Noticia de Carrer la Marca
Reproducimos alguna parte:
Los izquierdistas que reivindican la victoria de Stalin sobre Hitler siguen declarándose antifascistas. Comparten con la oligarquía, no sólo el escueto mérito de esa resultado, sino la mitología toda de los oligarcas. Ante la evidencia de que no puede hablarse de revolución sin derrocamiento de la oligarquía, estos «izquierdistas» tienen la desfachatez de pretender que la oligarquía vencedora de la Segunda Guerra Mundial es de ideología nazi. Efectivamente, tanto la izquierda como la derecha liberal, que son corrientes internas del sistema oligárquico, han hecho correr el bulo del supuesto nazismo de la oligarquía. Para convencerse de ello y dar apariencia de racionalidad a su descabellada sinrazón, recurren a algunos pocos datos dispersos y anecdóticos sobre el suministro de gasolina de la Standard Oil, empresa de Rockefeller, al bando alemán (en cumplimiento de un contrato firmado en 1929, es decir, con la República de Weimar). Cualquier chuchería o baratija argumental les bastará, empero, para convencerse de lo que ya estaban convencidos porque es vital para ellos para seguir manteniendo su chiringuito. Buscan un arbusto que no deje ver el bosque y hasta se agachan de buen grado para que se lo tape mejor. Y mentirán como bellacos para ocultarse y ocultar la verdad de su complicidad y su responsabilidad histórica en el triunfo de los oligarcas, o sea: en la victoria militar de los mayores criminales de la historia, causantes de la espantosa situación actual. No vamos a negar que fueron los fascistas quienes atacaron a la URSS y no a la inversa. Antes bien, los comunistas, verdaderos revolucionarios, pactaron con el fascismo y fueron traicionados por Hitler, quien les invadió sin previa declaración de guerra. Así que hay también una responsabilidad indirecta del fascismo en la victoria de la oligarquía. Fueron en todo caso los capitalistas quienes, con plena libertad para elegir, prefirieron aliarse con Stalin antes que con Hitler. Un hecho que debería hacernos reflexionar a todos, incluidos los supuestos comunistas. ¿Por qué, si el fascismo es el mal absoluto, pactó el comunismo con Hitler? ¿Pensaba Stalin atacar «por la espalda» a Hitler, como arguyen algunos comunistas a fin de exculpar a Stalin de ese tratado, y Hitler se adelantó simplemente a una invasión soviética? ¿Por qué el capitalismo optó libremente por aliarse con el comunismo si el fascismo, según los comunistas, era la «dictadura del gran capital» instaurada expresamente para frenar la revolución proletaria? Es hora de emprender una meditación de comunistas y fascistas, cuya alianza en 1939 (y se trata de una mera evidencia geopolítica) habría derrotado, sin duda alguna, a la oligarquía. Que cada cual reconozca sus errores, que no son pocos, a los efectos de inaugurar una nueva era en la historia de la resistencia anti-oligárquica, cuyas menguantes fuerzas permanecen a día de hoy reducidas a poco más de cero.
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7.- Pero en lugar de corregir su antifascismo y reconocer la verdad que les corresponde (nosotros ya hemos reconocido la nuestra), los falsos izquierdistas antifas cómplices de la oligarquía prefieren revolcarse en la mentira sistemática y, por tanto, en el engaño a los trabajadores. Este fraude representa el fin de la izquierda. El valor fundamental de la izquierda, como aseveró Marx, tiene que ser la verdad racional, el socialismo científico, y no utopías religiosas secularizadas basadas en «la esperanza». La historia no es un relato fantasioso del camino de la humanidad hacia el paraíso, sino la brecha donde se desvela la verdad del ser y el ser de la verdad (Heidegger). Para rescatar a la izquierda del lodazal antifascista hay que luchar contra los impostores que, como Pablo Iglesias, usurpan el espacio social revolucionario de la izquierda radical, aquel lugar del que históricamente surgió el fascismo y al que a la postre ha de volver para renacer de sus cenizas. A tales efectos, deberá surgir una nueva izquierda dispuesta a reconocer, en primer lugar, la verdad histórica. Caiga quien caiga. (Y este gesto no lo podemos hacer nosotros, debe provenir de la izquierda).
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ahora veamos qué consecuencias tiene esta situación, este colapso intelectual de la izquierda, en la lucha política real, en la calle. Según Pablo Iglesias, la nueva ultraderecha internacional, encarnada por personajes como Trump, Bolsonaro, Boris Johnson, Abascal, Meloni y otros, es nazi-fascista. Poco importa que el principal ideólogo de dicha ultraderecha (verdadero rostro de la oligarquía que ya empieza a quitarse la máscara para emprender el asalto a la democracia liberal), Steve Bannon, se haya declarado sionista cristiano y su organización tenga sede en Jerusalén. Poco importa que todos esos políticos ultras sean clones de Benjamín Netanyahu, un sionista judío e israelí. ¿Cómo un nacionalista judío podría, sin embargo, ser «nazi»? Pero las preguntas sin respuesta que cuestionan el «relato» («dato mata relato») son ignoradas y, si insistes (te pones “pesado”), el señor Pablo Iglesias te bloquea en la cuenta de Twitter de su podcast “revolucionario” (rebelde, más bien, o sea, para uso y disfrute de payasetes progres).
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CONCLUSIÓN:
Pablo Iglesias y todos los que como él manipulan conscientemente la realidad histórica del fascismo merecen dos calificativos: felones y embusteros. Pero no es que mientan, su esencia misma es el fake, el fraude, el engaño a los trabajadores, como el buen amigo de Pablo, el traidor Alexis Tsipras, quien después de vender el pueblo griego a la oligarquía financiera hizo exactamente lo que prometió que nunca haría, a saber, pactar con Israel. No son estos políticos o intelectuales verdaderos representantes de una izquierda revolucionaria y mucho menos genuinos comunistas, sino, a lo sumo, el ala izquierda del liberalismo, pero siempre dentro del sistema oligárquico antifascista que ganó la Segunda Guerra Mundial.
R.B.
NO TODO LO DEL ACTUAL SISTEMA ES IRREBATIBLE
No soy político, de ideologías o partidos, solamente Filósofo Político. Coincido con algunos puntos de este discurso, pero con otros ciertamente no. Estoy de acuerdo en que Podemos, por ejemplo, o la Francia Insumisa,…, no son comunistas, más bien » la izquierda del Liberalismo». Coincido en que la supuesta izquierda alternativa griega del ingeniero Tsipras ha ejercido una labor preliminar de limpieza para preparar la entronización vitalicia de la derecha Nueva Democracia, casi prefiero la Grecia italiana.
Sobre la situación humana e inhumana de la posguerra mundial podemos leer en el libro de Giles Macdonogh, » Después del Reich» , Crimen y Castigo en la posguerra alemana. Galaxia Gutenberg. p. 622 : » Los británicos regentaban también prisiones propias en Alemania y Bélgica. El campo belga se consideraba especialmente penoso, y, según informes, las condiciones en que vivían sus 130.000 prisioneros no eran mucho mejores que las de Belsen. Quienes aguardaban a ser juzgados por crímenes de guerra estaban alojados en la antigua localidad prusiana de Minden o en el Münsterlagert, donde las condiciones eran escandalosamente pésimas. Cuando en abril de 1947 se inspeccionó el campo, se descubrió que en todo el lugar sólo funcionaban cinco bombillas. No había combustible ni colchones de paja y tampoco comida, aparte de la sopa de agua. »
Heidegger da para mucho, creo que es uno de los cinco o seis pensadores más importantes del s. XX. Escribió en sus Cuadernos Negros ( 1939-1941 ) editados en España por Trotta, » El hombre histórico del futuro occidental, a base de luchar, lo primero que tiene que poder conseguir es una cosa : habitar poéticamente esta tierra, edificar la medida y el encajamiento del ser hombre para la fundamentación de la verdad de la diferencia de ser, para así experimentar- en lo que tiene de digno de ser cuestionada- esa indigencia esencial que representa el haber sido asignado al ser».
Yo diría que las cosmovisiones rígidas y las permutas ideológicas son como máscaras, como ocultación de realidades heridas, que impiden la preferible búsqueda de un nuevo » temple fundamental» heideggeriano, a la medida de la «indigencia esencial» que imprime sus anhelos, sus búsquedas, sus necesidades; deslumbrando a la Historia y a la historiografía.
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