Decía Ortega y Gasset, que el Arte va de la mano con la filosofía de cada época. Un brillante apunte que hacía el autor en 1924, en torno a la escritura de su obra «La deshumanización del Arte». Para conocer la relación de pensamiento y arte del romanticismo, profundizaremos en el sistema filosófico surgido desde finales del S.XVIII, que se consolida y desarrolla a en los principios del S.XIX, y en cuyos pilares se fundamenta en gran parte el movimiento Romántico Europeo. Ello nos brindará nuevos criterios y ópticas para profundizar en el conocimiento del significado de los movimientos musicales, literarios y filosóficos de esta época, y su relación entre sí.
Por supuesto, soy consciente de que se podrían mencionar muchos más aspectos, autores o cualidades, pero he intentado resumir o abarcar lo más fundamental e importante a mi humilde juicio.
Para comenzar, debemos hacer una contextualización histórica de las circunstancias que estaban aconteciendo en aquellos tiempos, convulsos a nivel social, y también de gran bagaje cultural, así como una introducción de todo lo que representaba este movimiento cultural a nivel social y también filosófico y político.

La crisis religiosa que se produjo en los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX, junto a las revoluciones liberales que tuvieron lugar en Europa durante la segunda década del pasado siglo, vinieron a suponer y significar el triunfo y consolidación del Romanticismo como un movimiento espiritual, una cosmovisión que nace como reacción contra el neoclasicismo y los principios de la ilustración (oponiéndose a la imposición del racionalismo) y que supone:
-Actitud vital basada en el afán de la exaltación de la libertad.
-El Nacionalismo, como dimensión colectiva del mismo, defendiendo la individualidad de los pueblos, así como las nacionalidades con sus lenguas propias.
-Filosóficamente, era heredero del idealismo (tendencia a considerar el mundo y la vida de acuerdo con unos modelos de armonía y perfección ideal que no siempre se correspondían con la realidad), con especial cercanía a las teorías formuladas por Kant.
-Otorga a la razón humana una fuerza infinita capaz de conocer la totalidad, lo absoluto. Sus representantes más importantes son Fichte, Schelling y Hegel. Otros románticos importantes que entendieron la infinitud de la conciencia como una actividad libre, identificada con el sentimiento son Schleiermacher y Novalis.

-Además, el romanticismo, a partir de la Escuela de Jena, privilegió ciertos temas de estudio que se transformaron en tópicos culturales adoptados por los artistas del siglo XIX, escritores, pintores y músicos. Estos proporcionan el asunto central para sus obras a numerosos compositores, y enumeraremos los más recurrentes más adelante. Aunque podemos encontrar las raíces de todos ellos en el siglo XVIII, fue con el romanticismo que adquirieron una poderosa carga simbólica como propias visiones idealizadas.
-Sustituye la supremacía de la razón y la idea de orden como valores absolutos del Neoclasicismo por los valores del sentimiento y la libertad artística, sin trabas que impidan su libre desenvolvimiento, que se traduce en una reacción violenta contra la rigidez del academicismo neoclásico, pues ven en él un exclusivismo racional que lleva al materialismo y deja de lado el arte como forma de conocimiento y de espiritualidad sensible.
-De ahí su contrariedad al pensamiento de la Ilustración.
-La realidad como una posesión de la Naturaleza, en su aspecto sensible (importancia del paisajismo en la pintura), fruto de la reacción contra la creciente y progresiva industrialización. Simbolismo de lo Religioso en la naturaleza, reflejado en la representación de viejos templos o ruinas.

-No aceptaban ideas religiosas y sociales establecidas como «la única verdad», más bien buscaban un concepto más libre de la verdad, basado en la experiencia individual y lo que es más importante, en la imaginación. Para ellos el Arte es subjetivo, particular y orgánico.
-La noche frente al día, como lugar donde se encuentra el alma del Universo y por tanto más propicia para la ensoñación, camino inevitable para alcanzar los paraísos perdidos, considerados como el lugar de la inexistencia del tiempo, máximo exponente de su deseo de evasión. Denominado “éxtasis artístico”.
-Son recurrentes temas como:
La enajenación. Para los Románticos el hombre es un ser de potencial infinito, pero al mismo tiempo es un ser ajeno a la sociedad, un rebelde contra las formas establecidas de pensamiento, tanto político como artístico. El romántico recurre a niveles simbólicos y aparecen tipos como el trovador, el bandolero, el jugador, el burlador, etc.

La fatalidad. La Weltanschauung romántica exigía un héroe oprimido por la suerte adversa, condenado a la ira divina sin esperanza de escape o salvación.
La confrontación, mediante la rebelión y el desafío.
El rechazo, la continua vacilación entre vida o muerte, amor-odio, luz-oscuridad, cielo-infierno. La figura de la mujer es muchas veces «el ángel» consolador. Sin embargo, también puede ser «el diablo», el amor en ilusión, la luz en oscuridad, la vida en la muerte.
Una geografía en expansión donde se incluyen el mundo desconocido de África del norte y el de las tierras salvajes, reflejada en el exotismo, que se aprecia sobremanera por ejemplo en compositores de la escuela rusa, o nacionalistas rusos.
Heroicidad como libertad.
Imaginación y nostalgia. Fantasía. Idealización de un pasado mítico, vuelta a las tradiciones y a las raíces.
Exotismo, misticismo, temas históricos, naturaleza, muerte, leyendas, castillos.
Lo sobrenatural, irracional, referente al más allá, tenebroso, e incluso, grotesco o macabro.
La fantasía y el drama.
La descripción de monstruos y criaturas anormales.
Lugares y ambientes oscuros, cementerios, fúnebres, especial predilección por las ruinas, por lugares que expresan imperfección, desgarramiento, pero a la vez evocan un espacio espiritual, de recogimiento interior, tan válido como lo racional y lo luminoso para los románticos.

Obsesión por desenlaces de muerte y trágicos derivados del fracaso existencial.
Mitología medieval, viejas leyendas y cuentos o mitos europeos.
Todas estas temáticas, que aparecen muy frecuentemente en la pintura, también se verán reflejadas notablemente en artes como la literatura, y también tendrán su lugar en la ópera u otras artes escénicas.
Como decía también Ortega, citándole de nuevo: «El hombre masa es el hombre previamente vaciado e su propia historia, sin entrañas del pasado, y por ello dócil a las disciplinas llamadas internacionales. Más que hombre, es un caparazón de hombre».
Es por ello, que buscan una reminiscencia de la antigüedad, como ya hemos citado antes, en las experiencias artísticas del siglo anterior, pero sustituyendo la Antigüedad Greco-romana por la de la de la Edad Media -principalmente el Gótico- y la propia historia nacional; como época de grandes gestas individuales, en paralelo a éste renacer de los sentimientos nacionalistas. También se ve acaparado el mundo oriental, y más en particular el musulmán del Norte de África, que vino a incorporarse a la temática del Romanticismo en su gusto por lo exótico y pintoresco para satisfacer la necesidad de huida de la realidad que caracteriza a esta época. Todo esto se ve además potenciado por el progreso de las comunicaciones y las campañas militares en África, que permitieron pronto el contacto con aquellos mundos cargados de exotismo fueron frecuentados por los artistas europeos, poniéndose de moda sus paisajes y ambientes. El gusto por la tradición gótica se manifestó intensivamente en Inglaterra, origen de este movimiento, donde estuvo siempre latente, y donde surge en consecuencia el Neogótico, que se deja traslucir incluso en los libros arqueológicos donde aparecen edificios y ruinas góticas junto con otros griegos y romanos. La arquitectura romántica italiana supuso, sin embargo, por ejemplo, una vuelta a la estética renacentista. En países como Alemania, fue donde floreció con más ahínco y acierto la obsesión medieval, por su tradición gótica aún no extinguida, y en cuyo ambiente la terminación de la Catedral de Colonia se convirtió en empeño de carácter nacionalista. Por otra parte, España se incorpora tarde al movimiento romántico que durará demasiado a la vez, en la época de Fernando VII.

Hay muchos rasgos comunes entre el Renacimiento y el Romanticismo, posiblemente sobre todo en la importancia que otorgaban al arte. Los románticos creían que el artista es capaz de transmitir algo que los filósofos no pueden expresar, puesto que el mundo se percibe como algo misterioso, incognoscible e incontrolable. Pero pensaban que sólo el arte nos podía acercar más a lo inefable. También se decía que el artista podía llegar a sentir desaparecer la frontera entre sueño y realidad. Novalis, que fue un joven romántico, expresó eso diciendo: «el mundo se convierte en sueño, el sueño en mundo».
Es reseñable la simbiosis entre música, poesía, pintura, arquitectura, literatura, filosofía, etc. puesto que se entiende como la afinidad entre manifestaciones exteriores y sensibles de un mismo principio creador interior y espiritual.
A su vez, la reflexión en torno a la relación entre el mundo exterior de la naturaleza y el mundo interior de la conciencia y la posibilidad de que lo subjetivo y lo objetivo compartan una estructura y orden vivo de belleza, conducen a una expresión musical que interioriza la belleza visible y la descubre como manifestación de lo Absoluto. Esta dirección a lo interior va más allá de la representación, hacia lo alegórico y simbólico, expresando en la intimidad de la escucha de los sonidos, lo no representable y lo invisible, en el sentido de la famosa frase del gran Schelling: “la naturaleza es el espíritu visible, el espíritu es la naturaleza invisible”.

Supera la visión técnica del mundo. La noción de “genio” y el músico romántico como representante de un amor cósmico que propone un cambio de mentalidad más allá de las distracciones y proyecciones interesadas del ego: amor universal en Beethoven, Wagner y Mahler.
También hay que destacar la inversión del orden de la aproximación humana a la realidad. Si los neoclásicos condicionaban la emoción a la realidad, los románticos condicionarán la realidad a la emoción, en ésta gran subversión «positiva» que protagonizan.
El irracionalismo hace frente al culto a la razón, centrándose en la idea de libertad y el sentimiento.
“El Siglo de las Luces va diluyendo y desdibujando su confianza en la razón y en el entendimiento para abrir las puertas, poco a poco, a los sentimientos y al corazón. En el escenario musical, la “Querelle des Bouffons” levantará una polémica de repercusiones incalculables para la música de finales del XVIII, por tanto, para el nacimiento del romanticismo musical. Este viaje hacia el siglo XVIII, de la mano de la filosofía de la música, nos descubrirá y nos develará las diferentes tonalidades, pictóricas y musicales, de un paisaje que fertilizará sus semillas en el siglo XIX”. Así describe en general éste proceso la autora Magda Polo Pujadas, en su libro “La música de los sentimientos-Filosofía de la Música de la Ilustración”.
Una limitación del concepto de Romanticismo al ámbito de la estética podrá ayudarnos a entender los efectos fecundos que la especulación filosófica tuvo en la vida cultural y social del siglo XIX. Así que, antes de pasar a referir los asuntos que preocuparon a la generación romántica y que determinaron la manera de entender la música a lo largo del siglo XIX, deberemos distinguir muy claramente los tres ámbitos principales en los que nos podemos encontrar el concepto de romanticismo: la filosofía, la creación artística y la vida social.
El Romanticismo como movimiento filosófico está claramente identificado con la producción intelectual de varios pensadores alemanes, cuyas primeras obras fueron publicadas a finales del siglo XVIII. El núcleo generador de las ideas románticas fundamentales es conocido como la escuela de Jena y surgió hacia 1796 en torno a los hermanos August Wilhelm Schlegel (1767-1845) y Friedrich Schlegel (1772-1829). Ambos, y sobre todo Friedrich, establecieron lazos de amistad con algunos de los autores de los textos fundamentales de la escuela romántica: Ludwig Tieck (1773-1853), Friedrich von Hardenberg, conocido como Novalis (1772-1801), Friedrich Schleiermacher (1768-1834) y Friedrich W. Schelling (1775-1854).
Todo esto crea un nexo entre la filosofía, la sociedad y la música como entidad propia quizá no existente como tal hasta ese entonces.
Destacaré, por su importancia para la música, el denominado grupo de Heidelberg —donde se integran los hermanos Grimm, Clemens Brentano y Achim von Arnim— y el grupo de Berlín, donde encontramos a E.T.A. Hoffmann (1766-1822). Debemos, todavía, distinguir la producción de otros dos autores fundamentales para la historia de la estética que, si bien no pueden ser considerados como plenamente románticos, fueron ampliamente influidos por la escuela romántica: G.W.F. Hegel (1779-1831) y Arthur Schopenhauer (1778-1860). Éste último, tuvo una influencia enorme a partir de la segunda mitad del S.XIX , que se aprecia en autores musicales algo más adentrados como Wagner.
Otros autores, sobre todo Wilhelm H. Wackenroder (1773-1798) y Friedrich Hölderlin (1770-1843), aunque no llegaron a estar integrados plenamente en el denominado grupo de Jena, mantuvieron relaciones con sus miembros y contribuyeron a la fijación y difusión de las ideas románticas. Éste fue el primer grupo constituido y asumido como movimiento estético- literario, que había llegado a fundar un órgano de divulgación impreso: la revista Athenaeum (1798-1800), donde todos colaboraron. Hacia 1800 el término romántico estaba ampliamente difundido en Alemania, donde se fueron formando otros grupos que completaron en cierta manera la actividad de la escuela de Jena.

La divulgación de los textos de los primeros autores románticos, que principalmente abordaron asuntos filosóficos y filológicos, tuvo efectos en el ámbito de la creación artística, comenzando por la literatura, en Alemania y en el resto de los países europeos. Debemos distinguir esos efectos de la difusión del romanticismo como escuela de pensamiento, que durante la primera mitad del siglo XIX se limitó prácticamente a Alemania. Se puede destacar la influencia que algunos textos de autores del primer Romanticismo o de trabajos divulgadores del romanticismo alemán tuvieron en los debates artísticos.
Es habitual referir el lapso de tiempo existente entre la publicación de los primeros textos que abordaron la música desde una perspectiva romántica (por ejemplo, los ensayos de Wilhelm H. Wackenroder fueron publicados en 1797 y 1799) y las primeras obras musicales que podemos considerar románticas (por ejemplo, los primeros «lieder» Goethianos de Schubert, señalado por Benedetto, 1987, p. 7). Sin embargo, ese lapso corresponde al proceso de asimilación de las ideas fundamentales de la estética romántica por la creación artística.
Fin de la primera parte.
En la segunda mitad de este texto, empezaremos tratando la música, comenzando por su parte instrumental y sus nuevos horizontes en el S.XIX a la luz de las nuevas corrientes estético-filosóficas.
Abraham.
Acabamos de leer una buena introducción general al Romanticismo . Mi valoración positiva de este movimiento intelectual es más bien limitada y se centra, incluso hoy en día, en los procedimientos y los criterios significativos que aporta a la buena crítica de Arte y también a la importancia que le otorgará a los procesos de purificación del lenguaje. En política, en música, en ética o en teoría del conocimiento soy muy poco romántico.
Me gustaría hacer una pequeña contribución respecto al influjo del romanticismo en el ámbito de la lingüística donde el inmenso filólogo alemán Max Müller ,que a mediados del s.XIX acabó siendo catedrático de lenguas comparadas en Oxford, experto en sanscrito, defendió la idea de como los pueblos indoarios reflejaron en el léxico su culto a la Naturaleza como fuerzas personificadas, condensadas, cristalizadas , osificadas en las metáforas; el concepto de Dios para la humanidad estaría parcialmente oculto en todas esas mitologías.
Coagulando los conceptos a tiempo y a destiempo, la mitología sería una enfermedad momentánea del lenguaje, tesis , por cierto, muy nietzscheana . La infancia del espíritu ario sería la propia de Veda su personificación madura sería La Crítica de la Razón Pura que él mismo traduciría al inglés. Kant criticable pero siempre inevitable.
Max Müller fue honesto al reconocerse , en parte, deudor de nuestro inmenso Lorenzo Hervás y Panduro jesuita conquense del s.XVIII que llegó a catalogar más de 300 vocablos de lenguas muy diversas incluyendo algunas de América y Asia. Hervás rompió con el dogma simple del origen único de las lenguas tal como señaló Lázaro Carreter, y comenzó la inmensa tarea de relacionar las lenguas del mundo como señaló A. Tovar. El mismo Humboldt reconoció el merito documental de Hervás y Panduro aunque criticó su hermenéutica. Frente a Feijoo que siguió fiel al convencionalismo aristotélico práctico en el origen de las palabras, Hervás creyó en «el origen divino del ser de la palabra» gracias a las mediaciones de la sociedad en su cultura la palabra vuela y transforma. Max Múller era más bien romántico nuestro Hervás y Panduro más bien clásico al ponderar más la importancia de la gramática que la del léxico, pero recuperando el valor de las leyes fonéticas estaba anunciando también un cierto romanticismo lingüístico.
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¡Muchas gracias por el aporte! Muy interesante la teoría léxica de Müller
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Sin olvidar la figura de F. Hölderlin, autor influyente e importante del romanticismo alemán. Me encantó el artículo, gracias.
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