El nombre de este violinista pontevedrés brilla con luz propia entre los músicos hispánicos de nuestra historia, en triunvirato violinístico con artistas de la talla del navarro Pablo de Sarasate (1844 – 1908) y el catalán Juan Manen (1883 – 1971).
Con tan sólo 19 años de edad, es premiado en el Conservatorio de París, centro de la estética musical de aquellos tiempos, donde le llegan a apodar «el Casals del violín», escuela donde pasarían ya como alumnos o como maestros no pocos grandes nombres de la música clásica europea, así como española, tales como Arriaga, Cherubini o Ricardo Viñes. Respecto a su logro en el concurso, es el primer español que lo obtiene después de P. Sarasate. Le Monde Musical destaca el acontecimiento afirmando que “Sarasate no ha muerto, pues tiene un continuador en Quiroga”.
En París, actúa como solista de la Orquesta del propio conservatorio, y pasa a ser miembro del trío Hecking-Cortot, tocando y entablando amistad con otros instrumentistas o compositores como el propio Sarasate (quien le dedicó su «Fantasía para violín«), Enrique Granados (con el que dio algunos recitales), Enesco, Ysaÿe, Turina o Manuel de Falla.

En 1914 visitó Nueva York por primera vez, ofreciendo conciertos junto al pianista y director de orquesta José Cubiles y al violoncelista Casaux, además de la pianista francesa Martha Lehman, con quien se casó en 1915. Martha había sido ganadora del mismo concurso del Conservatorio de París que nuestro Manuel, pero en la modalidad de piano.
Fue muy notable su tarea como divulgador de la obra de otros compositores españoles, como el ya mencionado Sarasate, o las transcripciones de su admirado Kreisler.
Así mismo, numerosos compositores e importantes músicos de la escena cultural del momento confiesan su profunda admiración por su estilo y musicalidad, entre ellos, por ejemplo, Ígor Stravinsky (admirador y amigo del Duce y colaborador musical del III Reich).

Compositores como E. Naudet, Roger Penau, J. Arnay y Samuel Rousseau escriben obras para él, seña de su ostentosa habilidad y celo violinístico.
Instalado ya definitivamente en París, comienza su actividad fonográfica grabando con la Casa Victor y, fundamentalmente con la firma Pathé. El gobierno francés le concede en 1931 su más alta distinción -Caballero de la Legión de Honor-, no recibiendo una distinción semejante en España hasta muchos años más tarde: La Encomienda de Alfonso X El Sabio.
Sin embargo, no es sólo un mero intérprete, sino que, como compositor, Quiroga nos dejó páginas breves españolistas (Guajiras, Habanera, Jota), piezas de inspiración galega (Terra a nosa, Alborada, Emigrantes celtas), siendo un gran conocedor del folklore ibérico, y otras de mayor importancia, como el Concierto para violín y orquestra de cuerda, así como cadencias para casi todos los grandes conciertos clásicos. Con todo, su obra es casi desconocida, hallándose la mayor parte almacenada en el museo de Pontevedra, al que fue donada por su hermano Emilio.
Pero no todo es luminoso en su existencia. En 1937, fue víctima de un desgraciado accidente en Nueva York, al ser atropellado por un camión en Wall Street, mientras se despedía del pianista José Iturbi (1895-1980) tras un concierto en esa ciudad norteamericana. Perdió la movilidad de su brazo derecho y se vio obligado a abandonar su tarea de intérprete, entregándose desde entonces plenamente a la faceta creativa.
Con grandes sufrimientos, un mal de párkinson que le afectó posteriormente y los apuros económicos derivados de los gastos por su enfermedad, falleció el 19 de abril de 1961, acompañado y consolado por su entonces compañera, María Galvani.
Su legado artístico (lienzos, dibujos, partituras originales y dos de sus violines, un Amati y un Lambert) está hoy custodiado por el Museo Provincial de Pontevedra.

Tuvo entre sus violines al menos dos Stradivarius y tocó al menos un Amati y un Guarneri del Gesú, los más selectos y exquisitos instrumentos que puede poseer un violinista.
Como violinista, lo que más destaca es su tono, su sonido cálido y su «vibrato» hermoso y «cantabile«.
Su arte también se extendió al arte pictórico, realizando algunos dibujos y caricaturas.
El conservatorio de Pontevedra, fundado el 1863, lleva actualmente su nombre en su honor.
El Cuarteto Quiroga nace con ese nombre en homenaje a éste polifacético artista.
Espero que ésta reseña de a conocer a algún lector interesado el buen arte de este músico gallego. Añado un par de grabaciones de una obra suya y de Falla y Schumann respectivamente, realizadas en 1928 y acompañado por su esposa al piano:
Abraham