El siglo XX dejó para la historia numerosos horrores que marcaron el carácter de nuestro viejo continente. Algunos de estos sucesos son recordados de forma habitual y periódica en todos los medios, incluso estudiados en los colegios e institutos. Otros, en cambio, son rebajados en su grado de importancia o simplemente olvidados.
Durante estos días, la mayoría de las agrupaciones disidentes europeas recuerdan a las víctimas de los bombardeos de Dresde. Esta ciudad mártir se ha convertido en un símbolo de todas las víctimas inocentes de la guerra aérea que asoló la gran mayoría de ciudades europeas. Los aliados buscaron con estos bombardeos indiscriminados contra ciudades carentes de interés militar, romper la moral de la población y, forzar a la población civil levantarse contra el gobierno nacionalsocialista. No lo consiguieron.
En estas mismas fechas, a pocos meses del fin de la contienda, los Aliados también bombardearon Praga de forma indiscriminada ¿Por qué? Por error, dijeron.

Pese al cielo despejado e información terrestre, un total de 62 aviones B-17 del Ejército estadounidense arrojaron sobre la capital checa más de 150 toneladas de bombas. En pocos minutos, Praga se convirtió en un infierno similar al de Dresde. Los primeros cráteres aparecieron en el barrio occidental de Smíchov. Los proyectiles cayeron después sobre el sector de la estación principal de ferrocarril.


El resto de los explosivos se arrojaron en grandes zonas residenciales. En total (las cifras varían levemente de una fuente a otras): 700 muertos, 1.200 heridos, 90 casas derruidas con sus familias en el interior y más de 1.700 edificios dañados seriamente. Los monumentos medievales y la monumental arquitectura artística fueron borrada irremediablemente.
Esta ciudad no representaba ningún peligro, los alemanes se batían en retirada y, los soviéticos, estaban a punto de penetrar y someter la ciudad.


Hoy día, algunos pocos historiadores valientes estudian este suceso con gran recelo. Mientras la historiografía oficial se cree la versión dada por los pilotos americanos, que alegaron haber confundido Praga con Dresde, otros defienden que no se trata de un error, sino de un bombardeo intencionado que podría ser calificado fácilmente de crimen de guerra.
Hitler tuvo mucho cuidado de preservar la ciudad de ataques y bombardeos. Sabía que, la perdida de estas ciudades-monumento a consecuencia de la guerra sería el mayor atentado contra el patrimonio europeo, y por extensión del alma cultural de occidente. Hitler que apreciaba en sumo grado desde su juventud la arquitectura, intentó preservar todos los tesoros creativos del pueblo europeo.
¿Cuáles pueden ser los motivos del trágico “despiste” de los aliados? Si tomamos por ejemplo las últimas guerras en las que ha participado EEUU, podemos ver que muchos intereses recaen en la financiación y reconstrucción del país. Y es que Praga, se tardó décadas en reconstruir las zonas afectadas de la ciudad. Algunas de las obras se finalizaron en el año 2019. Incluso algunos cadáveres no serían encontrados hasta treinta años después, durante las faenas de reconstrucción.
Recordemos que no todos los genocidios son recordados. Recordemos Dresde, pero también el resto de las ciudades bombardeadas, sobre todo las artísticas y sin valor estratégico-militar, que fueron castigadas y arrasadas los últimos meses de conflicto.

No dejemos que la propaganda marque la lacrimógena agenda y recordemos a nuestras víctimas, que son los millones de hermanos europeos, de ambos bandos, que se batieron en una guerra fratricida financiada por los sepultureros de Europa.
Manu Beramendi