Rudolf Hess, mártir de la paz

«Mi honor es para mí algo más alto que la libertad». Rudolf Hess

A los 34 años de su muerte es obligado recordar al hombre que lo dio todo por la paz y que con su sacrificio personal nos dejó un ejemplo formidable para las futuras generaciones.

Rudolf Hess era hijo de Fritz Hess y Clara Münch, quienes habían contraído matrimonio en 1892.Nació en Alejandría (Egipto), el 26 de abril de 1894, donde fue bautizado en el templo alemán evangélico de Alejandría. Décadas más tarde escribiría al recordar Egipto desde la prisión de Spandau que «recibo con la fuerza vital de la juventud que me ha dejado, como segunda Patria, huellas imborrables».

Hess fue voluntario durante la I Guerra Mundial. Tras la guerra, se afilió al NSDAP, llegando a ser uno de sus principales líderes, y como consecuencia del “putsch” de Múnich en 1923, Rudolf Hess compartió presidio con Hitler en la prisión de Landsberg en 1924, donde ayudó a Hitler en la redacción del “Mein kampf”.

December 1924: Adolf Hitler (1889 – 1945) Landsberg

Pero lo que le hizo pasar a la historia fue su misión de paz durante la Segunda Guerra Mundial, concretamente en 1941, cuando Alemania era la vencedora indiscutible en todos los frentes. Situémonos en aquel momento: Después de la derrota inglesa en Creta y del victorioso contraataque de Rommel en África del Norte, la situación volvió a empeorar para la URSS, en vigilia de un ataque general de la Wehrmacht. Inglaterra no podía echarle más capotazos al toro alemán para desviarle de su objetivo. Turquía, desoyendo las indicaciones de Londres y Washington, había firmado un pacto de no agresión con Alemania, mientras Bulgaria (que participó, con sus tropas, en la ocupación de las dos Macedonias, griega y yugoslava, relevando en tal misión a las tropas alemanas e italianas), Rumania, Eslovaquia y Finlandia, directamente amenazadas por Moscú, se adherían al Pacto Tripartito. Croacia seguiría más tarde (En abril de 1941, bajo la presidencia de Ante Pavelic, se constituyó el Estado de Croacia. que permanecería fiel a su alianza con el Reich hasta el fin de la guerra. Hungría ocupó el Bánato, mientras en Serbia y Eslovenia se establecían gobiernos locales de tipo fascista.). Suecia y España habían afirmado su neutralidad, lo mismo que Suiza, Portugal e Irlanda, ésta última debiendo resistir a terribles presiones de todo orden de su poderoso vecino inglés. No quedaban más cipayos europeos para morir por Inglaterra y, a la larga, por Moscú y Wall Street. Roosevelt no había aún podido vencer la formidable oposición del Senado y del Congreso americanos, reacios a dejarse enredar en una guerra ajena… En aquel momento, y antes de decidirse a poner en marcha el mecanismo de la “Operación Barbarroja”, Hitler quiso hacer una enésima tentativa para llegar a un cese de hostilidades con Inglaterra.

Ante Pavelic en el Parlamento Croata.

El 10 de mayo de 1941, Rudolf Hess, lugarteniente del Führer y líder del NSDAP, arriesgó su vida para lograr la paz pilotando en solitario un bimotor Messerschmitt Bf 110 rumbo a Escocia. Su propósito era entrevistarse con el Duque de Hamilton, antiguo amigo suyo y muy influyente en la Corte. Hess confiaba en que el Duque le ayudaría a conseguir una entrevista con Jorge VI y con Churchill para convencerles de que “el Führer no quiere continuar esta guerra insensata” y de que “el verdadero enemigo está en Rusia” (“Prisoner of Peace”, versión inglesa de “England-Nurnberg-Spandau”, por Frau Ilse Hess.).

El avión había sido modificado especialmente por el fabricante para ese vuelo, pues se trataba de un caza pesado biplaza y bimotor, cuya velocidad máxima era de 600 km/h. Las modificaciones consistían en un compartimento que contenía una balsa inflable completamente equipada, un receptor Lorenz, una radio adaptada para comandarla por el piloto, la envergadura de las alas estaba extendida y un fuselaje 50 centímetros más largo. No estaba armado ni contenía bombas u otros elementos defensivos u ofensivos, pues se trataba del vuelo de un mensajero de paz. El 10 de mayo de 1941, Hess y el Reichsleiter Alfred Rosenberg almorzaron juntos en privado en Augsburgo, y desde allí Rosenberg se dirigió a entrevistarse con Hitler en Berchstesgaden. El personal de servicio de Hess dijo que éste se encontraba absolutamente tranquilo y que durmió una siesta, se levantó aproximadamente a las 15:00 horas para, posteriormente, ir a visitar a su esposa Ilse y a su hijo Wolf Rüdiger. Más tarde se dirigió hacia la pista de la Luftwaffe en Augsburgo, hacia las 17:00 horas, despegando a las 17:45 h.

Rudolf Hess en la cabina de un caza bimotor Messerschmitt Me-110.

Hess logró burlar en su vuelo la vigilancia de las patrullas de la RAF, pues fue detectado por un puesto de Observadores Reales (ROC) en Ashirck y despegaron aviones de la RAF para interceptarlo, infructuosamente.

Después de su llegada a Escocia esperaba poder aterrizar en la Casa Dungavel, propiedad del Duque de Hamilton, quien tenía una pista privada que, según testigos calificados, estuvo iluminada esa misma noche, un dato interesante si se tiene en cuenta que eran tiempos de guerra. Además, contaba en sus hangares con cajas de repuestos y dos tanques de combustible del mismo tipo del avión alemán en el que Hess volaba. Este dato procede del testimonio dado por una sirviente de la Casa Dungavel que precisó que, además de tener las luces de la pista encendida momentos antes de la pasada de Hess esa noche, también había visto en los hangares privados de la pista cajas conteniendo tanques fabricados en Augsburgo del mismo tipo que el usado por el Messerschmitt Bf 110.

Hess voló muy cerca de esa propiedad (con su pista iluminada, pero que, según testigos fidedignos, se apagaron las luces cerca de las 22:30 h) buscando la supuesta pista que esta propiedad tenía. Hacia las 22:45 h, el combustible sólo le daba para unos 5 ó 7 minutos de vuelo más, pero sobrevoló dicha propiedad sin encontrar la pista y pasó de largo en dirección a la costa occidental de Escocia. Al llegar al mar nuevamente, se deshizo de los tanques adicionales de combustible, viró 180° y volvió a buscar la Casa Dungavel, para pasar nuevamente sobre ella.

Soldados británicos inspeccionan los restos del avión de Rudolf Hess.

Cerca de las 22:50 horas, al acabarse el combustible, se vio obligado a saltar en paracaídas en Eaglesham, cerca de Glasgow. Al llegar a tierra, Hess se dañó un tobillo y un campesino escocés, le auxilió y le llevó a una guarnición militar, en donde Hess intentó convencerles de que era amigo del Duque de Hamilton con un nombre falso (Alfred Horn). El Duque acudió a la mañana siguiente y Hess se presentó por su verdadero nombre, aunque el Duque le había reconocido porque se habían visto por primera vez en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936.

Hess comunicó su deseo de llegar a un acuerdo de paz con los británicos y que traía un mensaje del Führer. Inmediatamente fue hecho prisionero, para ser recluido posteriormente en la Torre de Londres hasta el final de la guerra. Todos sus intentos de ser creído fueron infructuosos para tratar de pactar la paz con el Reino Unido y así cambiar el curso de la guerra, al poder concentrar a la Wehrmacht en un solo frente contra los soviéticos. Ambas partes, británicos y alemanes, hicieron publicar rápidamente su desconocimiento de contactos previos. Las razones de Hess para obrar de semejante forma pueden ser todo lo discutibles que se quiera, pero la teoría más aceptada y más coherente es que Hess partió como emisario secreto de Hitler para contactar a altos personajes británicos, pues Hess era un experto piloto, y preparó su aparato particular para dicho vuelo. Además, los radiofaros guía alemanes se entramaron cuidadosamente para dirigirlo al Reino Unido.

Douglas Douglas-Hamilton, el 14º duque de Hamilton.

Lo que Hess proponía era, nuevamente, una paz-empate, a condición de que se dejaran manos libres a Alemania frente a la URSS. Como garantía de las intenciones del Reich de cumplir lo pactado, el mismo Hess se ofreció como rehén. No hay que olvidar que, en el momento en que Hess se presentó en Inglaterra con su misión de paz, Alemania aparecía como muy probable vencedora. Inglaterra había sido batida en todas partes, en Francia, en Bélgica, en Noruega, en Yugoslavia, en Grecia, en Creta, en Libia, incluso en los mares. Todos sus cipayos continentales habían sido sucesivamente arrollados, y Roosevelt seguía sin conseguir envolver a América en el conflicto, al lado de Inglaterra. Pero Hess no conseguiría entrevistarse con el Rey, ni con Churchill que lo mandó encarcelar. En vez de considerar, al menos, la posibilidad de detener la matanza de la guerra y, en caso de desacuerdo, permitirle regresar a su patria, el gobierno británico le trató como un prisionero de guerra corriente y, más tarde como un criminal de guerra, en la farsa pseudojurídica de Nuremberg.

Rudolf Hess con los brazos cruzados durante los Juicios de Nuremberg.

Hitler se enteró en la mañana del día 11 a través de un sobre que le entregó el secretario de Hess, Pintsch, con una larga carta en la cual decía al Führer que, en caso de que saliera mal la aventura de intentar negociar la paz con los británicos antes de invadir la URSS, podría argumentar que estaba loco. La reacción alemana no se hizo esperar, pues Goebbels, como Ministro de Propaganda del régimen, catalogó el día 12 la actuación digna de un loco. Horas después, la BBC anunciaba la captura de Hess, que en Alemania sería reemplazado en su cargo por Martin Bormann.

Existen pruebas que avalan que Hitler estaba al corriente del plan y la actuación del Ministerio de Propaganda alemán quiso encubrir el fracaso de Hess como emisario de paz.  

Hitler, tal como estaba convenido en caso de fracasar la acción de Hess, hizo publicar un comunicado oficial declarando que su lugarteniente, Rudolf Hess padecía, desde hacía algún tiempo, una progresiva enfermedad mental. Hitler reconocería tácitamente su participación en la misión de Hess cuando, al dar instrucciones a Wolff para establecer contactos de paz con los angloamericanos, le dijo: “Ya sabe Usted que, en caso de fracasar en su misión, me veré obligado a negarle, como en el caso de Hess”.

El caso es que Hess fue hecho prisionero pese a que había ido en solitario al Reino Unido en misión de paz para iniciar conversaciones de paz en su calidad de lugarteniente de Hitler y figura clave del Tercer Reich, y como un intento más de obtener la paz en Occidente.

Después de su estancia encerrado en la Torre de Londres hasta el final de la guerra, Hess fue devuelto a su país al final de la guerra. Fue juzgado en los procesos de Nuremberg, siendo condenado a cadena perpetua el 1 de octubre de 1946 y recluido en la prisión de Spandau, en la zona aliada de Berlín.

Cambio de guardia en Spandau.

Rudolf Hess, habiendo ido a Inglaterra a ofrecer la paz, fue condenado a cadena perpetua por «criminal de guerra». Los ingleses dijeron que tal oferta de paz no podía tomarse en consideración, no sólo por razones políticas, sino sobre todo porque Hess estaba loco. En tal caso no se comprende cómo se mantuvo a Hess en una prisión.

En su declaración final ante el Tribunal de Nuremberg, Rudolf Hess dijo:

Por muchos años de mi vida pude trabajar bajo el mayor hijo que haya producido mi pueblo en su historia de mil años. Ni siquiera, si lo quisiera, podría borrar este período de mi existencia. Me siento feliz de saber que he cumplido con mi deber para con mi pueblo; mi deber como alemán; como nacionalsocialista; como leal seguidor de mi Führer. No me arrepiento de nada. Si tuviera que comenzar de nuevo, actuaría tal como he actuado, inclusive si supiera que al final me esperase una feroz muerte en la hoguera. No importa lo que me hagan los hombres, algún día estaré ante el trono del Juez Eterno. Ante él me responsabilizaré y sé que Él me declarará inocente» (Rudolf Hess, Nuremberg, 1946).

El Duque de Hamilton, rompiendo, por fin, un silencio que le fue impuesto durante veinte años dijo, el 25 abril de 1962 que “ciertamente, la guerra habría podido terminar en 1940; pero la mejor oportunidad la facilitó el vuelo de Hess, en mayo de 1941”. Aparte de la negativa de aceptar la propuesta de paz del emisario de Hitler, lo que llama la atención en este caso es la manera de proceder de Inglaterra para con un emisario que se presentó voluntariamente. Los mensajeros de paz eran respetados incluso por los pieles rojas. El escritor inglés A. J. P. Taylor reconoció que el trato dado a Hess constituye una “negra mancha sobre nuestro honor”. El propio Churchill (Winston Churchill: “Historia de la Segunda Guerra Mundial”) manifestó estar muy contento de “no ser directamente responsable de la manera cómo se trató a Hess… enviado de paz que vino a estas islas por su propia voluntad”.

Tras la puesta en libertad de Albert Speer y de Baldur von Schirach, que habían sido condenados a 20 años de prisión, en 1966, Hess quedó como único preso de la cárcel de Spandau durante más de 20 años, hasta su muerte.

Baldur von Schirach tras su excarcelamiento.
Albert Speer tras su excarcelamiento.

El trato dado a Hess fue indigno; sólo se le permitía andar 1.500 pasos diarios, que se contaban con un pasómetro atado a una pierna. Sólo podía recibir una visita, de quince minutos de duración, una vez al mes. Porque, en cierta ocasión, Frau Hess consiguió entregar a su marido, subrepticiamente unas tabletas de chocolate, hubo un diputado laborista que se levantó en la Cámara de los Comunes para interpelar al Gobierno por no haber protestado oficialmente por la negligencia de los vigilantes de la prisión de Spandau.

En los años 80, el caso Hess dividió a la opinión pública británica acerca de su posibilidad de excarcelarlo, pero la justicia británica bajo la influencia del sionismo hizo oídos sordos a estas corrientes de opinión, empecinándose en mantener en prisión a Hess a pesar de su edad y de los gastos que originaba a la Corona por su manutención e infraestructura carcelaria.

Hess murió repentinamente el 17 de agosto de 1987, a los 93 años de edad. La autopsia oficial determinó que había muerto por estrangulamiento, afirmando que se trataba de un suicidio. La familia dudó de la tesis oficial y encargó una segunda autopsia, que determinó que su muerte fue por asfixia y no por suspensión, demostrándose de esta manera que fue asesinado. Posteriormente incluso la policía británica puso en tela de juicio el supuesto suicidio de Rudolf Hess. Por tanto, Rudolf Hess fue asesinado por los guardias en la prisión de Spandau, en Berlín, el 17 de agosto de 1987.

Durante sus cortos paseos en prisión.

Durante decenas de años, sus carceleros no pudieron doblegarle ni quebrantarle. Hess siempre rechazó pedir la gracia porque en sus propias palabras: «Mi honor es para mí algo más alto que la libertad».

Rudolf Hess, mártir de la paz.

Desde 2005 las autoridades locales de Wunsiedel, en el noroeste de Baviera, lugar donde se encontraba su tumba, en un acto antidemocrático, habían conseguido impedir las concentraciones que cada año tenían lugar en el aniversario de su muerte.

En la madrugada del 20 de julio de 2011, la sepultura de Rudolf Hess en el cementerio de Wunsiedel, fue desmantelada, coincidiendo “casualmente” la fecha de dicha profanación de la tumba de Hess con el aniversario del fallido atentado contra Hitler de 1944. Los restos de Rudolf Hess fueron exhumados del cementerio en el que se encontraba enterrado, quemados y esparcidos en el mar después de que la comunidad evangélica de Wunsiedel denegara a sus familiares prolongar el arrendamiento del sepulcro.

Imagen distribuida por la Asociación Cultural Devenir Europeo en recuerdo y homenaje de Rudolf Hess.

Hess pasó en total 46 años en prisión, es decir, la mitad de su vida, por el “crimen” de haber sido un mensajero de paz en una guerra. Es decir, que fue lo que Amnistía Internacional llama un “preso de conciencia”. Sin embargo, ni Amnistía Internacional ni ninguna otra organización supuestamente humanitaria similar pidieron nunca su libertad. Quien esto escribe formó parte de la Hermandad Pro-Libertad de Rudolf Hess que durante muchos años hizo campañas con recogidas de firmas, envíos de cartas y peticiones de libertad del prisionero de paz por parte de personajes famosos dirigidas a la prensa y a los gobiernos y embajadas de los países que administraban la prisión de Spandau, y puedo asegurar que, por mi parte, jamás obtuve ninguna respuesta. No importa. Rudolf Hess recuperó la verdadera libertad el día que, a semejanza de Tomás Moro, pasó a ser un hombre para la eternidad. Su ejemplo y su calidad humana están y estarán siempre muy por encima de sus carceleros.

Eduardo Núñez

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