“No pierdas la sonrisa ni siquiera cuando te vayan a ejecutar” Robert Brasillach
Este 6 de febrero se cumplen 77 años del fusilamiento del poeta catalán francés Robert Brasillach, en el Fuerte militar de Montrouge en Paris, en 1945.
Su biógrafo Bernard George escribió: “Brasillach es menos una biografía que un destino”.
Robert Brasillach nació en Perpiñán el 31 de marzo de 1909. Fue un poeta, escritor, periodista, dramaturgo y crítico de cine. Sus primeras colaboraciones literarias en diversas publicaciones comenzaron cuando tenía quince años, antes de trasladarse a Paris en 1925 para estudiar Filosofía. Llegó a ser el encargado de la sección literaria del periódico “Action Française” en 1930.

Fue redactor jefe del diario “Je suis partout” desde 1937, periódico que hasta entonces había dirigido Pierre Gaxotte, y que llegó a ser famoso en los anales de la prensa nacional-revolucionaria y en la vida cultural francesa. Fue el periódico político y cultural que en Francia logró superar el chauvinismo para evolucionar a un nacionalismo revolucionario. De hecho, la mayor parte de las páginas del periódico estaban dedicadas a información internacional y noticias de todas las naciones europeas. El temperamento innato de polemista implacable de Brasillach se manifestó en sus escritos contra los partidarios de la guerra contra Alemania. Al estallar ésta, fue hecho prisionero, pero pronto fue liberado a instancia del Ministro de Información, el Almirante Darlan. Brasillach volvió a dirigir “Je suis partout” hasta 1943, cuando presentó la dimisión del cargo de director del diario, «rehusando –explicó más tarde ante sus jueces– continuar escondiendo a sus lectores la crítica situación militar de las potencias del Eje».
El último número de este periódico salió el 16 de agosto de 1944. El proceso a este diario tras la “liberación” supuso la confiscación de sus bienes junto a la persecución de los miembros de su redacción, unos detenidos y encarcelados, como Benoist Mechin, Béraud y Lucien Rebatet, y otros fusilados como el mismo Brasillach o el periodista George Suárez.
Robert Brasillach fue un extraordinario escritor que dejó una obra abundante y variada, cuya constante reedición póstuma demuestra hasta qué punto su obra era apreciada. La primera la escribió con 26 años, y fue “Presencia de Virgilio” (1935).

Brasillach era cuñado y el mejor amigo de Maurice Bardèche, y ambos fueron de los pocos escritores extranjeros que apoyaron sin ambages al bando nacional durante la guerra civil española. Escribió un libro sobre el Alcázar de Toledo, y una “Historia de la guerra de España” (publicada en 1939), esta última escrita en colaboración con Maurice Bardéche, fruto de su experiencia en el frente donde estuvieron como periodistas en 1937. También escribió junto con él, su monumental “Historia del cine”.
Tras la «liberación» de Francia fue apresado por colaborar con los ocupantes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Su proceso, tras la toma de poder por los gaullistas, fue de los que más apasionaron la opinión pública. Fue condenado a la pena de muerte por colaboración con el enemigo. Pese a la protesta organizada de los más destacados nombres de las letras y las artes francesas y europeas –excepción hecha de Jean Paul Sartre y André Guide–, y las innumerables peticiones de clemencia de la casi totalidad de los intelectuales franceses de ambos bandos (entre ellos Valéry, Mauriac, Claudel, Maulnier, Cocteau, Camus, Honnegger, Vlaminck, Aymé, Colette, Marcel, Derain, etc), de los que muchos eran sus adversarios políticos, el General De Gaulle rechazó el indulto, y se negó a conmutar la pena de muerte. Cuando el tribunal dictó la sentencia de muerte, alguien del público exclamó: ¡Es una vergüenza!, a lo que Robert Brasillach replicó: «No, es un honor».

“Encerrado entre cuatro muros de cemento y sin más esperanza que la de morir bien”. Así describió Jean Anouiih las últimas horas de agonía de aquel hombre joven condenado a muerte. Brasillach no renegó de ninguna de sus convicciones ni para salvarse, pues aunque amaba la vida, amaba más el saber morir.
En la cárcel, poco antes de ser ejecutado por orden del General De Gaulle, escribió sus dos últimas obras, que son las más conocidas; «Carta a un soldado de la quinta del 60» y «Poemas de Fresnes», que recuerdan y citan los del romántico André Chenier, y que son un auténtico testamento del poeta. Ambas obras fueron publicadas tras su ejecución, en 1946.

Cuando le llegó la hora, antes de que sus verdugos abriesen fuego, gritó frente al pelotón de ejecución: ¡Valor! ¡Viva Francia!. Brasillach fue fusilado a la edad de 36 años el 6 de febrero de 1945 en la Francia irónicamente “libre”, fecha del aniversario del tiroteo de los gendarmes contra los nacionalistas franceses, en la parisina plaza de la Concordia en 1934. De esta manera se asesinaba injustamente a quien fue uno de los intelectuales más brillantes y puros, en el esplendor de su vida por quienes pretendían hacerse pasar por los “liberadores” de Europa. Brasillach fue uno de los pensadores que inspiraron el nacionalismo revolucionario en Francia y en Europa.
Su caso, por lo inaudito y escandaloso que supone el haber sucedido en pleno siglo XX, y en un país “democrático”, constituye un crimen sin precedentes en la historia de la literatura del siglo XX puesto que su “crimen” fue pensar diferente, concretamente por pensar que la unión de los franceses y los alemanes era necesaria. Su vida resultó dramática, pero también un mito y un ejemplo a seguir. Dicho con sus propias palabras: “No hay que tener miedo a hacer algo grande”.
Eduardo Núñez
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