«El hombre es un lobo para el hombre» Thomas Hobbes en su obra ‘El Leviatán’ (1651)
No hay una guerra que se haga bajo normas humanitarias, ni justas. Eso no existe, pura utopía. Pero el trato al vencido sí que varía mucho según el estilo del vencedor.
Pondré como ejemplo a Alejandro el Magno, del cual escribe Ruiz de Alarcón:
Porque Alejandro decía,
(¡Ved cuanto lo encarecía!)
que más ufano quedaba
si un vencido perdonaba
que si un imperio rendía…
O aquel verso de Calderón de la Barca en «El Puente de Mantible» sobre un Rey castellano que tras vencer y herir al Rey sarraceno dice:
Llevadle donde le curen
como a mi propia persona
que diferencia ha de haber
de la prisión rigurosa
de un Rey bárbaro a la mía.
Otro gran conquistador que trató con cuidado a los vencidos (no siempre de forma justa, pero si comparativamente con otros) fue Napoleón.
Y podemos incluir sin duda a Hitler, casi no hubo represión, y menos importante, tras invadir Francia, Noruega, Bélgica, Holanda, Polonia, etc.
Pocos saben que el máximo dirigente comunista en el Reich, Taelmann, y el socialista Severing, o el judío del Frente Popular en Francia Leon Blum, fueron encarcelados pero no ejecutados y sobrevivieron.

Un comunista declarado como Picasso, conocido por su posición antifascista radical, fue absolutamente respetado en Paris bajo los alemanes. No le pasó lo mismo a Arno Breker en 1945 con los aliados, y a otros muchos artistas que simplemente simpatizaron con el Nacionalsocialismo.
Cesar lamentaba que los egipcios hubieran asesinado a Pompeyo, su gran enemigo.
Ejemplos de brutalidad los hay a montones. Las depuraciones en Roma del triunvirato Octavio, Marco Antonio, Lépido o las de Lucio Cornelio Sila, entre otras, fueron espantosas en crueldad y en injusticia.

Ni decir tiene que la democracia de Girondinos y Jacobinos es un ejemplo perfecto de brutal comportamiento, matanzas masivas de cientos de miles de campesinos, no solo de nobles o republicanos moderados, jalonaron su democracia.
Lenin y Stalin efectuaron en tiempos de paz depuraciones masivas, asesinatos en masa, de oponentes mínimos. Imposible imaginar a un dirigente ‘nacionalista’ ruso que no fuera asesinado tras torturarlo. Stalin fue en mayor asesino de ‘comunistas’ que haya existido.
Un ejemplo curioso y escandaloso es el caso de los soldados alemanes fusilados por los soviéticos, acusados de los asesinatos de oficiales polacos en el bosque de Katyn, cuando sabían que habían sido los soviéticos los asesinos.

El régimen de Mao o de los Khemer de Camboya muestra otro ejemplo de exterminio comunista en periodo de paz, sin guerra por medio.
Las matanzas masivas de todo sospechoso de haber sido solo ‘simpatizante’ del Reich o del Fascismo en Francia, Bélgica, Holanda, etc. o Italia en 1945-46 son ejemplos de la brutalidad democrática.
Por supuesto la guerra civil en España de 1936 no va a ser una excepción, y ni fue justa por ninguna de las partes ni estuvo exenta de crímenes de todo tipo.
Actualmente esa Ley de Memoria Histérica (no histórica) pretende presentar la idea de que solo el franquismo cometió crímenes y el resto fueron solo ‘actos aislados de incontrolados’, y las checas y torturas como algo de los partidos, no de la República. Es jocoso sino fuera trágico.

La zona republicana fue un centro de tortura y persecución total contra no solo disidentes, sino simples cristianos o personas acusadas por algún rival de la CNT, UGT, PCE, etc.
Constantemente las prisiones fueron saqueadas y asesinados los detenidos, se crearon las checas que son algo diseñado especialmente para la tortura, jamás existentes en el franquismo.
La suerte es que los republicanos jamás conquistaron ciudades o zonas importantes de los franquistas, de forma que no pudieron asesinar más que en la zona inicial republicana. El franquismo al ir conquistando zonas sin duda pudo extender más su represión (aumentada por la rabia ante los asesinatos republicanos).
El caso del asesinato oficial del hijo del General Moscardó en el Alcázar de Toledo muestra el grado de miseria moral republicana, jamás algo así se hizo en el franquismo.
Con todo ello quiero dejar claro que ambos lados fueron crueles y brutales, pero desde luego no más unos que otros en intención y deseo.

Es muy típico de la ‘Mentira Oficial’ actual como se celebra la ejecución de las llamadas 13 rosas, más bien trece cómplices de asesinato. Se las acusó del asesinato del comandante de la Guardia Civil Isaac Gabaldón, así como del asesinato de su hija y su chófer. El crimen lo cometió una red comunista de la JSU en agosto 1939, y estas trece mujeres formaban parte directa de ella, aunque no intervinieron personalmente en el atentado. No eran pobres inocentes solo perseguidas por su idea política.
Nada que ver con el asesinato y violación por los republicamos de cientos de monjas en sus conventos, que nunca habían hecho nada ni intervenido en política, muchas de ellas de clausura y ancianas.
De las milicianas, tan admiradas, recordemos cuando el 22 de agosto del 36, entró una turba de milicianos en la Cárcel Modelo, asesinando a Fernando Primo de Rivera (hermano de José Antonio), Julio Ruiz de Alda entre otros muchos. Al ’negro’ Pereira (chofer de Ruiz de Alda, negro) le disparan y lo dejan mal herido, cuando trató un médico de curarlo, una miserable miliciana de la CNT se acercó y disparándole con un Mauser, le remató, diciendo «los perros fascistas no merecen vivir». Luego cuando se ejecutaban a esas milicianas asesinas, se llamaba represión franquista.
Sin duda muchos inocentes, solo por ser de algún partido de izquierdas, fueron asesinados vilmente por franquistas, nadie lo duda.

De lo cual sacamos que, en vez de esa Ley Histérica, más valdría una Ley de Perdón y Lamento de tanta miseria y matanza. Es lo único que vale la pena hacer, pero esto es demasiado para el odio y la vileza democrática.
Ramón Bau