La España heroica. 85 años de la muerte de Julio Ruiz de Alda

Julio Ruiz de Alda Miqueleiz (1897-1936) nació en la localidad navarra de Estella el día 7 de octubre de 1897, en la céntrica calle de la Zapatería, núm 1, en una casa hidalga blasonada. Estudió con los Padres Escolapios de su ciudad natal los tres primeros cursos de Bachillerato y se desplazó a Logroño para proseguir sus estudios de segunda enseñanza, mientras se preparaba para el ingreso en la Academia Militar. Atleta, de convicciones nobles, austero, formal, a la edad de quince años se estableció en Madrid para prepararse en la Academia Iriarte la carrera militar. En la primera convocatoria se presentó en Segovia, obteniendo plaza en la Academia del Real Cuerpo de Artillería. Fue el número 1 de su promoción, ingresando en la Academia de Artillería el 1 de septiembre de 1913. El Teniente Ruiz de Alda fue destinado al Segundo Regimiento de Artillería de Montaña, con guarnición en Vitoria, donde permaneció un año. Su segundo destino fue el Regimiento Mixto de Tetuán, interviniendo en las operaciones de Beni Aros y en la toma de Xauen, la Ciudad Santa musulmana que estaba vedada a cualquier otra confesión. La batería del Teniente Ruiz de Alda fue la primera que llegó al recinto amurallado de la ciudad prohibida. Entre sus actos notables de armas están también su intervención en los campos de batalla de Mura-Tahar, donde tras encarnizados combates se llegó al cuerpo a cuerpo. Ascendió a Capitán en el año 1921 con veinticuatro años. Colaboró con el Ingeniero civil Guinea en la construcción de un salto de agua en el río Lucus, por encargo de Electras Tetuanies.

Ese mismo año ingresó en la Aviación, el arma romántica y de mayor riesgo de aquella época, donde los ases desafiaban las leyes de la física. En la Escuela de los Alcázares obtuvo el título de observador y después, en Tetuán, fue el encargado de la organización del aeródromo, siendo el Jefe de Talleres del mismo. El título de piloto lo obtuvo en la Escuela de Getafe. En 1922 inició su intervención en trabajos fotogramétricos y comenzó a levantar planos de las zonas rebeldes de las cabilas, en compañía del Capitán Aguirre. En 1924 suministró apoyo desde el aire y abastecimiento a las posiciones cercadas en las proximidades de Xauen. Posteriormente Julio Ruiz de Alda entró en la Historia de la Aviación española por su participación en el famoso vuelo del “Plus Ultra”, que supuso un acontecimiento de eco mundial, similar a las proezas de su equivalente italiano, el piloto y fascista Italo Balbo. Fueron cuatro los españoles que realizaron aquel legendario vuelo transoceánico:  el Comandante aviador Ramón Franco, el mecánico Pablo Rada, el Teniente de Navío Juan Manuel Durán y el Capitán piloto Julio Ruiz de Alda, quienes, a bordo del hidroavión “Plus Ultra”, realizaron la proeza de seguir la ruta colombina desde el aire, atravesando el océano Atlántico y realizando el vuelo desde Palos, en Huelva, hasta la aguas del Plata, en Argentina, estableciendo un puente aéreo entre la Madre Patria y la América Hispana en un raid sin precedentes, una aventura desafiante de los vientos y los oleajes. La hazaña del vuelo hizo vibrar a España entera. A las 7:55 del día 22 de enero, despegaron el vuelo por el rumbo magnético de la ruta que había marcado Julio, realizando su primera escala en Las Palmas al haber cubierto los 1.300 kilómetros de distancia en ocho horas, a una media de 163 km/h de velocidad de crucero. El día 26 se alzaba el “Plus Ultra” para retar la segunda etapa de su viaje hacia el archipiélago de Cabo Verde, recorriendo los 1.745 kilómetros que separaban a esta isla del archipiélago canario. El día 31 volvió a despegar de nuevo, esta vez sin Juan Manuel Durán, atravesando de un impulso los 2.500 kilómetros que les separaban del continente americano, amerizando en las proximidades de Noroña, en aguas territoriales brasileñas.

Juan Manuel Durán, Ramón Franco Bahamonde y Julio Ruiz de Alda, artífices del vuelo transatlántico en el Plus Ultra.
Tripulantes del Plus Ultra.

La siguiente escala fue en Pernambuco, distante 540 kilómetros. El día 4 de febrero salieron de Pernambuco rumbo a Río de Janeiro donde se les esperaba con todos los barcos de la zona y aviones disponibles concentrados para darles la bienvenida. El día 6 hicieron el salto de Río a Montevideo, donde la multitud agasajó a la tripulación. El día 7 de febrero, por fin, la última etapa Montevideo-Buenos Aires, donde el recibimiento fue apoteósico. El regreso lo hicieron por barco, a bordo del crucero argentino “Buenos Aires”. En España, a los tripulantes del vuelo España- Argentina, se les condecoró con la recién creada Medalla Aérea, siéndoles impuesta tan alta distinción por el Rey Alfonso XIII, el día 16 de febrero en el aeródromo de Cuatro-Vientos, en el mismo acto que se imponía al General Primo de Rivera la Gran Cruz Laureada de San Fernando. Ruiz de Alda ascendió, en 1928, a Jefe de Grupo de Aviación, categoría similar a la de Comandante en la Escala del Aire. Fue Presidente de la Federación Internacional de Aeronáutica en España. Asistió al Congreso Internacional de Aviadores, que se celebró en Roma, presentando varias ponencias que fueron aprobadas, siendo condecorado allí por el gobierno fascista italiano con la Encomienda de San Gregorio el Magno.

En el mes de octubre de 1931 contrajo matrimonio con Amelia Azarola, a la que había conocido en Madrid cuando ella estudiaba Medicina. Ruiz de Alda sentía una gran admiración por el fascismo. Como escribió su tío Pablo Alda: «En su alma había germinado ya el propósito de crear un movimiento nacional de carácter totalitario y de una profunda fibra popular… Durante el año 1932 ya susurraban los más avisados ‘que sabían de muy buena tinta’ que al aviador Ruiz de Alda era el Jefe del fascismo en España» (Pablo Alda: «Su vida», en Julio Ruiz de Alda: Obra Completas).

Amelia Azarola Echevarría y su pequeño.

En el año 1933, Julio fue entrevistado por Ernesto Giménez Caballero, como legendario héroe del vuelo “Plus Ultra”, para el semanario “El Fascio”, con el título de «La España heroica. Julio Ruiz de Alda y su sentimiento de lo español. Declaraciones interesantes sobre el presente y el porvenir de España”:

. —¿Cree Usted posible la vuelta del pueblo español a un Estado nacional que lo integrase de veras?

—Lo creo posible aunque duro, abnegado y laborioso. El pueblo sigue desorientado y será trabajoso restituirle la conciencia de su verdadera personalidad.

 —¿Qué medios ve Usted para esa recuperación de la conciencia nacional?

— A base de un movimiento exaltado y violento, dirigido a las nuevas generaciones y con un fondo social grande, integrando a trabajadores e intelectuales. Un movimiento conducido por espíritus convencidos y dispuesto al sacrificio, para que no resulte un simple acto de defensa clasista o de capitalismo cobarde» (“El Fascio”, 16-3-1933).

Semanario “El Fascio”.

El semanario “El Fascio” fue la ocasión propicia para que Julio y José Antonio Primo de Rivera se conociesen. Entre ellos surgió una amistad incondicional, un afecto fraternal, a quien José Antonio se refería siempre como «mi querido hermano Julio». Ruiz de Alda se ilusionó con el proyecto del Movimiento Español Sindicalista (Fascismo Español), que así se llamaba, y en el acto del Teatro de la Comedia, el 29 de octubre de 1933, Julio fue uno de los tres oradores junto a José Antonio y a Alfonso García Valdecasas.

El día 2 de noviembre de 1933, en el acta fundacional de Falange Española, aparece Julio junto con José Antonio y García Valdecasas, como triunviro del Comité de Mando de la nueva organización, firmando el acta, junto al Secretario, como Presidente del Comité de Mando.

Raimundo Fernández Cuesta revelaba, en 1939, un pequeño secreto respecto al nombre de Falange: «Julio, todos lo saben, fue uno de sus fundadores, pero lo que quizá no sea tan conocido es cuánto hizo por ella, empezando por el nombre, que propuso a José Antonio y que éste aprobó con entusiasmo, pues al significado militar que encerraba, se unía el servir la primera letra de las dos palabras que lo constituían, para formar la que expresaba la FE absoluta en el triunfo definitivo […] Fue Julio también quien sugirió la idea de celebrar la manifestación histórica (el 7 de octubre de 1934) que, dirigida por José Antonio, había de arrastrar al día siguiente al pueblo madrileño hacia el Ministerio de la Gobernación, para pedir al Gobierno QUE no desaprovechara la coyuntura que se le presentaba de salvar a España […] Julio era la nobleza hecha carne… Su optimismo contagioso, su decisión inquebrantable, su generosidad sin límite y su carácter abierto y de efusiva rudeza, hacían de Julio camarada predilecto y al que toda la vida se ha de recordar con emoción» (Raimundo Fernández Cuesta, «Estampa», en Julio Ruiz de Alda: Obras Completas, Ediciones FE 1939).

La plana mayor de la Falange, en fotografía de Santos Yubero. Con un cigarrillo en la mano y sonrriente, Julio Ruiz de Alda.

Ramiro Ledesma Ramos hizo de Julio Ruiz de Alda esta semblanza: «…era un dirigente de magnífica ejecutoria. Por una serie de razones —su profesión, su sentido de lo popular, su serena intrepidez—realizaba un tipo humano que en todas partes ha dado a los movimientos fascistas triunfales las mejores aportaciones» (Ramiro Ledesma Ramos: “¿Fascismo en España?”)

En el número 1 del semanario “F.E.”, publicado el 7 de diciembre de 1933, Julio decía: «Los gobernantes anteriores con sus equivocaciones y su conducta, nos han ayudado a crear un ambiente prefascista en España. El mitin de la Comedia ha recogido este ambiente. Y ahora estamos organizando los elementos que han acudido a nuestro llamamiento».

Cuando el 12 de febrero de 1934 se produjo la fusión de F.E. con las J.O.N.S., Julio formó parte del Triunvirato del nuevo movimiento unificado, junto con José Antonio y Ramiro Ledesma. Se le reconoció el carnet número 3 de la nueva organización, el número 1 fue para Ramiro, y el número 2 le correspondió a José Antonio. Tras el I Consejo Nacional se optó por la Jefatura unipersonal de Falange, cuyo mando recayó en José Antonio. Julio Ruiz de Alda pasó a ocupar la presidencia de la Junta Política; esto es, el segundo lugar en la jerarquía suprema del movimiento.

Julio Ruiz de Alda, Alfonso García Valdecasas y José Antonio Primo de Rivera, en el teatro de la Comedia, durante el acto fundacional de Falange Española.

El día 15 de abril de 1934 se publicó en España, por la tradicional librería madrileña San Martín, que tenía su establecimiento en la Puerta del Sol, núm 6, la primera edición del libro de Benito Mussolini “El Fascismo, su doctrina, fundamentos y normas legislativas en el orden sindical, corporativo, económico y político”, con un prólogo de José Antonio Primo de Rivera y un epílogo de Julio Ruiz de Alda, dos de los triunviros de Falange Española de las J.O.N.S. Julio escribió para la obra de Benito Mussolini “El Fascismo”, un evocador epílogo, que es una toma de posición y un esclarecimiento sobre el significado del fascismo, y donde entre otras cosas afirma: «El fascismo en sus primeros tiempos, es, sobre todo, fe en la nación, fe en nosotros mismos, y esta fe integral, completa y absoluta es la que sublima a los hombres sus cualidades de sacrificio y heroísmo. Por esta fe se lucha, se trabaja y, lo que es más sagrado y más importante, se muere”, terminaba diciendo: “El fascismo es demasiado serio y profundo; se podrá no estar conforme con él, pero hay que reconocerle su afán humano de superación y su espíritu generoso» (Julio Ruiz de Alda: Obras Completas, «El fascismo», epílogo aparecido en la traducción española del libro con este mismo título de Benito Mussolini). Al final de este articulo reproducimos dicho epílogo integro.

Ruiz de Alda pronunció un magnifico discurso en un mitin de Falange en el Cine Europa de Madrid el 2 de febrero de 1936, unos días antes de las elecciones que darían la victoria al Frente Popular el 16 de febrero de 1936.

Julio Ruiz de Alda habla con camisa azul en el Cinema Europa de Madrid. 2 de febrero de 1936.

Julio fue encarcelado el 14 de marzo de 1936, se le procesó y juzgó declarándose en sentencia la absolución, aunque el Gobierno lo mantuvo cautivo. Desde la cárcel y para el boletín clandestino de Falange, “No Importa” (“Boletín de los días de persecución”), escribió el artículo «Justificación de la violencia», que se publicó en la primera página del número 2, con fecha de 6 de junio de 1936. Los gastos de la edición del boletín “No Importa”, ascendían a 600 pesetas que fueron sufragadas por Amelia Azarola, la mujer de Julio, quien fue detenida a la salida de una visita a la Cárcel Modelo tras entrevistarse con su marido, el 28 de julio de 1936 e internada en las cárceles rojas.

Julio Ruiz de Alda fue, de hecho, quien hizo de director de dicho boletín en la clandestinidad y desde la cárcel, del que sólo salieron 3 números, y en el que colaboraron el mismo José Antonio, Manuel Mateo, dirigente del sindicato CONS, y Mariano García, que había sido el administrador de los periódicos falangistas “FE” y “Arriba”, principalmente. Lo que está claro es que todo lo que se publicó en el “No Importa”, previamente lo revisaba José Antonio. El citado boletín se confeccionaba en la imprenta de Enrique Garriguez, que estaba situada en la calle Ventura Rodríguez, de Madrid.

De pie, en primer término, Julio Ruiz de Alda.

El 22 de agosto de 1936, las turbas marxistas asaltaron la Cárcel Modelo de Madrid – que estaba situada en donde hoy se encuentra el edificio del Ejército del Aire, en Moncloa -, donde procedieron a liberar a los presos comunes e hicieron salir al patio del penal a la galería primera donde se encontraban internados los presos políticos, que fueron masacrados como alimañas con ametralladoras desde lo alto de las tapias del recinto penitenciario. Este fue uno de los hechos más vergonzosos de la represión roja, que escandalizó a todo el mundo civilizado a través de los relatos de los diplomáticos extranjeros que había en Madrid. El gobierno británico amenazó con retirar su embajador, y todas las cancillerías tuvieron pruebas de que no había en Madrid un gobierno republicano, sino una tiranía revolucionaria. Indalecio Prieto, informado de los hechos, exclamó: “Hoy hemos perdido la guerra”. La CNT y la UGT discutieron sobre si la matanza debía ser total o parcial. El director de la prisión dimitió, tras exigir varias veces efectivos para garantizar la seguridad de los presos políticos al Ministerio de Gobernación. Estas reclamaciones fueron desatendidas y los milicianos anarquistas y socialistas armados penetraron en la prisión, liberando a los presos comunes y sacando a los presos políticos a los patios, en los que se les ametrallaba bárbaramente desde las tapias y los edificios colindantes. En el episodio fueron masacrados despiadadamente dos centenares de presos políticos.

Al amanecer del día 23 de agosto, a las 6 de la mañana, tras una noche en que ya nadie dudaba de su destino, una pandilla de estos criminales asaltó la galería en donde estaba, entre otros presos falangistas, Julio Ruiz de Alda. A los más destacados, sus verdugos les reunieron en una sala hasta que un miliciano leyó una lista con los 18 nombres de los que debían acompañarle, entre los que se encontraban junto a Julio, falangistas como Orellana y Enrique Matorras, antiguos comunistas desengañados del comunismo, y Sinforiano Moldes, procedente del anarcosindicalismo. A los que habían sido comunistas, como Enrique Matorras, no les asesinaron allí sino que se lo llevaron a la checa de la calle San Bernardo para darles un tratamiento especial, donde fueron torturados y asesinados. En esa checa también fue torturado y asesinado Manuel Mateo, que también había sido un destacado comunista en Madrid antes de pasarse a la Falange y dirigir su sindicato, la Central Obrera Nacional Sindicalista. Su cadáver nunca apareció. Esta checa administrada por milicianos comunistas, fue una de las más sangrientas del terror rojo en el Madrid de 1936, estaba situada en un antiguo monasterio, en la céntrica calle San Bernardo, 72-74, de Madrid, estuvo activa entre julio y diciembre de 1936, y ahí se torturó y asesinó alrededor de nueve mil presos políticos.

De arriba a abajo y de izquierda a derecha, Enrique Matorras, Ángel Segura, Sinforiano Moldes y Marciano Durruti. Ahora, martes 14 abril 1936.

Después de asesinar a este grupo en la cárcel Modelo, los criminales volvieron a por otro grupo, en el que estaban Julio Ruiz de Alda, Fernando Primo de Rivera (hermano de José Antonio), el General Capaz (conquistador del Sáhara), José María Albiñana y otros más, hasta un total de cuarenta entre ambos grupos. Les condujeron al sótano y allí los asesinaron a tiros a todos.

A continuación, reproducimos dos textos muy reveladores de la personalidad política de Julio Ruiz de Alda.

El primero es el epílogo del libro “El Fascismo” de Benito Mussolini, escrito por Julio Ruiz de Alda:

«Existe la leyenda, que el fascismo es sólo un régimen de opresión y tiranía, cuyo fin es conservar privilegios a las clases acomodadas, y el medio que emplea para conseguir este fin es la violencia. Nada más lejos de la realidad, como habrán observado los que lean este libro, donde las doctrinas son expuestas, por el fundador de ellas, en ese estilo peculiar suyo, de gran definidor, claro, concreto y conciso, después de haberlas llevado a la práctica, y que, al cabo de diez años, han hecho de Italia una nación fuerte, optimista y alegre, segura de sí misma, identificada con su Estado, en vez de la cosa caótica y pesimista que fue hace sólo doce años. El fascismo, en sus primeros tiempos, es, sobre todo, fe; fe en la nación, fe en nosotros mismos, y esta fe integral, completa y absoluta es la que sublima en los hombres sus cualidades de sacrificio y heroísmo. Por esta fe se lucha, se trabaja y, lo que es más sagrado y más importante, se muere. En pocas palabras, los hombres y las colectividades se superan, y esta ansia de superación, esta voluntad de ser y crear, pensando, no sólo en uno mismo, sino en la comunidad, en España, es lo que nos es indispensable llevar a nuestro pueblo. El siglo XIX nos ha dejado su concepto materialista de la vida, degenerado ya en concepto egoísta e individualista, al cual el fascismo opone una concepción antipositivista, pero positiva. El socialismo y el sindicalismo revolucionario han tenido razones reales para nacer y vivir, y el fascismo reconoce estas razones, las hace suyas y las incorpora a su Estado, por medio de las Corporaciones, y sólo de esta manera, reconociendo su razón e imponiéndola, se tendrá la solución a la lucha de clases que divide y mata a una nación. En vez del Estado sin fe en sí mismo, ineficaz e inútil, como el actual, opone el Estado vivo, que dé al pueblo, consciente de su unidad moral, una voluntad, una idea superior, y sólo este Estado podrá incorporar de una manera volitiva a los destinos comunes a Cataluña y Vascongadas que, por ser las regiones más ricas y mimadas de España, se han fabricado un ideal particularista al no encontrar en el Estado español más que un ente amorfo y desmoralizado que no cumplía otro fin que el de ir viviendo, y esto, como dice Mussolini, es morir. El fascismo no cree en fórmulas salvadoras in eternum, pues sabe, como lo demuestra la Historia, que la vida es un continuo ser y devenir; es realista y se conforma con resolver los problemas que se le presentan; y en lo que cree, y educa para ello al pueblo, es que lo esencial es la manera de ser, el sentido de vivir, y, por ello, dice que la vida es lucha, y tiene un sentido grave, austero y religioso, y desprecia la vida cómoda. El fascismo es demasiado serio y profundo; se podrá no estar conforme con él, pero hay que reconocerle su afán humano de superación y su espíritu generoso”. (Julio Ruiz de Alda. Epílogo a “El Fascismo” de Benito Mussolini)

Julio Ruiz de Alda.

Y el siguiente es un párrafo del artículo antes mencionado publicado en el boletín clandestino “No Importa”, en el que en pocas palabras define muy bien lo que es la ética y estilo falangistas:

“En medio de la mediocridad nacional, la Falange irrumpe como un fenómeno desconocido hasta ahora. No por la originalidad – con ser mucha – de su programa, sino porque es el único movimiento que no se limita a agrupar a sus partidarios por la vaga coincidencia de su programa, sino que trata de formarlos por entero, de infundirles religiosamente, una moral, un estilo, una conducta. La Falange no ha seguido a las viejas agrupaciones políticas, aspirantes a arreglar el mal de España con unos coloretes a flor de piel; la Falange ha calado hasta la raíz; ha empezado por el principio; no se ha conformado con tener adheridos, ficheros y cuotas; ha aspirado a tener hombres y mujeres, seres humanos completos, entregados a la abnegación del servicio”. Julio Ruiz de Alda, “No Importa”, núm. 2.  6/6/1936.

Llegada de los restos mortales del comandante aviador Julio Ruiz de Alda.

Nuestro homenaje, por tanto, a Julio Ruiz de Alda, en obediencia a la que fue su última consigna: “¡Que no se deje arrastrar la Falange, que guarde fielmente su estilo y su doctrina!

Eduardo Núñez

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