Lord Byron, diarios. Traducción, introducción y notas de Lorenzo Luengo. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2018
Lord Byron encarna su vida en su las obra poética, llegando a dibujar una expresión casi telúrica y de conmoción geológica, que alcanza el rango de arte, sin dejar de contener una veta de realidad predominante frente a lo radicalmente fantasioso. Inconformista, critico, rebelde, admirador de nuestro general Castaños y de Bolívar, plagado de repliegues y de contradicciones que solo la vida desdibujada alcanza a ofrecer, en perspectiva de altura razonadora, al final del aliento. No se rindió a la imaginación desbocada pero abarató grandezas para someterlas a su pobre ego aunque libando de la tragedia que exuda la historia como fuego sin rescoldo. Respecto al derrotado Napoleón afirmó: «Tampoco le daré la espalda; aunque todos sus admiradores, como los thanes, hayan huido de él» (p.153). Murió a los 36 años, escanciada su sangre por los médicos, que pretendían de esa forma liberarlo de las fiebres, cuando en tierras griegas deseaba organizar la liberación del país heleno del Imperio Otomano, pero allí encontró «una facción y no una nación». Este libro es un magnifico tapiz literario y conceptual de la vida europea contemplada con los ojos de Byron, es una intrahistoria al servicio de la historia Cultural de Europa, sirviéndose estilísticamente de Shakespeare, Juvenal, Horacio o Walter Scott. Conversa con los libros, anhelaba que las holandesas fuesen distintas a las francesas pero sus deseos le acarreó desengaño. Sobre la «humildad» del filósofo Schlegel escribió Byron: «Alguien le preguntó si Canova era un gran escultor. ¡Ah!- replicó aquel modesto prusiano-, ¿acaso no ha visto usted mi busto realizado por Tiecke?» El destemplado e irónico Byron fue admirado Goethe y por el ateneísta madrileño, adversario de Isabel II, el republicano E. Castelar autor de una biografía laudatoria.

Luis Fernando Torres