¿Supremacía de la economía?

Interesante análisis del obispo tradicionalista Williamson. Un intenso contraste de valientes aseveraciones y disparatadas conclusiones:

– En primer lugar, confunde «contra» lo que luchó el NS de aquello «por lo que» lucho el NS. Derribar la servidumbre usuraria era el punto programático principal porque era lo condición _sine qua non_ para obtener la libertad y poder implementar todo el programa del Partido. Pero no era ese el único fin ni el más importante, sino el primero y más apremiante. Marxismo y liberalismo eran ideologías materialistas que hacían de la economía el centro de toda su interpretación dogmática del hombre y de la sociedad. Por contra, el NS subordinaba la economía a una Cosmovisión fundada en valores, en un carácter y una voluntad. La relegaba a mera herramienta al servicio del bienestar material y espiritual del pueblo. El NS era ANTImaterialista.

En segundo, reducir el problema fundamental de Alemania al protestantismo y señalar a éste como la causa del hundimiento del III Reich ya es de órdago. Según su lógica, barrer con las tan arraigadas guerras confesionales en el seno del pueblo alemán y reunir a toda Alemania bajo una misma comunidad, al parecer, fue un error. Según este planteamiento en vez de buscar la paz social, Hitler debería haber librado primero una cruzada civil para erradicar el protestantismo.
Olvida Williamson, además, que los marxistas gobernaban en coalición con el partido católico Zentrum y que, pese a que gran parte de la iglesia católica de Alemania apoyó a Hitler, muchos otros utilizaban la posición que el sacerdocio les brindaba para luchar contra Alemania y el NS.

Pablo Sáez Pardo

Obispo Williamson.

***

¿SUPREMACÍA DE LA ECONOMÍA?

Si el hombre se hace el ciego ante la apostasía, encontrará a su familia y a su país en ruinas.

A pesar de la única narrativa oficial aceptable en el actual mundo de mentiras, según la cual Adolf Hitler era el diablo encarnado y los nazis fueron los únicos responsables de todos los crímenes de guerra de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo poca gente niega que entre 1933, cuando los nazis llegaron al poder, y 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, hubo en Alemania un notable crecimiento económico en beneficio de todo el pueblo alemán. Esto se debió, sin duda, en gran parte a que Alemania escapó durante unos años al dominio económico que los “banksters” internacionales ejercen sobre casi todas las naciones del mundo mediante deudas usurarias para mantener estas naciones bajo su control político. De hecho, uno de los principales motivos de los mismos banqueros para organizar la Segunda Guerra Mundial fue evitar que Alemania escapara permanentemente de su control, y después de que Alemania fue aplastada en 1945, ese control fue inmediatamente restaurado.

Sin embargo, un economista que trabajó para escapar temporalmente de los Amos del Dinero fue un miembro de alto rango, pero poco conocido, del partido nazi, un ingeniero convertido en economista, de nombre Gottfried Feder (1883–1941). En un extracto de un Manifiesto que escribió en 1919 es interesante observar tanto la fuerza como la debilidad de su análisis sobre los problemas que enfrenta una nación moderna, atrapada entre el capitalismo y el comunismo. He aquí el extracto, tal vez resumido:

«Nuestra mayor tarea social es la abolición de la esclavitud del interés financiero. Esta responsabilidad de abolir la esclavitud del interés se levanta por encima de todas las demás preocupaciones del día. Es la única solución al mayor problema de nuestro tiempo. Se trata del imperativo moral más importante en términos sociales, se eleva en su significado general mucho más allá de todos los asuntos del día, es la solución a la cuestión social, es la única salida de la terrible confusión de la época. La abolición de la esclavitud de interés nos librará de la dominación ultracapitalista, evitando la destrucción comunista del espíritu humano y la degradación capitalista del trabajo. La abolición de la esclavitud del interés abre el camino a una economía verdaderamente social, al liberarnos de la abrumadora dominación del dinero. Abre el camino a un Estado basado en el trabajo creativo y sus genuinos logros».

Gottfried Feder (1883–1941).

En el plano económico, Feder da sin duda en el blanco. Es por su dominio del dinero, mediante la esclavitud del interés en particular, que es la forma moderna de la maldita usura, como los banqueros han logrado construir su supremacía mundial en el camino por imponer su tiranía mundial sobre toda la humanidad, su Nuevo Orden Mundial. En el plano político, Feder también ve claramente la insuficiencia del comunismo o del capitalismo para resolver los problemas sociales de una nación moderna, y todo observador honesto del Tercer Reich en los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial debe admitir que los nazis abrieron un camino para otros países de nuestro tiempo, mostrando cómo se puede construir» un Estado basado en el trabajo creativo y sus genuinos logros». Pero cuando estalló la guerra, todos esos logros quedaron enterrados bajo el oprobio vertido sobre Alemania en todo el mundo, para desacreditar por completo la idea misma de «abolir la esclavitud del interés». Sin embargo, fue el alivio temporal de esa esclavitud lo que había desempeñado un papel importante en esos logros. ¿Qué había ocurrido para ocultar la verdad?

Lo que había sucedido era que el verdadero problema de Alemania no era ni económico, ni político, sino religioso. Lutero (1483–1546) había partido a la nación Germana en dos, socavando inmediatamente a la Iglesia Católica en el norte y este de Alemania por el protestantismo; y a largo plazo en el sur y el oeste por el liberalismo que solo su potestantismo hizo posible. Para reunificar Alemania Hitler tuvo que pasar por alto la religión y confiar en la política patriótica. Pero tratar de curar la impiedad con más impiedad es como intentar apagar un fuego echándole gasolina. Lo mejor del patriotismo o de la economía es incapaz de curar la pérdida de la religión. Lean de nuevo el párrafo anterior de Feder y vean con qué énfasis repite la importancia suprema del problema económico. No es de extrañar que ni él ni los nazis ni Hitler lograran la salvación de su país, sino su destrucción, como la de Ucrania hoy. De Dios nadie se burla (Gal. VI, 7).

Kyrie eleison

Obispo Williamson

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