El 11 de agosto fallecía, a la temprana edad de 48 años, el disidente alemán, Henry Hafenmayer. Tras una larga enfermedad que trató durante interminables meses en clínicas de Alemania y Suiza, partía al gran ejército desde su hogar en el sur de Alemania.
Henry Hafenmayer era un destacado ns involucrado y comprometido con los movimientos nacionales de su país que, los últimos años, los había dedicado a la lucha tan ingrata del revisionismo histórico. Como tantas ocasiones ha ocurrido en Alemania, Hafenmayer fue despedido de su trabajo y había sufrido diferentes procesos por mantener opiniones disidentes.
Era fundador y administrador de una página llamada Ende der Lüge (El fin de la mentira) desde donde realizaba tareas de combate cultural para luchar contra lo que el denomino “la gran mentira”. Su gran actividad le llevó a convertirse en uno de los mayores y más comprometidos dinamizadores del debate histórico.
En España no solemos llegar a comprender la importancia que tiene el revisionismo histórico para los alemanes que no coinciden con la versión oficial. Podemos hacernos una idea si lo comparamos con la reciente corriente cultural que ha surgido en España para contrarrestar la leyenda negra. Con la diferencia de que, la leyenda negra española data del siglo XVI y la alemana es, historia moderna que apenas tiene 80 años.

Para esta importante tarea, estuvo asociado con cuatro revisionistas de renombre que también pagaron con penas de cárcel por sus trabajos e investigaciones: el exabogado y antiguo filósofo de izquierdas Horst Mahler (85); la escritora Ursula Haverbeck (93); la abogada Sylvia Stolz (procesada y encarcelada por defender al difunto Ernst Zündel) y el cineasta y bloguero Alfred Schaefer.
UN FUNERAL POLÉMICO
Henry Hafenmayer fue enterrado en el cementerio Stahnsdorf South-Western en Brandeburgo en una ceremonia a la que asistieron algunos de sus camaradas como Horst Mahler o Sylvia Stolz. Todo hubiera pasado desapercibido si no hubiera sido por una cómica coincidencia a la hora de ser enterrado fruto de una mala decisión de la administración del camposanto.


La parcela que le habían asignado, y que la familia rechazo desde el principio, es la misma que la del judío Max Friedländer, un cantante y estudioso de la música nacido en Prusia que murió de un derrame cerebral en Berlín en 1934.
La Iglesia Evangélica de Silesia que administra el cementerio, dijo que, la parcela había sido recuperada para nuevos entierros y los restos cremados de Max Friedländer retirados, como práctica común con las tumbas cuyos contratos de arrendamiento no se renuevan después de un período de 10 a 20 años. Sin embargo, la lápida con la inscripción y nombre de Friedländer se había declarado monumento catalogado por tratarse de un artista y, mantenida y conservada de pie. El entierro igualmente se llevó a cabo tapando la lápida en un gesto de cortesía por parte de los amigos y familiares de Hafenmayer, motivo que ha enfurecido aún más a la prensa.


El comisionado de antisemitismo de Berlín, Samuel Salzborn, presentó una denuncia contra los responsables por «perturbar la paz de los muertos», como si eso fuese posible… El presidente del Consejo Central de Judíos en Alemania, Josef Schuster, también denunció los hechos declarando «Al hacerlo, profanaron la memoria de Max Friedländer». Incluso la propia Iglesia Evangélica emitió un comunicado declarando que, «enterrar a un negacionista en la tumba de Max Friendlaender es un error imperdonable». Jocosa declaración pues ellos son los responsables de todo el embrollo.
En definitiva, estos malditos revisionistas molestan incluso desde el otro mundo…
Manu Beramendi
Pues si, por lo que se ve, los revisionistas «molestan» incluso después de muertos…
Me gustaLe gusta a 1 persona