Citas textuales tomadas del libro de Anne Degrelle Lemay. Adjunto envío aquí una selección elocuente de citas extraídas aleatoriamente del texto. Leedlas detenidamente.
Por mi parte, «sin comentarios», me remito a lo transcrito en las citas, para evaluar el libro de la hija de Leon Degrelle.
EN
CITAS TEXTUALES DEL LIBRO DE ANNE DEGRELLE LEMAY: “DEGRELLE, EL HOMBRE QUE CAMBIÓ MI DESTINO”
- “El arte era su pasión, igual que la politica, que fue más adelante nuestra perdición” (p.15)
- “Recuerdo a mi madre aparentemente feliz, pero me daba cuenta de lo que sufría. Primero con el accidente de Chantal y, más imperceptiblemente (los niños sentimos esas cosas), por la vida tan especial que soportaba, debido a las derivas politicas de su marido” (p.15)
- “(Hitler) ahora buscaba una expansion territorial colofón de su ambición personal. Fue entonces cuando al terminar uno de sus mítines multoitudinarios mi padre pronunció su primer “Heil Hitler”. Para mis abuelos y el resto de la familia materna estó significó la ruptura total con él” (p.18)
- “En este viaje demencial escapamos varias veces a la muerte, pero, misterios del destino, salimos de este infierno y llegamos a la “Casa Grande” en Alemania, en medio de un bosque donde según los planes de mi padre, estariamos completamente seguros” (p.22)
- “Ahora es cuando lo entiendo mejor. Mi madre nos quería por encima de todo, por encima de los acontecimientos que nos envolvían inexorablemente…por encima de la soledad y del miedo. Su marido luchaba en el frente. Jugándose sus últimos cartuchos. Sus hermanos, sus padres, y el resto de su familia francesa, se habían alejado ya del todo de la figura de León Degrelle” (p. 23)
- “Su padre, importante industrial francés, que fue el mayor admirador de ese joven político belga al que siguió y apoyó fervientemente, ahora también se apartaba de él.” (p.23)
- “Mi madre, ella sí, conocía las respuestas. Y creo sinceramente que por aquella época, ya no compartía los ideales de su marido belga-francés, que luchaba a las órdenes de un líder cuyo único fin era hacerse dueño de Europa” (p. 23)
- “Mi padre no vino nunca a vernos. Algún contacto si mantuvo con nosotros: epistolar” (p.23)
- “La persona que yo más queria en el mundo, mi madre” (p.26)
- “Mi madre (…) vivia la peor pesadilla de su vida, encerrada en una cárcel en Bélgica, tras ser condenada a diez años de privación por ser la mujer de León Degrelle. Finalmente “solo” cumplió cinco. Allí se encontraban cientos de mujeres, apolíticas la mayoría de ellas, cuyo único crimen había sido compartir su vida con maridos, hermanos o hijos nacionalsocialistas, víctimas, sin saberlo entonces, de una fe ciega en un lider que les embarcó en la guerra más sangrienta de este siglo” (p.29)
- “Primer gran escollo para buscar un futuro colegio; el apellido que arrastrábamos.
En Périgord fue un gran nido de la Resistencia y, por ende, enemigo visceral de “La Colaboración”. Asi que este apellido había que borrarlo definitivamente y reemplazarlo por el de nuestra madre”!(p.32)
- “Y ahí, con diez años ya, y más madurez que cualquier niño de mi edad, empecé a adptar mi mente a una futura existencia de falsedades, miedos a meter la pata y, sobre todo, preguntas: ¿que había hecho mi padre, para que tuviera que esconderme de él, enterrar este apellido que ponía mi vida en peligro y, lo supe más tarde, la de mi tío Manu y su familia” (p.32)
- “Años después, mirando esta foto, mi espíritu de detective empezó a atar cabos y caí en la certeza de que los autorres de este reportaje clandestino sólo podían se unos: los sabuesos de mi padre. Cinco hijos no desaparecen así sin dejar rastro. La busqueda no cesaría nunca hasta que diez años después dio su fruto. Me imagino la angustia de la abuela y de mis tíos teniendo que borrar pistas y estar continuamente en alerta, para evitar que consiguieran alcanzar su objetivo y llevarnos con él” (p.37)
- “Sobre mi padre. Sencillamente no se hablaba de él y,lo más increible, nosotros no preguntábamos tampoco por él.Era tema tabú. Sólo nombrarlo podía ponernos en peligro.
Sobre su vida y errores politicos, su “responsabilidad” en la desgracia de tanta gente, no se hablaba nunca.
En la casa no había ninguna foto que nos lo pudiera recordar” (p.42)
- “Creo que mi mente estaba enferma” (p.48)
- “Fue durante esta segunda estancia en Inglaterra cuando me enteré, por una llamada telefónica desesperada de mi madre, de la escapada de mi hermano a España, para encontrarse con su padrre, bueno, con nuestro padre…
Me quedé en estado de shock. No entendía nada. No sabía cuales habían sido sus contactos y mi reacción fue de total apoyo a mi madre, sin pararme a intentar entender las razones que habían empujado a este chico, mi único hermano, al que adoraba, a “abandonarnos” para reunirse con el responsable de todas nuestras desgracias” (p.60)
- Mi padre nunca desistió de volver a reunirnos, de recuperar a sus hijos.
Y la familia de mi madre, como auténticos guardianes de nuestra seguridad, procuraban llevarnos de un sitio para otro, de un colegio a otro, en su afán por despistar a estos seudo- detectives que intentaban localizarnos y seguirnos la pista como sabuesos siempre ojo avizor.
Cuando volví de Inglaterra me lo explicaron todo.
Guilaine Massart, una sobrina de mi padre y prima hermana nuestra, se enteró (ahí hay que reconocer el trabajo detectivesco de estos familiares de donde trabajaba mi madre en Paris: el colegio de Sainte Marie de Passsy, donde también estudiaba mi hermana Marie Christine. Mi hermano, que también estaba en Paris, iba a verla a menudo cuando salía de sus clases.
Así es como lo localizó mi prima, y empezó su labor de “reconciliación familiar”…No se paró a pensar en el daño que hacía a la familia Lamay, a mi madre en particular, a mi abuela, que nos habia criado durante toda nuestra infancia y adolescencia, que nos habían protegido del rencor y el odio de los que nos perseguían solo por nuestro apellido
La desaparicion de mi hermano tuvo todos los matices de un rapto, consentido por la “víctima” sí, pero jugando con una sensibilidad a flor de piel, la de un niño: no había cumplido aún los dieciocho años.(…)
No tenía papeles ni pasaporte. Era menor de edad….
Y no era el momento de llamar la atención con un apellido proscrito…
Según me contaron más tarde pasó la frontera franco-española escondido en el maletero de un coche, con unos amigos franceses que iban de turismo a España
Estabamos al final del verano de 1957” (p.61)
- “Sin embargo, muy a mi pesar, creo que Jean Marie no encontró la felicidad con su padre.Las razones que le empujaron a marcharse a su encuentro fueron la busqueda de un amor paterno que nunca conoció (su romanticismo de siempre), y la relación tormentosa con una madre, que no le entendía y a la que quería ciegamente.” (p.62)
- “A las pocas semanas de su partida empezamos a recibir cartas preciosas contándonos las maravillas de Sevilla, de Constantina, el pueblo de la Sierra Sevillana, donde mi padre se había construido (¿con qué dinero?) una verdadera mansión preparada, como decía él, para recibir a toda la familia.(p.62)
- “Pero (Jean Marie) no encontraba su sitio allí. Esa casa parecía más un hotel de lujo que un hogar. siempre llena de gente que rodeaba a este padre famoso al que adulaban y parecían querer mucho y con fiestas y cenas cada dos por tres.” (p.63)
- “Contaba mi padre que estaba hipernervioso, fumaba tres paquetes de tabaco al día, y no encontraba su sitio entre tantos extraños” (p.62)
- “Nos enteramos del fallecimiento -el 22 de febrero de 1958-, por la radio, de manera fortuita
- Según la información que daban, la víctima era León Degrelle.
- Tanto mis hermanas, como mi madre y yo misma, creíamos que se trataba de León Degrelle padre, no del hijo (quien oficialmente se llamaba Leon-Marie Degrelle) (p.63)
- “El matrimonio estaba roto (…) Un día, al volver yo del trabajo a casa, esta madre destrozada me dijo: “quiero que vayas a España a consolar a tu padre”
Sabía que yo era la que más se oponía a todo lo que él representaba en nuestra vida” (p.65)
- “Llegada a la estacion del Norte en Madrid, de dia(…) Alguien en el andén si me conoce. (…) Me llama por mi nombre. Se presenta: Clarita Stauffer” (p.65)
- “Mi” Clarita, que quise desde el primer momento, no sé que relación íntima tuvo con mi progenitor, ni me importa (…) Le dio techo y hospitalidad y le puso en contacto con personas influyentes de la vida política y social de los años 50 y 60” (p.65)
- “Nuestro destino calle Galileo 14” (p. 65)
- “Mi padre no estaba en Madrid. Llegaría al día siguiente en avión desde Sevilla (…) Este León Degrelle, mi padre, nunca había formado parte de mi vida”. (p.66)
- “Nos fuimos directamente a casa de Clarita. Era “su” casa de Madrid: tenía su propia habitación, sus cosas personales. Me daba cuenta de que ella le admiraba mucho y…le quería de una forma especial”. (p. 67)
- “Constantina de la Sierra, donde mi padre se había hecho edificar un verdadero palacio para recibir a su mujer y a sus hijos. La Carlina se llamaba
Cuando lo vi me quedé atónita.
¿Cómo había podido un hombre exiliado, sin recursos aparentes, financiar esta maravilla? hacía tiempo que vivía en Andalucía” (p.68)
- “Tenía una misión muy dificil de cumplir, antes de volver a Paris. Mi madre me había dado los papeles del divorcio, que mi padre tenía que firmar.
Yo no era más que una simple intermediaria, trasmitiendo el deseo de mi madre y sobre todo de la familia Lemay, que deseaba protegerla de cualquier maniobra de su marido para sacar provecho económico de su matrimonio en rágimen de gananciales. Bastante había padecido ya por el simple hecho de ser su familia política.
Me miró sorprendido, pero accdedió a firmarlos todos”. (p. 71)
- “Durante mi estancia en España de poco mas de ocho días poco me preguntó por ella ni por el resto de la familia. Sólo estaba pendiente de hacerme disfrutar al máximo de su presencia, de llenarme la memoria de recuerdos maravillosos y convencerme de la vidas que nos podía ofrecer, a mis hermanas y a mí, si quisieramos volver con él.
Y para que no sospechase de como podía tener ¡ese plan de vida! me llevó en coche hasta el Pais vasco, a Bilbao concretamente (…)
El motivo del viaje era entrevistarse con unos industriales de los Altos Hornos de Vizcaya, muy amigos suyos. Y, sobre todo, que yo le viera a él como hombre de negocios, hablándoles de tu a tu, trabajando como cualquier mortal, para financiar los gastos de una vida lujosa que quería ofrecer a su familia.
Un político, un escritor, ¿de repente transformado en un hombre de negocios?” (p.72)
- “Mi madre me esperaba en casa angustiada, temiendo que este embaucador me hubiera llenado la cabeza de promesas ¿las mismas que había hecho toda su vida a miles de seguidores suyos, jovenes la mayoría, que murieron o sufrieron unas secuelas que nunca borrarían? conocí a varios de ellos, condenados al exilio, tocados de por vida, fisica y mentalmente.” (p. 72)
- En el mes de julio de 1958, dejé el trabajo por causas familiares y me fui para España. Llegúe yo de avanzadilla… cada día llegaban caras nuevas que no conocía de nada.
Primos hermanos, por parte de mi padre, la familia Degrelle, que no había visto en mi vida.
Una de mis primas, Guilaine Massart, fue precisamente la responsable de la huida de Paris de mi hermano, que terminó tan trágicamente.
También llegó una hermana suya con marido e hijos. Y, los más numerosos ¡la familia Michaux con sus cinco hijos!
Y, perteneciendo a esa llegada incontrolada, tuve el honor de conocer a otro primo hermano, hijo de una hermana de mi padre, de mirada esquiva, del cual huía, que intentó besarme entre dos puertas y se ganó una impresionante torta” (p. 77)
- “En mi primer viaje -mi padre- quiso deslumbrarme con lo que podría ser mi vida, si queria compartirla con él (…)
Su objetivo de deslumbramiento se había cumplido. Aquí estabamos viviendo en un mundo irreal, envuelto en demasiadas preguntas, que dificilmente tenían respuestas “ (p. 79)
- (León Degrelle) “El día a dia de ese “arquitecto”, “constructor”, “emprendedor”, enamorado de la belleza, pero ignorante en absoluto en cuestiones secundarias, tales como la financiación y la contabilidad de las obras faraónicas que emprendió” (p.86)
- Primero fue La Carlina. Nunca saqué en claro como se había financiado. Cuando le preguntaba, me salía por los Cerros de Úbeda y me quedaba igual. Es decir, sin haber puesto nada de luz en este tema. Malabarismos, ingenio, ayudas milagrosas… “aquí está el resultado”, me decía sin inmutarse.
Y así comenzó esa aventura -pues aventura fue-, con todos los ingresdientes de éxitos y también fracasos enormes, que le llevarían a la bancarrota” (p.86)
- “Las dificultades financieras que sufrió en su apasionante vida política, las tuvo que afrontar también en su vida de constructor de Constantina.
En ese pueblo precioso, donde empezó mi vida española, empecé también a conocer muchas facetas de la personalidad de mi padre. Me transformé en su principal inquisidor. Mis “interrogatorios” eran constantes. Quería profundizar en el “cómo” había llegado a la situación privilegiada en la que se encontraba. Como he dicho ya, era un narrador embaucador increible, tanto en su vida política anterior, como en la que se encontraba actualmente. Mis preguntas difíciles, llenas de trampas involuntarias, fruto de mi mente “cartesiana”, le planteaban más de un poroblema. Me contestaba con sinceridad o con esa magnífica fantasía que te hacían comulgar con ruedas de molino. La fe mueve montañas, pero hasta cierto límite. No sabía como interpretarle” (p.93)
- “El “arquitecto-constructor” improvisado tiene problemas económicos importantes (…) Hay que pagar a los obreros (muchos) y a un capataz que más de una vez vino a “llorarme” que no tenía fondos para atender a su plantilla, ni incluso a los proveedores” (p.93)
- Mi escepticismo, en cuanto a la financiación de la edificación de estas casas lujosas, no hacía más que crecer…
Mi padre me hablaba de negocios en los que entraba, no como socio capitalista (no tenía ninguna liquidez), sino como persona influyente en los medios poudientes de la época, acompañando a hombres de negocios encantados de contar con su ayuda de “mago de la palabra” (p. 95)
- Corría el año 1961
Mi padre desaparecía semanas enteras en busca de la financiación. Yo me quedaba al cuidado de la casa y de la obra, a sabiendas de las dificultades que tenía que afrontar el capataz al mando.
Una noche de tormenta y lluvias torrenciales, me despertó un ruido ensordecedor que me recordó a los bombardeos de Alemania. Se habían derrumbado todas las casas que estaban a medio construuir, sin tejados todavía muchas de ellas.
Más tarde nos enteramos de la verdadera causa de ese derrumbamiento: la mala calidad del material de construcción, del cemento en particular” (p.96)
- “Volviendo a esta noche trágica, tuvimos que enfrentarnos a la realidad. Esas bonitas casas no eran más que un castillo de naipes que volaron con la primera tormenta de otoño. Fue el principio del fin de la época de constructor de un enamorado de la belleza, que no tenía la más mínima idea del “oficio” (p. 96)
- Mi madre trabajaba en el colegio Sainte Marie de Passy, de mediadora entre el colegio y la familia de las alumnas.
Aprovechando unas vacaciones escolares decidió afrontar el reencuentro con su ex-marido.(…)
Asi que se decidió, en el verano de 1961, a viajar a Madrid. Allí le esperaba mi padre para ir luego hacia Constantina.
Y llegaron a La Carlina. Yo les eesperaba feliz, aunque bastante escéptica en cuanto al desenlace de ese reencuentro.
Durante a estancia de mi madre, mi padre se comportaba como el perfecto asnfitrión luciendo su gran magnetismo de conquistador. Se mostraba igual que ante cualquiera de las otras visitas que recibiamos cada semana. A los pocos días organizaron un viaje a Mallorca, aprovechando la casa de unos amigos belgas que vivían allí.
¿Que ocurriría entre ellos?
Ella, volviendo treinta años atrás, ilusionada otra vez, esperanzada, necesitada de amor y de comunicación sincera.
Él ¡que dificil es para mí opinar imparcialmente! Quería deslumbrarla, hacerla partícipe de una vida lujosa. Pero yo conocía su verdadera situación y lo que nunca podría ofrecerle…
Y sufrí por ello.
No me equivoqué. No había pasado un mes de su reencuentro, cuando su marido le escribió para pedirle una suma enorme de dinero, cuyo destino era la compra de un palacete en la mismisima Plaza de Oriente de Madrid.
A mi pobre mami se le cayó de golpe la venda de los ojos.
El seguía soñando con una vida grandiosa, donde su estrella siguiera brillando. Y para eso necesitaba olvidarse de problemas materiales.
Aunque la familia Lemay había perdido el 50% de su fortuna por su adhesion al rexismo, algo quedaba, y mi padre vio su salvación en el nuevo acercamiento a esa mujer (con mayuscula), madre de sus cinco hijos, que pasó cinco largos años de su vida en una cárcel, casi de inframundo, en ese mezquino país llamado Bélgica.
(…)
Pero a ella un escalofrio le recorrió el cuerpo.
Sencillamente, su corazón no podía sufrir más. yo lo sabía.” (p. 97-98)
- “Yo tengo 24 años. Estoy enamorada y mi novio no acababa de llenar las perspectivas que mi padre, León Degrelle, tenía depositadas en mí en cuanto a mi matrimonio.
Abogado brillante, Juan Servando, no era de alta cuna” (p.100)
- Nuestra boda se celebró el 21 de julio de 1962, en la Iglesia Parroquial de Constantina. (p.101)
- “No sé a que hora terminó, pues nosotros nos marchamos pronto a Sevilla, donde empezó nuestra luna de miel. Digo que nos marchamos pronto, porque tenía pocas ganas de quedarme en La Carlina. Las personas más importantes de mi vida no estaban conmigo. Ni mi madre, ni mi abuela.” (p. 102)
- “En su lugar, tuve que soportar la presencia de una señora, que desde hacía un año pertenecia a la vida de mi padre. Se llamaba Jeanne Brevet y estaba divorciada de un gran amigo mio y de mi marido, el periodista y brillante escritor Henry Charboneau” (p.102)
- “El Fascismo gobernó Italia con mano de hierro. Su joven tribuno cometió errores y muchos” (p. 102)
- (1973) “Mi padre en esta época, también se instaló en Madrid. Acosado por las deudas, perdió definitivamente La Carlina un año y medio después de nuestra boda” (p. 108)
- La nueva mujer de mi padre y sus hijos no facilitaron la relación padre/hija que yo había soñado desde nuestro primer encuentro, allá por el año 1958. Sabía que mis hermanas y yo estábamos bastante desilusionadas con esa situación. God se mostró siempre más permisiva. Cri-Cri y yo, sin embargo, más cerradas a cualquier acercamiento. Era tan nulo el contacto con ellos, que no llegamos a enterarnos del fallecimiento de una de las niñas de Jeane (así se llamaba la señora Brevet, compañera de mi padre), por una meningitis fulminante a la edad de doce años. Tuvo que ser un sufrimiento atroz para los dos y sin embargo no lo compartieron con nosotras” (p. 108-109)
- “No se cansaba de repetir que su independencia personal respecto a Hitler y a su regimen era TOTAL. Que jamás una orden, una petición, le habían llegado desde Alemania, ni directamente, ni indirectamente” (p. 110)
- “Hasta mi familia francesa, no precisamente admiradora de la dictadura franquista, estaba escandalizada por el empeño “cruel”, dicho por ellos, de prolongarle la vida durante semanas por medio de operaciones tanto más dolorosas como inútiles” (p.129)
- “¿Cambio nuestra vida con la muerte de la dictadura y el nacimiento de la democracia? No voy a entrar aquí en comentarios sobre el cambio de régimen político. Se hizo sin traumas. Franco lo había dejado todo “atado y bien atado” (p. 113)
- “En 1978, el 27 de diciembre, se promulgó la Constitución Española, que aprobamos en referendum los españoles, y que sigue en vigor actualmente.
La “transición” de un régimen a otro fue elogiada dentro y fuera de España.”( p. 114)
- “Nuestra situación financiera era más bien poco boyante” (p. 115)
- “Mi mejor amiga en esa época era la mujer de Luis Sanguino, escultor maravilloso que tenía su taller montado en la misma finca.Dana, así se llama, es americana y tiene mi edad” (p.115)
- “Seguía muy unida a mi madre, sobre todo después del fallecimiento de mi abuela, en 1969” (p.117)
- “Pero su salud, entrando en los años 80, y como consecuencia de sus cinco años de cárcel, empezó a deteriorarse a pasos agigantados. Le diagnosticaron anemia perniciosa (…) Sobrevivía gracias a transfusiones de sangre cada vez mas frecuentes” (p. 117) (…) En la primavera de 1984 falleció” (p.118)
- “Lloré desesperadamente. Se mezclaban la pena profunda por su pérdida y el remordimiento por haberla dejado sola en Francia, terminando por vivir al lado de ese padre del que nos había querido alejar durante quince años” (p.118)
- “¿Y mi padre? ¿Que era de su vida cuando la nuestra dio ese giro?
Seguía su relacion con la señora Brevet. Los dos, como católicos practicantes, decidieron poner su vida en orden y se casaron por la Iglesia.
Nosotras, las hijas, nos enteramos por una llamada telefónica de mi padre. Nos dolió esa prisa por legalizar su situacion cristiana y la frialdad con la que nos lo comunicó. Era su vida. Estaba feliz. Sin problemas económicos de ningún orden: su mujer tenía una fortuna importante que le permitía olvidarse del aspecto prosaico de la vida. Vivían en un ático espléndido, lujosamente amueblado con la colaboración de su mujer francesa, hija de anticuario. La Carlina seguía presente con todo lo que había podido salvar después de la catástrofe financiera” (p. 119)
- “Repasando ahora que me he metido en la durísima tarea de querer entender mejor a este hombre, mi padre, de gran inteligencia, cultura y sensibilidad, intento descubrir las razones profundas que le hicieron colaborar con un Hitler, cuya ambición rayando la locura, se había apoderado de su país, Bélgica.” (p.119)
- “Ya casados ellos (no nos invitaron a la boda), tanto ella como mi padre se habían quedado viudos, se instalaron en el número 37 de la calle de Santa Engracia, muy cerca de nosotros, recién instalados en la calle Zurbarán, esquina a Almagro.
Esa cercanía nos ayudó a los dos a restablecer esa relación padre-hija rota desde hacia varios años por razones profundas, que no vienen al caso, aunque haya dejado entrever en varias ocasiones a lo largo de este relato mi disconformidad con su enfoque de vida tanto humano, como político” (p.122)
- “En esa epoca fue cuando surgió la oportunidad de ayudarle en su tarea de escritor. Estaba embarcado en un proyecrto gigantesco de una trilogía sobre “La siecle de hitler” (…) Los dos primeros tomos se los escribió a máquina algún secretario, pero con el tercero recurrió a mí después de una experiencia algo lamentable, cuando trató que le ayudara su mujer” (p.122)
- “Entiendo que su mujer tirara la toalla: el texto estaba cuajado de nombres de regiones y ciudades, de apellidos de políticos y militares, de cuya ortografía no tenía ni idea.Y cualquier pregunta por mi parte, pidiendo aclaración, era contestada a voz en grito:”Pero, ¡como es posible que no sepas eso! -me decia-” (p.123)
- “Mi marido habia recibido una educación férrea de su padre, “machista” andaluz convencido quien, al principio de nuestro noviazgo veía asombrado la permisividad de su hijo para conmigo. (…) A mi pobre suegra la traía martir, con medias y mangas largas en verano, sin un toque de maquillaje” (p.124)
- “Mi marido también era celoso y más de una vez se “enfrentó” verbalmente a unos chicos que según él me miraban demasiado” (p. 125)
- “No puedo dejar de aludir a los estragos que puede causar el mal uso de una herencia en manos de una persona aficionada al juego.
En ese año, mi marido y yo nos hicimos socios del Club de Tiro de Pichón de Somontes (…)
el mayor entretenimiento durante todo el año, en verano en las terrazas, en invierno en los salones, eran las partidas de cartas. A los dos nos encantaba jugar, pero lo que no supe calibrar, antes de que fuera demasiado tarde, fue que por culpa del maldito CLUB, entró en nuestra vida el virus de la ludopatía. En la mía no. En la de mi marido, sí. El juego arruinó nuestra vida familiar (…) Nunca reconoció que estaba enfermo y que necesitaba atención psicológica.
Los chicos, aunque sufrían viendo como su padre desperdiciaba los mejosres años de su vida, seguían con sus estudios, sus amigos, y yo procuraba que se enteraran lo menos posible del infierno en que se había convertido mi vida” (p. 125)
- “No había forma de sacarle de sus partidas interminables, cada vez más caras” (p.126)
- La boda de mi hija mayor, Nathalie, el 4 de julio de 1987. (…)Pero lo que no podíamos preveer era que 14 años después y con tres niñas maravillosas, se rompería ese matrimonio” (p.127)
- ( Mi padre en los años 90) Con la ayuda de su mujer se había comprado un ático en el Paseo Marítimo de Málaga. Tenía una terraza espléndida frente al mar donde, como un niño inconsciente, tomaba el sol sin control, leyendo y escribiendo en ese marco privilegiado. Pero ¡Hay con el sol mediterráneo!, tuvo dos epiteliomas, uno en la nariz, otro en una oreja, que nos dieron un buen susto” (p.129)
- “Mi padre, vivia en Málaga y su vida, acompañado de Jeanne, su mujer, la hija de ésta y sus nietos, era la de cualquier familia muy unida, bien distinta a la que habiamos vivido nosotros con él” (p. 130)
- “En mis recuerdos se mezclan la admiracion, el amor a un padre tantos años desconocido y los desencuentros frecuentes (…) Dejo las alabanzas y aplausos para los admiradores incondicionales. Mi admiracion es muy selectiva” (p. 139)
- “¡¡Ay, el uniforme!!
Parece que es lo que más le reprocharon sus acérrimos enemigos: haber llevado el uniforme de las tropas de ocupación de Bélgica. Yo no me cansaba de preguntarle por qué habían tenido que vestir el dichoso uniforme del ejército que había vencido e invadido su patria” (p. 134)
- Si no le cogi el mismo cariño a Marbella (que a Cantabria) fue debido, en gran parte, a la enfermedad, afición, vicio…como se le quisiera llamar, que empezaba a hacer estragos en la vida de mi marido: la ludopatía. Fue el gran drama de mi vida y de la de mis hijos. Creo que no supe ayudarle debidamente.¡¡ No se dejaba ayudar!!” (p. 135)
- “Acababan de hospitalizar a mi padre. Su mujer estaba en estado de shock y compartían habitación. Estaba muy nerviosa y ese estado de tensión no le convenía en absoluto a mi padre “ (p. 139)
- A lo largo de nuestras conversaciones y de horas de lectura, me he quedado con la imagen de un padre que puso patas arriba la vida de su familia y la mía en particular” (p. 141)
- “En la familia Lemay, la de mi madre, hubo rechazo total y seguramente en muchas más familias que no podian ni imaginarse dejar a sus hijos ir a luchar codo con codo con el invasor de su pais, por muy noble que sea el objetivo común.” (p.142)
- “Insistía sobre el pecado que tanto le han reprochado: haber llevado el uniforme del ejército invador de su país. Cuando hablaba de ello con él, me daba las mismas explicaciones que a todos los “bien pensantes” que se lo criticaban. “ (p. 142)
- “Entrando en el año 2000 nuestra vida familiar empieza a desmoronarse. Mis hijos y yo sufrimos viendo el destrozo galopante que opera en su padre, en mi marido, la ludopatía. Nathalie, desde Pamplona (…) tanto ella como su marido querían que tomara yo una decisión drástica: echarle de nuestra casa, cambiar las cerraduras, para ayudarle a recapacitar y aceptar someterse a un tratamiento de rehabilitación (…) Una noche llené tres maletas con ropa, libros, objertos personales, cogidos a lo loco, entre lágrimas, y los deposité frente a la puerta de entrada de nuestra casa” (…)Así terminó mi único y último intento de echar a mi marido de nuestra casa” (p. 143)
- (La campaña de Rusia) Leyendo entre líneas la angustia espiritual que padeció, él tan creyente, frente a tanto horror y muertes. Pero la Campaña de Rusia sigue siendo la epopeya de su vida, que más atrae a sus seguidores. Para mí, sin embargo, es la que más trauma ha causado en mi vida. (…)
Las páginas de su libro dedicadas unicamente a comentar batallas, miserias, tragedias, sufrimientos atroces, voy a omitirlas en estas memorias” (p. 146)
- “Cuando hablo de mi estado de alegria, mezclado con tristeza en la boda de Juan -el hijo de Anne-, es porque una angustia tremenda me quitaba en esas fechas hasta las ganas de vivir. Tenía que separarme de mi marido (…) La ludopatía nos estaba llevando a una situación de enfrentamientos continuos. No podíamos seguir así, nos estabamos destruyendo mutuamnente (…)
La decisión final: separarme definitivamente y vender el piso de Zurbarán, para salvar algo de ese barco que ya zozobraba llevándonos a la ruina.
Y empezó el calvario final…
Él y yo (Anne y Servando) nos comunicabamos por cartas, que el leía cuando llegaba a casa de madrugada. Por la mañana encontraba yo las contestaciones y la última fue su aprobación en cuanto a la venta de la casa, de donde se habían marchado ya nuestros hijos” (p.151)
Y así trminó todo. Fractura definitiva. Cada uno por su lado (p. 151)
- (Servando Balaguer)Su salud empeoraba. Se la estaba destrozando, siempre metido en ambientes cerrados, fumando, en tensión, con una copa en la mano (…) sus últimos meses de vida pertenecen a la intimidad de nuestra familia (…) preparados para adfrontar cualquier situación desesperada, con entradas y “huidas” -por su parte- de clínicas, que ya no podían hacer nada por él.
Al final volvio a acercarse a todos nosotros. aparecía por casa de Elena, embarazada de su último hijo. llamaba a Titi a todas horas pidiéndole, además de cariño, ayuda económica.” (P. 151-152)
- “Llamé repetidamente a su puerta ( del apartamento donde vivía sólo y separado su marido Servando Balaguer) y no me abría. Oía ruidos de agua. Pensé que estaba terminando de arreglarse. Esperé un rato. Volví a llamar. Seguía oyendo el mismo ruido de agua y ningún movimiento. Me entró un sentimiento horrible…¡¡Ignacio -el portero de la finca-, tenía que pedirle la llave a Ignacio!! Bajé volando por las escaleras, sin esperar el ascensor. viendo mi preocupación, subió conmigo, pero no llegó a entrar.
(…) Los ruidos de agua, creo que me los imaginé… Mi subsconsciente me decía que algo grave estaba pasando.
Lo que me encontré sobrepasó todo lo que puede soportar una mente, un corazón humano. Servando, este marido mío que quizá no supe ayudar con suficiente comprensión y firmeza, me miraba con eso ojos verdes abiertos, increiblemente abiertos, hundidos bajo el agua de una bañera a punto de rebosar. Le toqué, le llamé… Estaba muerto. Se había ahogado. A su lado, en una silla, estaba su albornoz y su ropa preparada para venir a mi casa.
Bajo el shock, lo primero que hice fue llamar a mi hija Elena por proximidad (…) Yo sollozaba absolutamente sin control (…)
Era un Domingo de Ramos, 28 de marzo de 2010” (p.152-153)
- “Pero mi mente necesita evadirse momentáneamente de las luchas y glorias que jalonaron la vida de este hombre (Leon Degrelle), político, soldado, de formación y personalidad arrolladora, que arrastró a toda mi familia por unos caminos de persecución y odio que al cabo de sesenta años todavía perduran” (p. 155)
- El 28 de marzo de 2010, se murió Servando, ese marido mío (…)Tuve que pasar por la prueba horrible de no haber podido ayudarlo en sus últimos momentos de vida.Tuve que encontrarme a solas con él. Sin poder creer lo que estaba viendo, hundiendo mis brazos en el agua de esa bañera asesina. Sólo sus ojos parecían tener vida. ¿Que le había pasado? ¿Como fueron sus últimos segundos de vida? (…)
La angustia, el dolor atroz que sufrí al encontrarlo, me estuvo matando a mí durante un tiempo que ni siquiera puedo calcular” (p.157)
- “Creo que para él -Servando-, la separación fue un canto a la libertad, a “su” libertad recobrada. Parecía feliz.” (p. 157)
- “Busqueda incesante de la familia Degrelle, para llevarnos a España junto a mi padre, hasta que, a escondidas de mi madre, “raptaron” a mi hermano y se lo llevaron, sin pasaporte ni papeles, oculto en un coche hasta Sevilla. Ya sabemos la tragedia que siguió a este reencuentro.
Aquel verano del 58, todos estos tíos y primas llegaron, unos tras otros, a La Carlina.
Recordándolo ahora, con una distancia en el tiempo de casi 60 años, tengo que reconocer que nunca los consideré como familia. Para todos ellos era un éxito haber conseguido el reencuenbtro de su hermano, (Leon Degrelle), con sus hijos. Yo, por mi parte, no conseguía darles el afecto espontáneo que esperarían de mí… y de mis hermanas Chantal, Godlieve y Marie Christine, que se habían reunido con mi padre a lo largo del verano. Seguían siendo unos extraños, que nunca habían pertenecido a mi vida. Habían sufrido mucho en las cárceles belgas, pero mi madre más que nadie.
Mi verdadera familia siempre fue la familia Lamay (…)
Con el tiempo, volvimos a alejarnos (de la familia Degrelle) y ni siquiera nos vimos cuando falleció mi padre.” (p. 162)
- “Ya hablé, en capítulos anteriores, de Petain y el gobierno de Vichy y de De Gaulle, el exiliado en Londres, padre de la Resistencia. Dos patriotas. Uno en el terreno, el otro en la distancia” (p. 163)
- (León Degrelle) “Nunca contestaba a mis preguntas: ¿Que hacías? ¿De que vivías? “(p. 166)
- “Su vida de exiliado en España siempre fue un misterio para mí y para mi familia.
Vivía en su mundo, quería reunir a su familia y ofrecerle una vida… irreal
Fracasó. Su rol en la vida, no era el de marido o padre, sino el de pensador y escritor” (p. 166)
- “Este libro no está escrito como una alabanza a León Degrelle, el político, el erudito, el orador, el militar, sino en memoria al padre con el que congenié en muchas cosas y del que me alejé en otras tantas.” (p. 167)
- “Nuestra relación fue a veces tormentosa” (…) (p. 167)