No hay peor ciego que el que no quiere ver y últimamente andamos todos un poco cegatos. En los Estados Unidos de Norteamérica los CDC, los Centros para el Control de las Enfermedades, son los organismos oficiales en cada Estado de la Unión, que desde el año 2020 dirigen la lucha contra el coronavirus SARS-Cov2 y la promoción de las campañas de vacunación. Seguir la evolución de las recomendaciones que en estos dos años largos de pandemia oficial han venido publicando en su página de internet, es más que pedagógico. La última rectificación de estos Centros oficiales del Gobierno federal no tiene desperdicio y, como era de esperar, ha pasado desapercibida en nuestro país y en el resto de la Unión Europea.
Todas las personas que se hayan pinchado contra el coronavirus deben haber sido aleccionadas con la promesa de los expertos de que el ARNm envuelto en sus nanopartículas de grasa, desaparece a los pocos días de haberse inyectado. Y no se quedaron ahí, también aseguraban que las células en las que hubiera penetrado ese ARNm dejaban de producir y liberar las espículas que despiertan la reacción inmune y la formación de los anticuerpos contra esas espículas. Ambos procesos, además, nos dijeron que estarían muy localizados en la zona del pinchazo. Esta es la teoría oficial, en España, en los EEUU, en el mundo. Esto era lo que afirmaba la página oficial de los CDC (1). Era. Pero ya no lo es.
Los CDC han claudicado ante la avalancha de estudios, indeseados pero irrebatibles, que confirmaban que el producto inyectado se diseminaba por todo el cuerpo y permanecía durante meses en el organismo. Es decir, que nuestras células siguen durante meses produciendo las espículas que le indican a nuestro sistema inmune que debe hacer frente a una infección persistente y duradera.

Visto lo visto, los CDC han eliminado de su página de internet destinada al público toda referencia a la rápida degradación de los productos inyectados y desde el 22 de julio de este año (2).
Novedad es también que los CDC ya tratan por igual a vacunados y no vacunados. El que no tenga síntomas, está sano. Ni rastro ya de la necesidad de cuarentenas, pruebas inútiles de detección (los PCR los eliminaron ya hace 9 meses…), ni ridículo seguimiento de personas de contacto. Con cuentagotas , muy lentamente, los voceros oficiales de la pandemia van acomodando su discurso a la realidad. Están todavía muy, muy lejos, de reflejar honradamente el fracaso de las llamadas vacunas y la realidad de los graves efectos secundarios que se están dando, tanto más cuanto mayor es el grado de población “vacunada”. Algo tiene que ver en todo esto que nuestros cuerpos se hayan convertido, durante meses, en criaderos de partículas virales. Esta anomalía no figuraba en el horizonte de nuestras vidas al nacer.
Tampoco figuraba en el horizonte de los CDC, ni de otros tantos centros oficiales, la necesidad de ir rectificando una y otra vez , aceptando hoy lo que ayer eran afirmaciones de mentes enfermas enemigas de la ciencia y el progreso. Vendrán más rectificaciones. El que quiera ver, que vea.
Carlos Feuerriegel
- web.archive.org/web/20220721092000/https:/www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/vaccines/different-vaccines/mrna.html
- https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/vaccines/different-vaccines/mrna.html