No estoy contra el suicidio en ciertas ocasiones, es más, en algunas es casi una obligación el suicidio.
Cuando vivir puede ocasionar daños muy grandes al Pueblo o en las ideas o en muchas otras personas, el suicidio es una necesidad. Un ejemplo, el oficial mensajero que lleva en la memoria una orden esencial para el combate, y va a caer prisionero del enemigo, quizás deba suicidarse para evitar que bajo tortura o drogas, revele los planes y cause un daño enorme a muchos de sus compatriotas.
Cuando en una cordada queda uno colgado sin posibilidades de solución, y solo cortando la cuerda pueden salvarse los demás.
En el caso de Hitler, evitar que fuera usado como prisionero para escarnio a sus ideales, o incluso, su cuerpo usado como los demo-marxistas hicieron con Mussolini.
Ahora bien, fuera de casos extremos, donde el suicidio no se hace por uno mismo sino para evitar daños a otros, el suicidio es algo muy raramente aceptable cuando es para bien propio.

Aun así, es aceptable totalmente cuando las condiciones de vida propias son indignas para un ser humano. Una tetraplejia puede ser un ejemplo. Una demencia progresiva inevitable y muy grave.
Ahora bien, hay otras causas no tan aceptables, que podemos agrupar en dos categorías:
– Una vida en la miseria, unida a la vejez, enfermedad e incapacidad de salir de esta situación. En general es mejor tratar de usar la vida que puedas aun tener en algo provechoso, aunque sea duro y sacrificado. O sea, renunciar a ‘tu vida’ para poder usarla para ayudar a los demás. Si la situación no permite ni eso, el suicidio sería aceptable.
– Cuando la situación personal no es grave, pero uno tiene problemas sentimentales, psicológicos, legales, que va a tener que afrontar.
En esos casos NUNCA el suicidio es ético ni aceptable. Pero en el mudo actual este tema se agrava: hay cada vez más suicidios de jóvenes sin problemas de supervivencia en absoluto, que se suicidan por una especie de incapacidad para soportar temas menores, que para ellos les parece hacer su vida inútil o no deseable.

He conocido algunos casos de suicidas en los que su situación era muy poco grave, ya quisieran muchos estar en la situación de ellos, para poder vivir mucho mejor. Esta situación se da mucho actualmente en personas jóvenes, que creen que no pueden soportar sus vidas (que son muy correctas) por motivos realmente secundarios, mirados con objetividad.
El primer síntoma es el aumento tremendo de visitas y asistencia a psicólogos, hoy van miles de personas jóvenes a ‘tratar’ problemas idiotas y subjetivos, como si necesitaran ayuda para la más mínima contrariedad personal.
Otro síntoma es como en el menor accidente o problema se requiera la presencia de psicólogos para atender a las ‘víctimas’ de temas menores, no tan graves como para estar desesperados de verdad.
Y no digamos en las relaciones matrimoniales o familiares, a la menor discrepancia deben ir ambos al psicólogo a escuchar vulgaridades que podrían ellos solo comprender por poco sentido común que tuvieran.

La proliferación de este tipo de situaciones en el mundo moderno tiene dos explicaciones, que van unidas y se refuerzan.
1- la enorme publicidad, incluido el cine, del psicoanálisis, de los psicólogos, que ha hecho creer que son como la solución de todo problema. Incluso los que no tienen dinero para tanto, van a adivinos y curanderos que hacen de psicólogos aficionados en internet (no peores que los tratamientos profesionales en muchos casos)
Hoy ir a pedir ayuda a un psicólogo está bien visto, en USA casi es obligado que toda persona de posición social tenga su psicólogo. Las mujeres son especialmente inclinadas a estas cosas.
2- La falta de una educación en los colegios que haga fuerte a la personalidad. La debilidad es casi un mérito, la menor presión se trata como si fuera un ‘bullying’, y los chico/as se derrumban ante toda contradicción a sus deseos.
Antes cuando un chico o chica no caía bien a un grupo de la clase, pues se aguantaba e iba con otros. Hoy lo denuncia, llora, se desespera, ve su vida sin interés, y llegan a suicidarse por meras incomprensiones entre jóvenes.
Antes si alguien me insultaba en el colegio, nos peleábamos y fin del problema, ahora se va al psicólogo, se trata el tema como si fuera un delito penal, y acaba volviendo locos a todos, a los chicos, a los padres y a los profesores.
Todo dolor o toda molestia es algo insoportable para el joven acostumbrado a vivir en un mundo de algodón, que no les enseña a soportar los temas y ser fuertes.
Para una chica algo gordita es más fácil acusar de ‘moving’ o de rechazo a los demás que ponerse a régimen y adelgazar un poco.

El resultado es suicidarse porque dos amigas te han rechazado o porque tienes un desengaño con un noviete/a a los 20 años. Un divorcio es doloroso, pero no el fin del mundo, la vida sigue. Que tu novia/o te engañe con otro/a es algo bastante común hoy en día, pero, para colmo, suelen ser noviazgos de hace poco, por más intenso que sea el enamoramiento.
La fuerza de carácter debe formarse y entrenarse desde la primera juventud, ya con tus padres cuando te niegan algún capricho o te obligan a algún trabajo. Si a la primera rabieta ya se cede, si se considera que no se le debe obligar a nada, luego salen caracteres débiles y necesidad de ‘ayuda’ para el primer contratiempo.
La democracia es una fábrica de tarados psicológicos y futuros clientes de las locuras de un Freud de pacotilla.
Ramón Bau