Sobre la usura y el interés del dinero

Ningún Hombre Puede Servir a Dos Amos.
Pues o bien odiará al uno, y amará al otro; o de lo contrario se entregará al uno, y despreciará al otro. Tú no puedes servir a Dios y a Mammon.
Mateo 6:24

Hace poco he podido empezar a leer un libro de esos que jamás se editará para el gran público, gracias a la traducción de un magnífico camarada que dedica su tiempo a traducir textos imposibles de encontrar en castellano. El libro se titula: “La Usura en la Cristiandad: El Pecado Mortal que Fue y Ahora no Es”, por Michael Hoffman.

Aunque el texto está dedicado a creyentes cristianos, expone sin embargo una visión de la usura que es muy interesante de debatir a fondo y analizar la validez del tema en general.

Usura se define como: un beneficio que se adquiere a través del dinero sin trabajo, coste o riesgo.

Esta definición es fundamental para entender cuando hay o no usura, puesto que las circunstancias históricas hacen que haya cambiado algo el tema.

En tiempos pasados el préstamo lo hacía un particular a otros, un usurero a la gente o al gobierno, rey, nobleza, etc. y el cristianismo siempre ha condenado como pecado mortal y robo pedir algo más de lo prestado. La razón es que en aquellos tiempos no había inflación (se prestaban monedas de oro y plata o papel respaldado por oro y plata, y se devolvía lo mismo), no había riesgo puesto que el no pagar una deuda era delito de prisión, confiscación de bienes e incluso esclavitud del endeudado. Y no había coste en tanto no existía una burocracia administrativa bancaria como ahora.

En esas condiciones el cristianismo consideró siempre que no era aceptable pedir un rendimiento al mero dinero, que es un medio, no un bien en sí mismo. Y en cambio era una obligación cristiana moral prestar si se podía a un necesitado que ofreciera unas motivaciones razonables y éticas en su petición. Por ello la Iglesia prohibió y castigó durante siglo toda usura entre cristianos.

Cristo expulsa a los mercaderes del templo. 1860, Julius Schnorr von Carolsfeld.

Los prestamistas Judaicos, debido a que estaban sin bautizar y por lo tanto fuera de la jurisdicción eclesiástica, se les permitía cobrar interés a los gentiles. Esta indulgencia era debida en parte al reconocimiento que en el Antiguo Testamento hacía una disposición para los Israelitas que les permitía cobrar interés a extranjeros. Este permiso estaba basado en que los judíos se consideraban en guerra con todos los demás pueblos politeístas, y la usura era un arma de guerra contra ellos. Con la llegada del Nuevo Testamento, todos son hermanos y no se acepta ya la idea de guerra contra ‘los demás’.

Este error de consideración puramente religiosa (sin tener en cuenta las consideraciones razonables sobre la usura) fue la causa del desastre tanto para los cristianos como para las propias comunidades judías, pues fomentaron el odio contra los usureros judíos que explotaban a los campesinos y ciudadanos, provocando un anti semitismo de origen usurario.

Desgraciadamente en el Renacimiento la propia Iglesia empezó a tener necesidades de préstamos tan grandes, así como el deseo de obtener beneficios de sus rentas, que la doctrina contra la usura empezó a tener cambios significativos. Formando los primeros ‘cajas de préstamo de caridad’ que al final eran realmente solo bancos con usura.

Los poderes eclesiásticos, en ese momento ya muy corrompidos, buscaron una primera excusa en el llamado ‘lucro cesante’: el préstamo acarreaba una pérdida en virtud del título de lucrum cessans dado que el inversor podía sin duda haber colocado su dinero en otro lugar más provechoso.

Además, se quiso hacer una distinción entre la cantidad de interés exigido, o sea entre ‘usura que hiere y destruye’ y una ‘usura razonable’, poniendo en uso el limitar el interés exigido a un máximo.

En 1745, Benedicto XIV, escribe la ingeniosa encíclica Vix Pervenit, la cual estableció un resquicio legal enorme para la usura, y de manera ominosa promovió una nueva definición radical de lo que usura denotaba:

“Nosotros no negamos que a veces junto con el contrato de préstamo hay otras ciertas condiciones – las cuales no son intrínsecas al contrato – pero que correr en paralelo con el mismo. A partir de estas otras condiciones, por razones completamente justas y legítimas se demanda algo más allá de la cantidad debida en el contrato… es esencia evitar extremismos, los cuales son siempre nocivos. Por ejemplo, hay algunos que juzgan estos asuntos con tal severidad que sostienen que cualquier beneficio obtenido del mero dinero es ilegal y usurario…”

Estas dos excusas llevaron a la generalización de la usura en el propio medio cristiano. Ni decir tiene que, con la pérdida de poder civil de la Iglesia, los poderes civiles a partir de 1800 ya legalizaron la usura de forma generalizada. Mientras la Iglesia se quedaba en esa petición de una ‘usura razonable’ limitada pero existente.

Los fascismos dictaron leyes acordes a la posición de las iglesias prohibiendo intereses elevados (con límites legales), fuera de los cuales era delito de usura y estaba penado. En España el PSOE anuló el delito de usura del Código Penal en una de las desvergüenzas más claras de esa ‘izquierda del capitalismo’.

Gottfried Feder en 1930, nacionalsocialista autor del «Manifiesto contra la usura y la servidumbre del interés del dinero».

Veamos la situación actual y nuestra posición al respecto:

Nuestra posición es volver a la definición de la usura: “un beneficio que se adquiere a través del dinero sin trabajo, coste o riesgo”.

La idea central sigue siendo la misma que asumía el cristianismo (y el paganismo) el dinero NO es una mercancía sino un elemento de cambio al servicio de la gente. No es lícito sacar beneficio del dinero, sino solo del trabajo, la inventiva, lo que crea y cuesta un esfuerzo, un riesgo.

En el paganismo la idea de usura era la misma y estaba en igual forma despreciada y condenada. Tenemos por ejemplo a Cicerón al decir:

“Cuando se le preguntó, “¿Qué se puede decir de la obtención de beneficios por usura?’ Catón respondió, ‘¿Qué se puede decir de la obtención de beneficios por asesinato?”.

La usura era considerada una forma de crimen. Por tanto, hemos de ver que ‘trabajo’, ‘coste’ y ‘riesgo’ tienen un préstamo para valorar su devolución sin usura, o sea sin beneficio fuera del coste de estos temas.

1- El Coste y la inflación:

Cuando se dice que se debe devolver ‘lo mismo que se prestó’ estamos hablando de ‘igual valor’. Si se presta algo que con el tiempo vale menos, es preciso compensar y devolver el mismo ‘valor’ que se prestó. Por tanto, no son ‘intereses’ cobrar la devaluación del precio de la moneda, sino es simplemente devolver el ‘valor’ de lo prestado.

Cuando se prestaban monedas de oro o plata era fácil el tema y no existía ese problema, pero con el sistema actual de dinero ‘creado’ por los bancos de forma electrónica, sin base real, la inflación puede ser un grave problema.

Los usureros. 1520, Quentin Massys.

Por tanto, estamos ya en un problema creado por la inexistencia de un ‘valor’ del dinero, que fluctúa de forma irresponsable ante la creación masiva de dinero electrónico (creado de la nada).

2- Riesgo:

En otros tiempos cuando se prestaba a alguien dinero, sabías que se devolvía con gran seguridad y en todo caso si no se devolvía la justicia tomaba medidas serias al respecto, o bien si realmente no podía pagar por causas justas, debía un buen cristiano asumir el impago hasta que la persona pudiera pagar. Pero hoy en día las cosas han cambiado… el sistema de ‘justicia’ democrática es un asco, los caraduras no pagan y no pasa nada, tratar de cobrar es caro e inseguro, la gente no tiene conciencia y para colmo el sistema permite que gentes que no han pagado deudas sigan viviendo tranquilamente con bienes a nombre de su familia, con bienes ocultos al fisco, con una evidencia de tener bienes pero no ‘oficialmente’, aparte de la lentitud exasperante de toda reclamación.

Hay pues un riesgo de impago y un coste de cobrar a personas que no deseen pagar, aunque puedan hacerlo.

Este riesgo debe cobrarse de alguna forma y eso encarece el préstamo. Lo lógico sería un sistema que evitara los impagados sin motivación justa y comprobable, pero esto en la democracia actual es impensable.

3- Trabajo:

Para complicar el tema hay que ver cómo funciona el sistema de préstamos actual. No estamos en la época en que el que prestaba era un particular a otro particular. Ahora es difícil encontrar un particular que ‘preste’ dinero (y menos sin usura). Lo hacen los bancos, o instituciones que prestan el dinero de otros. Este sistema es nefasto, pero es el que existe y funciona. La gente no quiere ir poniendo un anuncio en la prensa para encontrar a particulares que presten dinero.

Por tanto, la institución que presta dinero lo hace con dinero que no es suyo y que debe manejar, contabilizar. Y para colmo se lo dejan a cambio de recibir un interés (o sea de usura ya de origen del propio impositor en el Banco).

Mammón, personificación de la avaricia, representado por Collin de Plancy en su «Dictionnaire Infernal».

Pero aparte de este tema que ya analizaremos, el Banco o la institución que fuera prestamista, debe pagar a empleados, locales, ordenadores, trabajo de control y manejo de esos préstamos. Y eso tiene un coste y como todo Trabajo es lógico que tenga un beneficio razonable.

En realidad, ya tenemos un problema de base en el propio Banco que presta mil veces más dinero del que realmente tiene de los impositores. Y es que todo el sistema bancario es ya de por sí una estafa, pues están prestando dinero que no es suyo ni de los impositores, sino ‘creado’ artificialmente, puros números contables. De forma que, si realmente repartiera sus costes de trabajo y un beneficio razonable por el número enorme de préstamos que hace con dinero que ‘no existe’ más que contablemente, ese coste en cada préstamo sería mínimo. Y así debería ser.

4- La usura de origen: el impositor

Pero hay otro problema, la gente entrega el dinero al Banco para ‘ganar’ un interés. De forma que ya de base hay un ‘préstamo’ al Banco que exige un rendimiento y no una mera devolución.

Ese préstamo tiene un riesgo bajo si se hace en depósitos, pero cuando se hace en fondos y Bolsa….  entonces ya entramos en la barbarie moderna del capitalismo, el juego, la especulación.

En una palabra, hoy es precisa una nueva comprensión del sistema financiero, abordando todo este sistema absurdo y fantasmagórico que se ha montado como algo global. No son posibles arreglos puntuales, es preciso reformar todo el Sistema.

La Banca debería convertirse a nivel de préstamos en una mera gestora, no una especuladora y una ‘creadora’ de dinero de la nada. Solo el Estado debería poder crear dinero, crédito. La gente debería asumir que el dinero no produce beneficios, la inflación debería ser muy baja o no existir, en fin…  ¡otro Mundo!

En resumen: el mundo actual democrático es la Usura misma hecha Estado, es un sistema montado sobre el disparate, una nube de dineros sin respaldo, créditos de la nada, dineros creados por instituciones privadas, y juegos en bolsa, especulaciones internacionales, todo es un desastre que hace imposible hablar de ‘usura’ en un tema concreto, TODO ES USURA.

Ramón Bau

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