El último texto que redactó Onésimo Redondo y dató el mismo día que encontró la muerte en la senda del honor estaba dirigido “A toda la tierra de Castilla y León”.
El 24 de julio de 1936, último día de su vida, primero de descanso en sus cinco años de lucha, fiel a su preocupación, se levantó pronto Onésimo Redondo. Antes, entre un sin fin de gente que en su casa entraba y salía a pedirle órdenes, escribió estas líneas postreras, dirigidas, como tantas en su vida a los labradores de Castilla y León:
A TODA LA TIERRA DE CASTILLA Y LEÓN
La Patria resucita, como siempre se crearon los Imperios: entre el ruido victorioso de las armas. Castilla asiste con júbilo frenético a esta explosión inesperada de grandeza y de justicia. Sentimos que el ser de la España envejecida se renueva con su mejor estilo: España se hizo combatiendo y pisando a la barbarie, con Castilla como región capitana. Esos puertos del Guadarrama que se estremecen con el avance duro de los infantes y artilleros castellanos, lanzan sobre Madrid el aviso histórico de que su perversión y sus errores van a terminar. Redimiremos a Madrid de sus enemigos de dentro y a nuestra tierra de una pesadilla antigua. Ya no será Madrid la ciudad incomprensiva y alejada de los intereses de Castilla.
Labradores castellanos, en estos días se ventila y se asegura vuestro porvenir. El Ejército y la Falange luchan por vosotros. Asistidnos con vuestro tesón y vuestra fe.
¡Arriba España!
Onésimo Redondo
24 de julio de 1936