I.- AVISO
Con carácter previo a abordar la temática reflejada en la anterior rúbrica, quiero lanzar un aviso para navegantes: el pensamiento político de Sabino Arana Goiri debe de abordarse conociendo el contexto histórico que se vivía en el S.XIX en EuskalHerria tras la finalización de las Guerras Carlistas; y, para ello, debe de conocerse e interiorizar el verdadero significado y la importancia de las instituciones forales en la cosmovisión político-social del pueblo vasco. Lo que si puedo anticipar es que el pensamiento político de Sabino Arana se enmarca en 3 periodos: el primero de ellos estaría caracterizado, entre otras cosas, por un fuerte e irracional “antimaketismo” que es sinónimo, por decirlo de algún modo, de antiespañolismo. Esta es la parte del pensamiento de Sabino Arana que rechazamos con contundencia; aunque, repito, deben de conocerse las causas que generaron este sentimiento de rechazo en su pensamiento político. El segundo viene a ser un periodo de moderación, contradictoria entre la teoría y praxis. Sin embargo, y esto es algo desconocido por la mayoría, en la última etapa del pensamiento político de Sabino Arana, que es la que culmina con su muerte en Sukarrieta en 1903, se produce una reconciliación y acercamiento a España. En esta etapa Sabino Arana rechazará de manera expresa la idea de independencia de “Euskadi” y la sustituirá por la idea de una amplia autonomía dentro del Estado. Además, es dentro de esta etapa cuando Sabino Arana propuso la desaparición del Partido Nacionalista Vasco y la creación de un nuevo partido denominado Liga de Vascos Españolista cuyo programa publicó en el semanario bilbaíno La Patria (1901-1903). Dicho proyecto político estaba inspirado en la Liga Regionalista de Cataluña. Este proyecto político, que suponía la vuelta al fuerismo prenacionalista, no pudo llevarse a cabo debido a su fallecimiento y por el rechazo de un sector, liderado por Ángel Zabala (Kondaño), su sucesor al frente del PNV, quien la enterró, junto con el cadáver del fundador, en noviembre de 1903, si bien fue motivo de polémicas ulteriores en el partido.
Quitando ese componente antiespañol, el pensamiento de Sabino Arana Goiri contiene importantes posiciones que, a nuestro entender, son perfecta asumibles y rescatables y deben de ser, cuanto menos, conocidas por la militancia política.
I.- INTRODUCCIÓN
El día 21 de mayo de 2022, los militantes de Bastión Frontal se reunieron en unas jornadas que tuvieron lugar en el Pirineo catalán, concretamente en la comarca de la Alta Ribagorça (Lleida). Como sucede en este tipo de eventos, acudieron militantes de las distintas delegaciones y se exhibieron estandartes correspondientes de las distintas regiones identitarias de España. Algo lógico y normal, por tanto, será el hecho de que un castellano exhiba la bandera de Castilla, del mismo modo que un catalán, un valenciano o un aragonés lo hace con la señera. Hasta aquí todo en orden; el problema viene cuando un militante hizo alarde de su identidad a través de la bandera del pueblo vasco: la Ikurriña. Es a partir de este momento cuando el “facherío patrio” tomó las armas de las redes sociales y comenzó una autentica campaña de agitación y rabia en defensa de la españolidad, olvidando que, en el momento más solemne y sagrado de dichas jornadas – el izado de bandera- se utilizó exclusivamente la rojigualda o que ,a continuación, junto a los camaradas franceses, se hizo un solemne homenaje a la figura de Dominique Venner en el noveno aniversario de su muerte (esto es lo que debería de ser noticia y no lo otro). El “facherío patrio” consiguió una de las cosas que siempre le caracterizó: que las cosas importantes pierdan su esencia o, cuanto menos, pasen desapercibidas por una serie de reivindicaciones del todo absurdas. Sin perjuicio de lo anterior y enfados a parte, he considerado que es una buena oportunidad para profundizar en la polémica e intentar acercar a más de uno a una realidad que, por lo visto, le es completamente ajena.

LA IKURRIÑA ESTÁ PRESENTE EN LA IDENTIDAD VASCA
La Ikurriña es la bandera que actualmente representa al pueblo vasco. Esto es así por mucho que a más de uno le pese, ya que, así es considerada por una abrumadora mayoría de los mismos. Cuestión distinta es que esa bandera tenga mayor o menor peso histórico y, por ende, sea la más acorde a su realidad socio cultural, sin embargo, esto no quita que a día de hoy exista una conciencia y un sentimiento respecto a la oficialidad y representatividad de la misma. Veamos algún ejemplo; Es de sobra conocido por todos que la comunidad vasca ha tenido una importante presencia e influencia a lo largo del continente americano; en todos aquellos lugares donde ha habido presencia de la comunidad vasca estos han sido capaces de mantener sus señas de identidad y, lo que es más importante, que sean reconocidas y respetadas. Y, como no podía ser de otra manera, la Ikurriña no es una excepción. Véase el caso del Condado de Johnson en el Estado de Wyoming (EEUU) donde la base de sus colores son los colores de la Ikurriña por cuanto la historia de este territorio se asienta sobre la presencia de un importante número de emigrantes vascos que acudieron para colaborar con la industria ovina y ganadera del Estado de Wyoming.

Véase, por otro lado, el caso del archipiélago francés de San Pedro y Miquelón, situado frente a las costas canadienses de Terranova. Fueron los balleneros y bacaladeros vascos los pioneros en estas tierras, de manera que, muchos de ellos quedaron ahí asentados de modo definitivo. Por ello, el propio término “Miquelón” proviene del idioma vasco. A día de hoy podemos encontrar lugares como Port-aux-Basques o el pequeño frontón de Saint Pierre – Zapiak Bat-. La pelota vasca es uno de los deportes más populares en San Pedro y Miquelón, hasta el punto de que se practica desde los 5 años y existe una Liga de Pelota Vasca. La tercera semana de agosto San Pedro y Miquelón acoge la celebración de la Fête Basque (Feria Vasca) donde tienen lugar importantes partidos de pelota, demostraciones de herri kirolak (deporte rural vasco), conciertos de músicos que provienen de Euskal Herria y degustaciones de la gastronomía vasca.
Por tanto, no es de extrañar que la bandera de esta colectividad territorial francesa tenga representada la Ikurriña.


Iñaki Perurena, famoso Harrijasotzaile, empleó el término “Irauten” (perdurando) para definir al pueblo del Euskera como el único resquicio de la vieja Europa pre indoeuropea que todavía hoy perdura. Posiblemente esto se deba a ese apego especial que siente el pueblo vasco por su cultura y tradiciones; y ese ánimo por perdurar se convierte en algo determinante en una sociedad como la nuestra, donde todo vestigio de identidad cultural se encuentra amenazado por un enemigo globalista al que tenemos que combatir en todos los frentes y en inferioridad de condiciones materiales.

Volviendo a la Ikurriña, sus detractores dicen que es una bandera independentista creada por Sabino Arana, personaje que les resulta especialmente siniestro. Es cierto que la Ikurriña fue diseñada en 1894 por los hermanos Arana para su correspondiente izado en la primera organización nacionalista vasca (Euskeldun Batzokija) en Bilbao. En este acto la Ikurriña fue izada por el socio más veterano de dicha organización Ciriaco de Iturri, un antiguo oficial del ejército carlista. Y este dato no es una excepción, por cuanto una gran parte de los militantes de esta nueva organización y los propios hermanos Arana provenían del Carlismo. Por ello, merece la pena que hagamos un paréntesis para entender el contexto socio político de la época; esta reflexión se hace del todo esencial para comprender el pensamiento político de Sabino Arana así como la evolución que tuvo el mismo hasta su muerte.

CRÓNICA Y EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO POLÍTICO DE SABINO ARANA
Sabino Arana nació en el seno de una familia acomodada de la anteiglesia de Abando (actual barrio de Bilbao). Su padre Santiago Arana, quien fuera alcalde de Abando entre 1854 y 1857, abrió su primer astillero a la edad de 21 años convirtiéndose, con posterioridad, en uno de los principales empresarios del sector naviero. Entre los años 1848 y 1871, Santiago construyó un total de 100 barcos. Junto a su hijo Juan (hermano de Sabino) y otros importantes empresarios del sector constituyó la compañía Euskalduna, llegando a ser todo un referente en la industria de Vizcaya del S.XX. Santiago Arana vivió muy de niño la primera guerra carlista. Sin embargo, a pesar de su corta edad, siempre recordó ese sitio de Bilbao de 1835 y la represión llevada a cabo por las tropas liberales del Conde de Mirasol, Rafael Arístegui y Vélez, quien, por entonces, ostentaba el cargo de brigadier en el ejército isabelino. Tras contraer matrimonio con Pascuala de Goiri tuvo un total de 8 hijos, siendo Sabino el menor de todos ellos.

Santiago Arana jugó un papel más activo durante la carlistada de 1872 en la que ocultó al general Francisco de Ulibarri en los astilleros de Ripa y viajó a Londres para la adquisición de armamento para la causa Carlista. Según el historiador Javier Corcuera, esta habría destinado un total de 50.000 duros de su bolsillo para la compra de este material. Con la muerte del general Ulibarri en la batalla de Oñate, Santiago Arana tuvo que huir a la ciudad francesa de Bayona. El joven Sabino Arana, con 7 años de edad, se ve obligado a seguir los pasos de su padre y huir a Bayona en compañía de su madre y sus hermanos Luis y Paulina. Durante ese viaje la familia Arana se vio envuelta en numerosas dificultades, siendo tiroteados a su paso por Bergara. Definitivamente pudieron llegar a Hendaya y encontrarse ahí con Santiago Arana. Estos sucesos, según refiere Elías Amézaga en su “Biografía sentimental de Sabino Arana” , tendrían un importante impacto en la formación de la personalidad de Sabino quien iniciaría un periodo de exilio forzoso en Francia que duraría 3 años. Según refiere Luis Haranburu Altuna, es presumible y lógico que el niño Sabino vivió todos aquellos acontecimientos con gran sentimiento y pesar. Desde la primera huida de su padre y la posterior clandestinidad a la que se verá obligado, hasta el largo exilio francés que duró tres años, el niño Sabino va acumulando sensaciones, emociones y sentimientos que configurarán su sensibilidad y su carácter. Y aquí es donde se hace necesario comprender el contexto histórico en el que nos movemos y debemos de comprender las nefastas consecuencias que trajeron a España la abolición de los fueros y las políticas centralistas una vez concluida la III Guerra Carlista.

Y, para ello, debemos de profundizar, en primer lugar, en la naturaleza de los “Fueros”, ya que, la propia acción Borbónico – Liberal se ha encargado de desvirtuar las instituciones forales. Así las cosas, la palabra Fueros significa, según el Diccionario de la misma Academia Española, cada uno de los privilegios y exenciones que se conceden a una provincia, ciudad o persona. Podrá verse la clara influencia jacobino – liberal a la hora de definir el término. Frente a esta tesis, Sabino Arana defendió en la “hoja suelta” de “El Partido Carlista y los Fueros Vasko-Navarros” que: las instituciones así llamadas, no son privilegios: son leyes propias de estos pueblos libres con libertad originaria, creadas libremente y con soberana potestad por ellos mismos, para sí mismos y sin injerencia de ningún poder externo. ¿Qué sucedería entonces con las leyes de Bizkaia?. La historia de Bizkaia anterior al S.IX es una gran desconocida, aunque en la obra de Sabino Arana podemos encontrar importantes nociones que nos aproximarán en nuestro análisis del concepto foral. En el S.IX Bizkaia estaba dividida en anteiglesias donde la familia era un verdadero estado. El poder o gobierno de Bizkaia residía, pues, en el pueblo reunido en asamblea general. Las leyes, por tanto, eran simplemente costumbres del mismo pueblo, esto es, resoluciones tomadas por el sentido público en la práctica de la vida social. Desde la adopción de la institución señorial en Bizkaia y su posterior confluencia con la corona de Castilla, la Junta General de Bizkaia continuó con la posesión del poder legislativo y, por tanto, las leyes o nacían de las costumbres vizcaínas o eran dictadas y sancionadas por los mismos vizcaínos.
Y de este modo fue gobernada Bizkaia hasta que en 1874, con el fin de la III Guerra Carlista, durante el reinado de Alfonso XII, otro Borbón, se procedió a la abolición de Fueros, Juntas y Diputaciones Forales de las provincias Vascongadas y Navarra. ¿Cómo puede interpretarse este acto? Pues como un ataque frontal contra la materialización de las costumbres milenarias de un pueblo, sus instituciones tradicionales e historia, ya que, como hemos visto anteriormente, las instituciones forales de las provincias Vascongadas y de Navarra no son más que la cristalización de las costumbres – Derecho Consuetudinario- a las que se otorga fuerza de Ley. A esto hemos de sumarle los reiterados y continuados ataques a las instituciones forales que se vinieron produciendo desde la instauración de la dinastía borbónica en España. Como decíamos anteriormente, esta situación unida a la represión y exilio vivido por los Arana durante la III Guerra Carlista, tendría posteriormente un importante impacto en el pensamiento de Sabino, quien definió la abolición de las instituciones forales (leyes de Bizkaia) como un ataque contra la forma en la que “se había gobernado y legislado en Bizkaia hasta que en este siglo ha sido esclavizada por España”. Estas palabras las plasmaría en su primera revista – Bizkaitarra- allá por 1895, pero, ahora que conocemos el marco de influencia en el pensamiento de Sabino, veamos como se produce esa mutación/transición de su pensamiento, esto es, del carlismo a la fundación del nacionalismo vasco. Según J.J. Solozabal: “Los sufrimientos familiares experimentados por la militancia carlista de su padre y la contemplación de la ruina cultural y moral que la emigración causaba en el pueblo vasco, convencieron a Sabino Arana de que todos los males de Vizcaya provenían de España y que solo en la independencia adquiriría aquella su felicidad”.

(AVISO: Con esta cita no estamos realizando un posicionamiento, solo queremos asentar las bases e influencias en el pensamiento de Sabino a los efectos de comprender su periodo transicional. Esto es importante dejarlo claro, ya que, el “facherío patrio”, que ni sabe ni quiere comprender, polemizará tras la publicación de este artículo como viene siendo costumbre).
¿Cuál era el estado de ánimo de quienes, como los Arana, habían perdido la guerra? Así los describe Javier Corcuera en su obra: “El triunfo liberal supuso la derrota de todo aquello por lo que habían luchado los carlistas; Vizcaya había perdido sus ancestrales instituciones, los valores tradicionales se hundían aplastados por el mundo de los negocios, la religión puesta en peligro por el liberalismo. En la económico, no era menor el quebrante de los Arana: “además de dinero gastado en apoyo del ejército carlista, el negocio familiar no volverá a levantar la cabeza (…) Si la accidentada infancia de Sabino, en una familia profundamente católica y carlista y en el marco de una Guerra Civil en que las ideas más sagradas para los suyos han sido derrotadas por las armas, influyeron decisivamente en su obra posterior…..”. Por tanto, siguiendo la obra “El pueblo vasco a finales del S. XIX”, las sucesivas Guerras Carlistas no supusieron sino derrotas para el pueblo vasco, tras las cuales se fueron eliminando paulatinamente los Fueros, en un complicado proceso que, iniciado por la Ley de 25 de octubre de 1839 de Reforma de los Fueros Vascos, culminó con la Ley de 21 de Julio de 1876, que supuso la definitiva liquidación del ordenamiento foral, con la excepción del importante vestigio que constituyeron los Conciertos Económicos.
Este cambio, por la fuerza, de la constitución política de los territorios vascos y su relación con el resto de la monarquía hispánica, quedando el pueblo vasco totalmente desprovisto del reconocimiento de su condición como tal territorio diferenciado y de los derechos nacionales que ello suponía, significó un terrible trauma para el pueblo vasco. Con consecuencias muy concretas y patentes que no tardaron en hacerse notar, y sentir, no sólo en el ámbito político. Y así, cuando Sabino Arana contaba con la edad de 12 años acudió a los ayuntamientos a alistarse la primera generación de vascos que realizó fuera de su propio país el servicio militar obligatorio, lo que supuso una gran conmoción para la sociedad vasca. Otro hecho importante fue que la enseñanza pública, que anteriormente estaba en manos de los ayuntamientos, pasó a ser atribución del Estado. Comenzaron a llegar al País Vasco maestros nacionales, con un sistema de enseñanza único para todos los niños de la monarquía y una única lengua de enseñanza: el castellano. Esto era así, independientemente de que los alumnos conocieran o no ese idioma, lo cual no era muy frecuente en la zona vascófona, en la que se podía incluir toda Gipuzkoa y Bizkaia (excepto Bilbao y las Encartaciones) y el norte de Álava y Navarra.

En la misma obra se indica:
Aparte de la cuestión política, desde el plano económico destacó a finales del XIX, en Bizkaia y en torno a la ría del Nervión y la cuenca de Triano fundamentalmente, el desarrollo de un proceso de industrialización basado en la minería y la siderurgia. La numerosa mano de obra que este proceso reclamó, provino en su mayoría de Burgos, Logroño, Soria, León y Galicia.
Se encontró Bizkaia con la primera inmigración importante que había tenido lugar en su territorio en varios siglos. Ya que el ordenamiento foral había supuesto, al menos desde la Edad Media, una fuerte restricción en la admisión de extranjeros, a los que se les había exigido pruebas de nobleza, que le estaba reconocida por el Fuero a todos los habitantes del Señorío [de Bizkaia].
Así, la sociedad de Bizkaia, desconocedora hasta entonces de lo que era una inmigración, se enfrentó a la más intensa que pudiera ningún bizkaíno haber imaginado. En tan solo diez años, entre 1887 y 1897, Bilbao duplicó su población, pasando de tener 37.866 habitantes a 74.076. Barakaldo la triplicó, pasando de 4.705 a 12.796, y Sestao llegó a multiplicarla por nueve, pasando de 1.074 a 9.084 habitantes.

Por si el desequilibrio social que este hecho suponía por sí solo no bastara, además, excepto en las primeras fases del proceso, cuando hubo inmigración procedente de otros territorios vascos, la inmensa mayoría de los inmigrantes pertenecían a una cultura distinta de la vasca. Y además, al comienzo de esta primera inmigración masiva, la población inmigrante, a diferencia de lo que ocurriría en épocas posteriores, no experimentó ningún proceso de integración en la cultura y mentalidad vascas.
Esto, junto a la referida actuación de la administración estatal, supuso que el Pueblo Vasco sufriera un espectacular proceso de aculturación. Semejante, o más grave, si se tiene en cuenta el creciente y aplastante peso demográfico de la población inmigrante respecto a la autóctona, a cualquier proceso de aculturación que por esas fechas pudiera sufrir una nación del tercer mundo colonizada por una potencia europea. Proceso en el que la cultura vasca corrió un riesgo cierto de desaparición.
Derrota militar, derrota política, industrialización, proceso de aculturación y desmoralización son, en suma, los principales factores del contexto histórico vasco de finales del siglo XIX que hay que tener en cuenta a la hora de abordar e interpretar el pensamiento de Sabino de Arana y Goiri.
Será en 1882 cuando se produzca ese proceso de mutación en Sabino Arana, a sus 18 años de edad. Sabino, hasta entonces, se enmarcaba dentro de la llamada identidad dual de los vascos. Sabino profesaba amor hacia su patria desde niño y esta patria era España. Así vino a decir en uno de sus escritos: “Mi patriotismo fue creciendo con la edad, pero junto con el crecimiento fue también mutando mi noción de patria”. Esta identidad dual se convertiría en una única y exclusiva: “Vizcaya, es mi única patria”.

Según la historiadora Coro Rubio en su libro La identidad vasca en el siglo XIX (2003), la patria de Sabino Arana no es, por lo tanto, una mera invención, sino que viene precedida de un patriotismo dual España – País Vasco, en el que la condición de vasco viene acompañada de la condición de español. La condición de vasco en dicha identidad dual tiene, sin embargo, un marcado diferencial con respecto al doble patriotismo de otras regiones de España. El País Vasco era desde siglos antes una comunidad singular, al menos desde el Siglo XV, y es en dicha singularidad donde la construcción de una nueva identidad subjetiva construida por Sabino Arana echará sus raíces. Por entonces, echaba la culpa de la catástrofe que había padecido su familia y el País Vasco al liberalismo al que identificaba con la masonería. Su única bestia negra por ser enemiga de la Iglesia Católica: Masonismo y liberalismo son nombres de una misma cosa. Como tradicionalista que era, Arana aborrecía el liberalismo, porque nos aparta de nuestro último fin, que es Dios, y estaba de acuerdo con la afirmación de que El “Liberalismo es pecado” (José Luis de la Granja Sainz). Sabino Arana dará el salto desde el fuerismo al nacionalismo.
Como hemos dicho al inicio del presente artículo, el pensamiento político de Sabino Arana se puede divide en 3 etapas:
- 1893 – 1898: La etapa del radicalismo político, caracterizado por un fuerte e irracional antiespañolismo por considerar que España era la causa de todos los males para el País Vasco desde que el Estado Liberal abolió los fueros. El aranismo, por consiguiente, podría ser concebido como un nacionalismo de raíz tradicionalista e integrista, antiliberal y antiespañol y antiindustrialista. La religión católica y la raza vasca constituyen los dos pilares fundamentales de su concepción esencialista de nación vasca, a la cual bautiza con su neologismo Euzkadi (pueblo de raza vasca), en lugar del nombre tradicional de Euskalerria (pueblo que habla euskera). Su proyecto político de Euzkadi sería un Estado vasco confederal basado en la unidad de raza y la unidad católica.
- 1898-1902: En 1898 se incorpora al PNV el grupo fuerista del naviero Ramón de la Sota quien le daría un apoyo decisivo para ser elegido Diputado Provincial de Vizcaya por Bilbao. Su primera moción en dicha diputación, fue la propuesta de crear un Consejo Regional que haría de un organismo asesor y coordinador de las Diputaciones Vasco-Navarras ( lo que vendría a ser un mancomunidad de diputaciones), algo muy inferior a un estatuto de autonomía. La etapa se caracteriza por la mitigación de su antiespañolismo/antimaketismo. Así en la revista cultural Euzkadi (1901) Arana comienza a definir su nacionalismo más como movimiento de nacionalización vasco que como movimiento de exclusión y oposición a España y a las maketos. Por tanto, nos encontramos en el PNV con una línea dualista y contradictoria entre la doctrina independentista y la práctica política que ya no lo era. Esto generó tensiones entre los dos sectores del partido: los aranistas radicales y los sotistas moderados. Estos últimos mantuvieron contactos con la recién fundada Lliga Regionalista de Prat de la Riba quienes habían ganado las elecciones legislativas de Barcelona de 1901. Sabino Arana aceptó estos contactos, sin embargo, dejó bien claro que el nacionalismo vasco: “la causa de Cataluña, ciertamente, no es la causa de nuestra patria, ni hay si quiera semejanza entre ambas.
- 1902-1903: es cuando Sabino Arana intentará resolver esa contradicción entre la teoría política y la práctica. Aquí será cuando se produce en el pensamiento político de Sabino Arana la renuncia expresa a la Independencia de “Euskadi” y su sustitución por el objetivo político de “una autonomía lo más radical posible dentro de la unidad del estado español”. Para ello, Arana propuso la desaparición del PNV y la creación de un nuevo partido, denominado Liga de Vascos Españolista (sinónimo de regionalista), cuyo programa publicó en el semanario bilbaíno La Patria (1901-1903). Este programa político venía a decir lo siguiente:
Suman ya varios millares las adhesiones al pensamiento del Sr. Arana-Goiri de fundar un magno partido vasco que trabaje por la felicidad de este pueblo, tomándolo tal y como está, es decir, anexionado a España, sin pretender ni remotamente separarlo de ésta. Y aquí una de las principales claves: Se reconoce, acepta y acata cordialmente la unidad política del estado español comprensiva de la región vasca; pero se rechaza con energía toda exótica influencia social que tienda a destruir el carácter o las costumbres del vasco. Renuncia el nuevo partido a la personalidad política del pueblo vasco: no a su personalidad étnica o social.

Como ya dijimos anteriormente, dicho proyecto político estaba inspirado en la Liga Regionalista de Cataluña. Este proyecto político, que suponía la vuelta al fuerismo prenacionalista, no pudo llevarse a cabo debido a su fallecimiento y por el rechazo de un sector, liderado por Ángel Zabala (Kondaño), su sucesor al frente del PNV, quien la enterró, junto con el cadáver del fundador, en noviembre de 1903, si bien fue motivo de polémicas ulteriores en el partido.
El nacionalismo de Sabino Arana queda resumido en el lema Lagi – Zara (Ley Vieja). Este término comprende 4 puntos :
- La defensa de las leyes tradicionales esenciales, que constituyen el Código fundamental de Bizkaia, y se encuentran en el Fuero y en la historia patria.
- La defensa de la raza tradicional, que es en esencia la Euskeriana, por la cual se constituye el pueblo Bizkaino; la pureza de la raza. La posición de Sabino Arana sobre el tema de la raza surge del encuentro de un racismo tradicional vizcaíno y guipuzcoano, fundado en la noción de la limpieza de sangre de los habitantes del Señorío y de la Provincia, sin mezcla de judíos ni moros, y de la oleada de corrientes racistas que por una u otra vía, de Gobineau a Wagner, del médico escocés Koch al historiador francés Taine, se difunden en Europa en el último tercio del S.XIX, y que posiblemente incidieron sobre Sabino con ocasión de su estancia en Barcelona. La pureza de raza más comúnmente conocida con el nombre de limpieza de sangre, y desde que en Bizkaya comenzó a usarse la terminología de España, con el de hidalguía originaria, nobleza originaria, etc. Por tanto, esto no es una construcción propia del pensamiento político de Sabino Arana como muchos pretenden atribuirle. Ya en el S.XVI la institución de la hidalguía universal era uno de los pilares fundamentales de la sociedad la política guipuzcoana del Antiguo Régimen. Su elaboración teórica, que se desarrolla a lo largo del s. XVI, contempla que todos los solares o caseríos guipuzcoanos son nobles; por ende, todos los descendientes de ellos lo son, bajo la acuñada fórmula de limpio de toda mala raza de judío, moro, penitenciado por el Santo Oficio de la Inquisición u otra secta reprobada. Lo que es propio del pensamiento de Sabino Arana es añadir a todo este sistema el componente del “antimaketismo/antiespañolismo”, olvidando que, tal y como demuestra Antonio Hernández Pérez en la Restitución de las Españas, que la Península ofrece una notoria homogeneidad racial. De este modo, la población española es un perfecto y estupendo ejemplo de europeidad por la presencia abrumadoramente mayoritaria de todas las estirpes blancas del continente, predominando los tipos llamados “mediterráneos”. Por otro lado, el pensamiento político de Sabino Arana propio de su primera etapa, no tuvo en cuenta que desde los inicios de la Reconquista diferentes grupos de alaveses, guipuzcoanos, vizcaínos y navarros fueron estableciéndose por los territorios que el Reino Castellano-Leonés remontaba al islam. Pero también en Aragón Oriental y la Ribera Navarra, y más tarde en la Al-Ándalus del sur peninsular. Esto tiene un importante efecto en el proceso homogenización de la raza.
- La defensa de la Religión Católica, las costumbres y usos tradicionales.
- La defensa del Euskera. Sabino Arana definía a la lengua como “el broquel de nuestra raza, y contrafuerte además de la religiosidad y moralidad de nuestro pueblo”.
Asentado el anterior marco explicativo, me atreveré, para concluir, a formular las siguientes,
CONCLUSIONES
- La Ikurriña es la bandera del pueblo vasco y así es aceptada casi de forma unánime por los mismos. Prueba de ello es que la misma es utilizada en todos los espacios geográficos de influencia vasca, esto es, no solo en España y Francia, sino también en aquellas comunidades constituidas por los mismos en otras partes del mundo.
- La Ikurriña fue diseñada por los hermanos Arana y la primera vez que se utilizó fue en el año 1894. Alguno podrá decir que esa bandera no fue utilizada por el pueblo vasco históricamente. Cierto, al igual que no usó ninguna otra para expresar tal identidad. No todas las naciones han tenido bandera hasta los tiempos modernos. En el caso de la actual bandera de España – la rojigualda- no empezó a utilizarse de forma oficial hasta el S.XIX (Decreto de 13 de octubre de 1843). Es decir, que la rojigualda se oficializó solo 50 años antes que la Ikurriña. ¿Sería correcto decir que la bandera rojigualda no representa al pueblo español porque carece de contexto histórico? Lo importante es que existe una conciencia y un sentimiento de oficialidad y representatividad hacia dicho símbolo. Lo mismo sucede con la Ikurriña que debe de ser respeta como tal. Los ataques continuados hacia dichos sentimientos solo pueden traer confrontación y pensamientos, cuanto menos, disgregadores y de odio. Y, seamos claros, una situación de este tipo solo atenta contra el proyecto integrador que representa España, país al que amo.
- Para comprender el componente “antiespañol” en el pensamiento político de Sabino Arana y, por ende, la etapa de radicalización del nacionalismo vasco, debemos de tener presentes los importantes efectos que tuvo la represión e imposición de las políticas del liberalismo borbónico en este territorio desde finales del S.XVIII y todo el S.XIX. Dichas políticas supusieron un ataque frontal contras las instituciones tradicionales del pueblo vasco y, por consiguiente, contra su alma. Todo ello, unido a la situación socio política vivida tras la finalización de la III Guerra Carlista, se estableció como un germen en el pensamiento político de Sabino Arana. Dicho sentimiento antiespañol es algo que rechazamos por completo, si bien es cierto que solo duró durante su primera etapa y parte de la segunda.
- El nacionalismo político de Sabino Arana puede definirse por los siguientes rasgos: racismo, defensor de las instituciones históricas y tradicionales del pueblo vasco así como de la lengua que es considerada un elemento integrador de la raza, catolicismo integrista, antiliberalismo y anti-masonería. Estará el lector de acuerdo conmigo en que muchos de estos postulados, por no decir todos, son perfectamente rescatables y asumibles por nuestro movimiento. Volver a señalar que el componente “antiespañol” propio de la primera etapa – la de radicalización- del pensamiento de Arana es condenable y no podemos compartirlo.
- Nuestro movimiento debe de trabajar en favor de recuperar esa “identidad dual” que siempre caracterizó al pueblo vasco. No podemos olvidar que el Euskera estuvo presente en el nacimiento del castellano e incluso fue en el territorio del euskera donde el castellano nació. El castellano nació en las lindes de lo que hoy es el País Vasco. Nació en los monasterios de San Millán, Valpuesta y Leire, en contacto con el euskera y el latín romanceado. Y una cosa del todo fundamental: a día de hoy el castellano es el idioma de los vascos. Desde al menos el S.XI, el castellano, como antes el Latín, se habló en amplias zonas del actual País Vasco, y los vascos pueden enorgullecerse de hablar el castellano sin renunciar a su lengua más antigua. Hoy el País Vasco es un territorio bilingüe donde, como mínimo, un tercio de su población domina ambas lenguas: el castellano y el euskera. Los vascos han participado en los episodios más ilustres de la historia de España: estuvieron presentes en las Navas de Tolosa, en la Reconquista, en la época imperial, en la guerra de la independencia, en las guerras coloniales, en la guerra civil… No podemos olvidar que 1.000 vascos sirvieron en la División Azul y muchos de ellos dieron sus vidas en las estepas de Rusia. Otro elemento de unión es su catolicidad que, a juicio de quien suscribe, es un importante – por no decir fundamental- elemento integrador que debemos de tener siempre presente a la hora de articular nuestro proyecto de país.
Armando Bastión