empuje de los españoles por tomar parte activa y generalizada en acciones contra el poder, y la actitud de la población general ante las mismas. El único motivo es la compresión de la realidad en la que vivimos. Sin compresión, no hay Revolución, ni puede haberla.

Veteranos se unen a los chalecos amarillos.

-Fundamentalismo democrático: Confianza plena en el funcionamiento del sistema de voto para elegir a las personas capacitadas, necesarias y voluntariosas para realizar por la vía de las instituciones las peticiones lanzadas por los manifestantes. Se detecta en comentarios como: ‘¡Votando es como se consiguen las cosas!’.

-Pacifismo exacerbado: Da igual lo que se pida, lo que se consiga por uno u otros medios. Da exactamente igual, para los seguidores de esta corriente la única manera digna de alcanzar las peticiones es mediante «acciones pacíficas», es decir, mediante las instituciones. Un ejemplo sería ‘¡Actuando así perdéis toda la razón que tenéis!’. Como vemos, se relaciona con la mentalidad burguesa y el fundamentalismo democrático.

-Mentalidad burguesa: Defino mentalidad burguesa en el sentido más romántico de la definición, como aquellos pensamientos provenientes de las inquietudes burguesas de paz, estabilidad y mantenimiento de la situación actual por encima de todo. Poseen una obsesión patológica en considerar cualquier manifestación, por lamentable, pequeña y pacífica que sea, una seria amenaza a su tranquilidad, a las instituciones y la paz que éstas representan. Su odio se puede llegar a traducir en comentarios y gritos pidiendo a la Policía «contundencia» (por no decir palos y calabozo) frente a los manifestantes, sean violentos o no. Una variación de este factor es el mito de la clase media, trabajadores con capacidad de endeudarse a los que se le convenció que poseían un estatus y unas preferencias diferentes a las del resto de los trabajadores.

-«Los cuatros jinetes del Apocalipsis»: Miedo, Apatía, Soberbia y Amenaza:

El miedo, tanto si viene de la mentalidad burguesa como de la pura necesidad material, atenaza a cualquier individuo y lo convierte en una parodia de sí mismo. Y es que hace unas décadas, el capitalismo se dio cuenta de que para evitar más problemas sociales y de paso, aumentar las ganancias de las élites, era necesario y buena idea destinar una pequeña parte de la riqueza total a las capas más pobres: ahora tenían una casa, unos terrenos, un pequeño sueldo, etc. Una estrategia de desmovilización social exitosa: antes, los pobres, por no tener nada, no tenían ni miedo a lo que les pudiera ocurrir. Con el nuevo sistema, ahora tenían lo suficiente como para no morir de hambre, pero también lo suficiente como para temer perderlo. «Entretenidos» con sus quehaceres diarios, preocupados por tener que salir adelante y angustiados por perder lo poco que tenían, dejaron de buscar su progreso y se enfocaron únicamente en sobrevivir. Actualmente es una situación que se puede ver claramente en persona con empleos precarios.

La Apatía infecta nuestra sociedad: se tiene la sensación de que nadie hace nada en pos de corregir problemas ni de movilizarse. También se nota cuando una persona escucha con total indiferencia una noticia sobre algo que le perjudica, como estos días el recibo de la luz. Fijaos bien en la reacción de los demás mientras escuchan ese tipo de noticias.

«La Apatía infecta nuestra sociedad».

La Soberbia es uno de los Siete Pecados Capitales. Y no es para menos: cada situación personal lleva inherentes unas actitudes y pensamientos. Y cuando uno se cree más y mejor de lo que realmente es, inevitablemente va a despreciar a los demás. Se puede detectar en comentarios como: «¿Ir a manifestarme? Si eso es de pobres y violentos.».

A poco que se indague en la prensa local, se encontrarán todo tipo de situaciones en la que policías se salten todo tipo de protocolos o traten de manera injusta a los ciudadanos. Y es que es una realidad que muchos se niegan a reconocer: que la Policía reprime con una fuerza absolutamente desproporcionada, llegando al punto de saltarse todas las leyes. Para muchos, arriesgarse a recibir una paliza en la comisaría les echa para atrás a la hora de tomar acción.

-El Cerco de César:

Durante el transcurso de una batalla contra los germanos, Julio César rodeó el ejército enemigo. Dado que la fiera resistencia bárbara estaba siendo costosa en tiempo y hombres, César ordenó la formación de pequeños pasillos entre las formaciones romanas, para que pudieran escapar. Los hasta entonces fieros, fanáticos y decididos guerreros germanos se convirtieron en ovejas al contemplar varias formas de escapar de aquella trampa mortal y empezaron a huir en masa. Daba igual que vieran a cientos de sus hermanos ser metódicamente abatidos por las espadas y las jabalinas romanas mientras intentaban huir por dichos pasillos, lo seguían intentando. Julio César acababa de aplicar, sin saberlo, una máxima de «El Arte de la Guerra»: «Si rodeas completamente al enemigo, éste luchará fieramente hasta la muerte. Sabedor de que no tiene escapatoria, tal vez sea capaz de vencerte. Pero si le rodeas dejándole una pequeña vía de escape, sabrán que la muerte no es su única opción y podrás dar pie a la deserción de sus tropas y la victoria será tuya.» Y es que el intento de supervivencia aflora hasta en los guerreros más legendarios.

¿Y qué tiene que ver la estrategia militar con la sociología? Se está aplicando la misma estrategia con un vector potencialmente revolucionario: la juventud. Si todos los jóvenes españoles estuvieran en España activamente buscando trabajo, el porcentaje de paro juvenil sería inasumible, y es muy probable que aún con una juventud con tan pocas armas y ganas de usarlas, la simple visión de no tener un futuro provocaría graves disturbios. La emigración y el retorno/eternización de los estudios supone para el Sistema las vías de escape de Julio César: no importa que no haya futuro, siempre puedo marchar fuera o retomar los estudios. ¿Qué pasaría si hubiera miles de jóvenes completamente ociosos, amargados y con rabia por sentir que les están negando su futuro?

-La herencia recibida:

Somos lo que fueron nuestros padres, y para bien o para mal, como hijos de la Guerra Civil y el gobierno de Franco, llevamos los pecados de nuestros padres. El tipo de ciudadano que dicho gobierno de forma directa o indirecta promovió era el de respetuoso hasta el servilismo con las autoridades y no participativo en política, siguiendo las recomendaciones de Franco («No os metáis en política»). Combinando con el fundamentalismo democrático y la mentalidad burguesa, hace que se entienda la participación de uno en la política con el voto cada 4 años y ya. Pensad en la vida política de vuestros allegados. Sabiendo que había elecciones con Franco, ¿creéis que habría alguna diferencia en su vida si lo trasplantamos a esa época?

No es broma: ¿cuánta gente que conocéis, especialmente familiares, fue a una manifestación en los últimos 10 años? ¿Quién está afiliado a un sindicato, una organización, una asociación (lo que sea)?

Sociedad alienada.

Analizando la Historia, las circunstancias actuales y futuras y la sociología, podemos concluir que es más probable que una nave extraterrestre aterrizara en Toledo al ritmo de «Los Coches Chocones» («Y era un domingo en la tarde…») que haya protestas más o menos generalizadas. Estamos viviendo una época extraordinaria, y pensaba que podría haber algo que hiciera que la gente despertara del letargo, pero durante el transcurso de los pequeños altercados de octubre/noviembre del año pasado, lo que parecía ser la antesala de algo más gordo, me di cuenta de que no iría a más. No hubo nunca memoria ni tradición de grandes movimientos contestatarios ni movilización política importante ni la habrá. Siento difundir este mensaje tan pesimista, pero…

Así son las cosas.

Xurde

Un comentario en “¿Por qué no ocurre nada?

  1. El autor de este texto tiene poca memoria. ¿Cómo puede escribir q la apatía de los españoles ante los problemas graves q vivimos, se debe a la influencia de la dictadura de Franco? Debe ser muy joven o no vivió las huelgas q sufrió el gobierno de la UCD, así como la «huelga general» q la UGT convocó contra el gobierno de Felipe González. Expone una tesis falsa de principio a fin. La tesis es que la juventud española ha percibido q gobierne PSOE o PP, es lo mismo, nada cambia como se observó en el gobierno de Rajoy. Siguió la misma política de su antecesor Zapatero.

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