Muchos han sido capaces de crear y amar la ciencia

Frente a una visión reduccionista, parcial y sesgada respecto a la valoración y dedicación a la Ciencia, debemos releer la Historia de las Ideas filosóficas, culturales y científicas con un ánimo desapasionado para encontrar y explotar todas las vetas olvidadas de la creatividad humana (entre deístas, neoplatónicos, ateos, musulmanes, católicos, …).

Ha existido SIEMPRE una gran actividad descubridora en todos los órdenes sin excluir a la Ciencia. Ya Max Weber protestó por la visión unilateral y un tanto ingenua de la Razón kantiana como universal, pura y unidireccional descubriendo “racionalidad” elevada en la música, en las instituciones culturales y colectivas en el derecho…etc.  Javier de Lorenzo. J. Echevarría, E. Lizcano o Víctor Gómez Pin… entre nosotros han desvelado los diferentes “estilos” artísticos, literarios, y hasta estéticos de hacer ciencia.

Sirva de ejemplo esta cita, entre cientos y cientos de otras que se podrían aportar, para asomarnos a diferentes parajes y paisajes donde el ingenio y la pasión meditabunda de culturas y genios crearon hermosos y complejos “oleos de la vida escondida y efímera que se nos escapa” pero a la que otorgamos por nuestra capacidad racional y sensible un soplo de eternidad al convertirla en CIENCIA.

I) Christopher Clavius, SJ, nació en Baviera en 1538. Fue un astrónomo y matemático excepcional. El papa Gregorio XIII le encargó, en 1579, hacer los cálculos necesarios para reformar el calendario, de manera que las fiestas religiosas no sufrieran desplazamientos con el paso de los años. En 1580 Clavius tenía la solución: era necesario eliminar 10 días para que el equinoccio de primavera (fenómeno que determina la celebración de la Pascual) volviera a suceder hacia el 21 de marzo (como en el 325, año del Concilio de Nicea), y que los años bisiestos se celebraran cada cuatro años; pero en los años centenera ríos, solo si fueran divisibles por 400. En 1582, el Papa firmó un decreto en el que recogía la solución de Clavius. Así, se convirtiera en 15 de octubre, y que los diez días comprendidos entre el 4 y el 15 quedaran abolidos.

Esta es la razón por la que las biografías de santa Teresa señalan su muerte “en la noche entre el 4 y el 15 de octubre de 1582”. Y estos son los orígenes del Calendario Gregoriano, nuestro calendario actual.

II) En 1629 el jesuita Nicolás Cabeo, siguiendo la orientación de la física renacentista, desenvolvió una teoría del magnetismo en el estilo de la concepción cósmica de Aristóteles. Pero esta teoría, como la obra de Palladio (1578) sobre arquitectura, no podía tener consecuencias, no porque fue “falsa”, sino porque ser contradictoria con el sentimiento fáustico de la naturaleza, que los investigadores y pensadores del s.XIV habían logrado emancipar de la tutela arabigomágica y que exigía formas expresivas propias de su conocimiento cósmico. Cabeo renuncia a los conceptos de fuerza y masa, limitándose a los clásicos de forma y materia; es decir, que, apartándose del espíritu que anima la arquitectura de Miguel Ángel viejo y de Vignola, retorna al sentir de Michelozzo y Rafael, y construye así un sistema perfectamente cerrado; pero sin trascendencia para el futuro.

La concepción del magnetismo como un estado de los cuerpos, no como una fuerza en el espacio infinito, no podía ser un símbolo satisfactorio para la visión interior del hombre fáustico. Nosotros necesitamos teorías de la lejanía, no de la proximidad. Otro jesuita, Boscovich, fue el primero que transformó los principios matemáticos mecánicos de Newton en una dinámica propia y comprensiva (1758).

Luis Fernando Torres

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